Francisco Nieva (Valdepeñas, 1924) ya es el quinto nombre inscrito en el palmarés del Premio Valle-Inclán de Teatro. Antes de que se alzara con el galardón ha tenido que ver cómo caían uno por uno los otros once aspirantes, organizado por El Cultural y patrocinado por Coca Cola, con 50.000 euros de dotación económica. El dramaturgo manchego, historia viva de nuestra escena, se ha impuesto por la representación el año pasado de su texto de juventud Tórtolas, crepúsculo y... telón en el -curiosamente- Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional.

Nieva ha confesado a elcultural.es justo después de recoger de manos de Ángel Gabilondo, ministro de Educación, la estatuilla de Víctor Ochoa que le acredita como ganador del V edición del premio (antes le han precedido Juan Echanove, Angélica Liddell, Juan Mayorga y Nuria Espert), que recuperó esta obra porque “tenía mucho parecido con el mundo de los reality shows que tanto se estilan ahora en televisión”. En sus propias palabras,Tórtolas, crepúsculo y... telón es un homenaje epigonal al optimismo de la vanguardias, un tiempo feliz tan abierto a la audacia como al ensueño”.

Francisco Nieva se ha jugado el premio en la última votación con Concha Velasco, que optaba a este reconocimiento por su papel de prostituta resabiada y bondadosa en La vida por delante, la obra del mítico Romain Gary (ganador del Goncourt en dos ocasiones con nombres diferentes). Ellos han sido los últimos aspirantes en pie. En la primera ronda se descolgaron Ernesto Caballero (La colmena científica o El café de Negrín), Mariano de Paco (El galán fantasma) y José Luis Gómez (Fin de partida), que no ha podido asistir a la gala por enfermedad.

A continuación se cayeron Joaquín Notario (El alcalde de Zalamea) y Laila Ripoll (Santa Perpetua). En la tercera votación los damnificados fueron Albert Boadella (2036 Omena-G) y Sonia Sebastián (Imaginario de Cervantes). La noche iba poniéndose interesante. La actriz Celia Freijeiro, presentadora de la ceremonia, seguía cada cuarto de hora -más o menos- anunciando los nombres de los supervivientes de la criba del jurado. Josep María Flotats (Beaumarchais) e Ignacio Amestoy (La última cena) no superaron la cuarta tanda. Y en la quinta Carlos Hipólito (Glengarry Glen Ross) quedó apartado de la carrera por el premio. El mano a mano estaba servido: Nieva versus Velasco.

Cuando la expectación ya no podía contenerse, llegó el jurado en bloque al estrado del Teatro Real, con Antonio Mingote a la cabeza. El académico y veterano dibujante abrió el sobre que contenía el nombre del vencedor de la noche: ¡Francisco Nieva!. La sensación de que se hacía justicia a uno de los gigantes de nuestro teatro cundió entre los presentes. Nieva tomó la palabra, entre sonoros aplausos y bravos, visiblemente emocionado. Reconoció que no sabía muy bien qué decir, así que se sacó una broma de su inagotable chistera creativa: “Tengo dos años más que el Papa, así que merezco un respeto”. Nadie tenía la más mínima duda.

Francisco Nieva es académico de la RAE, y en el teatro, aparte de autor, también ha trabajado como escenógrafo, director, crítico... Es el máximo representante (“junto a Arrabal”, precisa) de la corriente estética postista, que cuenta con militantes de la estatura de Pere Gimferrer y Carlos Edmundo de Ory, recientemente fallecido. El dramaturgo manchego cree que su propuesta escénica tiene sucesores en las nuevas generaciones que le seguirán, “porque el teatro español de hoy día es muy rico y variado”.

El jurado que ha decidido conceder el premio a Nieva estaba conformado, aparte de por Mingote, por tres de los ganadores anteriores: Juan Mayorga, Juan Echanove y Nuria Espert. Así como por el también académico y presidente de El Cultural Luis María Anson; el abogado Antonio Garrigues; los críticos y escritores Jaime Siles y Javier Villán; el profesor Eduardo Pérez Rasilla; el redactor jefe de la sección de Cultura del diario El Mundo, Manuel Llorente; la responsable de Cultura de RNE, Paloma Zuriaga; el subdirector general de Programación Cultural de la Comunidad de Madrid, Ruperto Merino; la responsable de teatro de El Cultural, Liz Perales; el productor Mariano Torralba; el abogado y periodista José María García Luján; y el presidente de Coca-Cola para España y Portugal, Marcos de Quinto.

Concha Velasco, con total deportividad y sabio sentido de la derrota, abrazó a Nieva y le felicitó por su conquista. Las muestras de afecto se sucedieron después. Todos se apresuraron a felicitarle: Pedro J. Ramírez, director de El Mundo; Carmen Iglesias, presidenta de Unidad Editorial; Blanca Berasátegui, directora de El Cultural; Félix Palomero, director del INAEM; Rogelio Blanco, director general del libro; José Manuel Blecua, director de la RAE; González Macho, nuevo director de la Academia de Cine; Ignacio González, consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid...

La gran noche del teatro español acababa un año más con un feliz desenlace: coronando a uno de sus más destacados representantes durante las últimas décadas. Francisco Nieva hacía malabarismos sobre su bastón de empuñadura de plata para estrechar todas las manos que intentaban felicitarle. Por su cabeza pasaba la figura de su padre, que le envenenó de teatro en la niñez, y las lejanas jornadas en Palermo, ciudad donde empezó a idear la que sería su exitosa fórmula escénica.