Publicada

Redacciones bulliciosas, despachos de abogados sofisticados, agencias de publicidad competitivas, conflictivas comisarías de policía, hospitales frenéticos e incluso funerarias familiares.

Las series siempre han mirado a los lugares de trabajo, donde se escurre la mayor parte de nuestro tiempo, como una fuente inagotable de historias.

Sin embargo, las oficinas, como las personas, siempre han sido más auténticas en sus ratos muertos, esos momentos aparentemente improductivos en los que parece no pasar nada. Ahí, es precisamente donde sale a relucir su verdadera naturaleza.

En esas pausas para el café y en los "calentamientos de silla" se basan The Office y Camera Café, series que capturaron el absurdo alrededor del mundo laboral, logrando hacer divertida la tediosa rutina.

Ambas estrenadas en 2005, en estas series no hay exclusivas que publicar, ni asesinos a los que detener. Lo más urgente parece ser el ruido de la fotocopiadora.

The Office, que acaba de estrenar su spin-off en Estados Unidos, relata bajo el formato de falso documental el día a día de un grupo de empleados en la empresa papelera Dunder Mifflin.

Aunque aquí, la empresa no tiene importancia, sus personajes aunque inolvidables —la interpretación de Steve Carell como Michael Scott es insuperable—, son arquetipos que podrían encajar universalmente: el jefe cretino, la recepcionista discreta o el compañero maniático.

Un fotograma de 'Camera Café'

Menos relevante aun resulta en Camera Café, donde ni siquiera se menciona el sector al que se dedican sus protagonistas. Aquí todos son trabajadores sobreviviendo a reuniones interminables y escaqueándose de sus obligaciones ante una máquina expendedora de café.

En ese anonimato y cotidianidad radica el verdadero éxito de ambas series que, a través de episodios cortos (20 minutos en The Office y 5 en Camera Café), nos reconfortan mostrando que nuestras miserias laborales son compartidas.

Curiosamente, tanto The Office como Camera Café nacieron como remakes de éxitos europeos: la primera adapta la británica original creada por Ricky Gervais en 2001, aclamada por la crítica pero de solo dos temporadas y con un humor mucho más ácido.

La versión estadounidense dirigida por Greg Daniels superó de lejos el impacto de la original, prolongándose nueve temporadas con un humor mucho más cálido y menos british.

The Office, incluida en los últimos años en el catálogo de Netflix, parece haber alcanzado ese estatus donde los memes te sobreviven. Tiene ya el placer de formar parte del imaginario colectivo televisivo, compartido con series como Friends, erigida como un referente absoluto de la cultura pop.

De hecho, la intro musical de la serie ha inaugurado todos los conciertos de la última gira de Carolina Durante, que ambientó la presentación de su álbum Elige tu propia aventura en una oficina: una manera de dejar claro a sus padres que la música también es un trabajo serio.

El spin-off, The Paper, traslada la acción a la redacción de un histórico periódico local, en pleno declive y amenazado por la era digital.

La trama se centra en Ned Sