Con ésta ya son cinco las ediciones del Premio Valle-Inclán, el más codiciado por la profesión teatral y que concede El Cultural. Patrocinado por la Fundación Coca-Cola, está dirigido a premiar la excelencia de los trabajos teatrales que se hayan exhibido en los escenarios madrileños durante el año 2010. El ganador será recompensado con 50.000 euros y una escultura de Víctor Ochoa. Un jurado integrado por especialistas en teatro decidirá quién se alza con el galardón el próximo lunes 18; lo hará como siempre, mediante el sistema Goncourt y en el transcurso de una cena en el Teatro Real de Madrid en la que estarán presentes todos los candidatos, arropados por las figuras célebres de la escena española. Será una noche difícil para el jurado por la categoría de los aspirantes: los autores Ignacio Amestoy, Francisco Nieva y Laila Ripoll; los actores Josep Maria Flotats, José Luis Gómez, Carlos Hipólito, Joaquín Notario y Concha Velasco y los directores Albert Boadella, Ernesto Caballero, Mariano de Paco y Sonia Sebastián.



Autor de teatro

La última cena






El teatro de Ignacio Amestoy (Bilbao, 1947) se sostiene sobre tres ejes fundamentales: los modelos de las grandes tragedias, la pasión por la historia, y la importancia de la actualidad. No en vano el autor ha sido profesor y es también un reconocido periodista. La última cena es un texto de incuestionable madurez: el relato de un último y durísimo encuentro entre un hijo que lleva años militando en la violencia etarra sin que eso le haya conducido a ninguna parte y un padre cuyo activismo intelectual le ha resultado inútil tanto para relacionarse con su hijo como para solucionar los problemas políticos de su entorno. No hay sentimentalismo alguno en la obra ni se excusan las actitudes de los personajes, incompatibles y, sin embargo, unidos por el amor y la sangre. Magníficamente dirigida por Juan Pastor, la obra encontró su público en el espacio íntimo de la Guindalera, con los actores (José Maya y Bruno Lastra) muy cerca del espectador.





Director de escena

2036 Omena-G






A los 67 años y para celebrar los 50 de su compañía Joglars, Albert Boadella (Barcelona, 1943) pensó que ya era hora de hablar de la vejez o, más precisamente, del indigno trato a los viejos que les dispensa nuestra sociedad. Manos a la obra, imaginó a sus actores ya jubilados, con 75 años, y viviendo de la beneficencia en la Casa del Artista. A Boadella le salió más bien un contrahomenaje, una sátira menos despiadada que otras suyas anteriores, con un buen equilibrio entre la comicidad, el sarcasmo, la ternura y la emoción. Por supuesto, Boadella dispara sobre uno de sus blancos preferidos, la progresía y su charlatanería política y los asuntos que más le identifica: el ecologismo visto como una religión, el feminismo que se defiende en las revistas de moda... Un montaje apoyado en sus excepcionales actores, capitaneados por Ramón Fontseré y Pilar Sáenz.





Actor

Fin de partida






¿Qué se puede decir a estas alturas de alguien que ya lo ha hecho todo? José Luís Gómez (Huelva, 1940), actor y director de prestigio internacional, maestro de actores, gestor y alma de un espacio singular e imprescindible dentro de la geografía teatral española como es La Abadía, recientemente distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, Gómez ha ido espaciando sus trabajos interpretativos sobre el escenario pero continúa fiel, en todos ellos, a esa capacidad para asumir el riesgo que le ha llevado a constituirse en una de las figuras mayores y más veneradas de nuestro teatro. Poniéndose en manos de un director de culto, el polaco Krystian Lupa, Gómez se lanzó, en esta ocasión, a otra interpretación sin red, la del tortuoso Hamm, el tirano ciego e inválido en torno al cual se articula Fin de partida, esa obra de Beckett que el propio dramaturgo irlandés consideraba "una cosa atroz".





Actor

Todos eran mis hijos






Carlos Hipólito (Madrid, 1956) vuelve este año a las candidaturas del Valle-Inclán por su labor como protagonista, junto con Gloria Muñoz, de Todos eran mis hijos, de Arthur Miller. La producción, dirigida por el argentino Claudio Tolchachir, sirvió para revalidar a Hipólito como uno de los grandes de nuestra escena. Su gran arma, la naturalidad, hace que el espectador no vacile en creerse el personaje que interpreta, en este caso un empresario que oculta un secreto: se ha lucrado a costa de la guerra fabricando unos repuestos para aviones cuyo mal estado provocaron la muerte de varios pilotos, entre ellos su hijo. Y hay también un falso culpable que pagó por ello. Prodigiosa la composición de Hipólito como hombre común que camina hacia la tragedia, cuando se desvela su secreto. Ni una voz desencajada, ni un gesto grandilocuente, lo de Hipólito no parece teatro, es vida.





Director de Escena

El café de Negrín






Ernesto Caballero (Madrid, 1958) fue el más joven de los jóvenes directores cuando esta expresión se puso de moda en los ochenta. Como además escribía textos valientes y brillantes se convirtió en uno de los artífices de la segunda edad de oro del teatro independiente madrileño. A día de hoy, en plena madurez creativa, es de justicia reconocerle como primus inter pares de toda una generación. Apasionado por el teatro clásico español (cuya influencia se deja sentir en sus textos) es también uno de los directores que con más frecuencia y con más pasión ha puesto en escena obras de sus colegas contemporáneos: El Café de Negrín es el impecable ejemplo de sus inquietudes éticas y estéticas, un trabajo coral, perfecto en su sencillez y minucioso en su dirección actoral, que además reivindica el ideal cultural de un país que pudo ser y no fue.





Actor y director de escena

Beaumarchais






Beaumarchais fue una producción lujosísima del Teatro Español de Madrid, con 31 actores, que dirigió y protagonizó Josep Maria Flotats (Barcelona, 1939) y que ha sido uno de los acontecimientos de la temporada. Original de Sasha Guitry, fue un estreno absoluto, pues jamás antes se había representado. La obra fue fruto de la fascinación que ejerce Guitry en Flotats, con el que se identifica y al que considera un hombre de teatro absoluto: por brillante e ingenioso, también por sus comedias irónicas y elegantes y, por qué negarlo, su identificación con lo francés. Pero la obra trata, sobre todo, de la atracción que, a su vez, ejerce el autor de Las bodas de Fígaro sobre Guitry. A través de este juego de espejos, Flotats desvela al público la extraordinaria vida de Beaumarchais -comerciante, agente secreto de Luis XV y Luis XVI, editor, mercader de esclavos, defensor y víctima de la Revolución ...-, y lo hace con la maestría de un actor de su categoría, que tiene bajo control todos los resortes de su arte.





Autor y director de escena

Tórtolas, crepúsculo y... telón






Nieva (Valdepeñas, 1924) es, más que decano, leyenda viva, primer posmoderno y último dandy del teatro español: escenógrafo, director, profesor, articulista, dramaturgo en el más extenso sentido del término, sus obras han inspirado y apasionado a dos generaciones de creadores. Barroco, espléndido, divertido, irreverente, regaló al teatro español de los 60 y 70 toda la alegría, la riqueza y la libertad que previamente había aprendido en Francia e Italia. Tórtolas, crepúsculo y ... telón es una revisitación de sí mismo, un texto de juventud recuperado desde la sabiduría de toda una vida dedicada al oficio del teatro, que, entre otras cosas, suponía el reencuentro del autor con Esperanza Roy, memorable protagonista de una de sus cumbres literarias, Coronada y el toro. Homenaje epigonal, como escribió el propio Nieva, al optimismo de las vanguardias, "a aquel tiempo feliz tan abierto a la audacia como al ensueño", la obra transcurre en un teatro ruinoso donde lo viejo y lo nuevo, ideas encarnadas por dos divas excéntricas y geniales, combaten para devolver su fuego a las cenizas del drama.





Actor

El alcalde de Zalamea






En la voz de Joaquín Notario (Yunquera de Henares, 1958) los famosos versos de Calderón "Al Rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor / es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios" sonaban a verdad. La emoción que producía oírle arrancaba en el espectador un sentimiento de amor por el teatro basado en la belleza de la palabra y por aquellos poetas dramáticos que siglo tras siglo han ratificado su excelencia. Joaquín Notario es un actor curtido en el teatro barroco y primera figura del actual elenco de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Su estilo interpretativo del verso ilustra el que ha seguido la institución en los últimos dos lustros, sustentado en buscar un equilibrio entre la elocuencia y la veracidad. Por edad y por mérito, Notario estaba en el momento adecuado para interpretar El alcalde de Zalamea, y su composición de Pedro Crespo defendiendo el honor del individuo y otros valores como la honradez, la dignidad y la justicia figurará entre las más recordadas.





Director de escena

El galán fantasma






Tras haber desempeñado otros oficios teatrales relacionados con la gestión y la producción, Mariano de Paco (Murcia, 1972) se ha dedicado a la dirección escénica en los últimos años. Ha representado textos contemporáneos y clásicos como Danny y Roberta: una danza apache, La fierecilla domada, La señorita de Trévelez, Maniobras o En la ardiente oscuridad. Colabora periódicamente con la productora Secuencia 3, para la que dirigió El galán fantasma, de Calderón. La virtud de este montaje es que fue concebido para un público adolescente al que se pretendía seducir con una comedia de capa y espada, bastante desconocida de Calderón, pero muy divertida, y a la que De Paco consigue darle un ritmo trepidante.





Directora

Imaginario de Cervantes






Sonia Sebastián (París, 1974) dirige desde hace tres años el Teatro de Cámara Cervantes, ligado a la Sociedad Cervantina, con el que ha estrenado textos del ilustre escritor y obras de autores contemporáneos (Diálogo de perros, de Juan Mayorga). Ya compitió por el Valle-Inclán con Los entremeses de Cervantes y ahora ha sido seleccionada nuevamente por Imaginario de Cervantes, una creación que diseñó para La Noche en Blanco y en la que recrea la época y el universo del autor en varios escenarios -La imprenta de Juan de la Cuesta, donde se imprimió el primer Quijote; la representación de unos cómicos en la plaza, el rapto de una moza de provincias, el aseo de la baja nobleza...- . Este montaje multiescénico permitía al público escoger qué historia seguir y propició también la convocatoria de un concurso de escenografías.





Autora y directora

Santa perpetua






Acaso el perfil de Laila Ripoll (Madrid, 1964) sea menos mediático que el de algunos de los otros aspirantes al Premio, pero eso no desmerece en absoluto su excelente carrera: formada originalmente como actriz, lleva años rescatando, como directora, lo mejor del teatro clásico español con su compañía Micomicón. Autora de estilo personalísimo e inconfundible, sus textos, (Atra Bilis, Los niños perdidos, entre otros) directamente emparentados con la tradición grotesca y negra de un Valle Inclán o de un Gutiérrez Solana, se posicionan sin ambages a favor de las víctimas y en contra de cualquier abuso de poder, sea éste político o familiar, pero siempre desde un sentido del humor extravagante e imprevisible que anula cualquier tentación de solemnidad. Santa Perpetua es Ripoll en estado puro: un insólito cuento gótico y rural, magníficamente dirigido por ella misma que, tras su apariencia de farsa descacharrante sobre un fraude milagrero, esconde reflexiones terribles sobre la más negra y eterna de las Españas.





Actriz

La vida por delante






Sería imperdonable la ausencia de Concha Velasco (Valladolid, 1939) del Premio Valle Inclán. La Velasco no solo es una estupenda y versátil actriz, en la línea de las temperamentales actrices mediterráneas, sino que además es muy carismática, el público la ama. La comedia y el musical son los géneros que más ha cultivado, pero ella no tiene prejuicios para animarse en producciones de otro cariz; hace tiempo decía que quería hacer un Macbeth. La pieza por la que es candidata al Premio, La vida por delante, abrió el pasado año la nueva andadura de La Latina de Madrid y ha permanecido en cartel toda la temporada. En ella da vida a Madame Rose, una vieja exprostituta que vive con un joven marroquí de 17 años que ha criado desde niño. La actriz no teme que su público, que ha podido seguir su trayectoria desde sus buenos años mozos, la vea ahora en la senectud, sin maquillaje, despeinada, en ropa interior. Un acto de valentía que identifica a las actrices de raza.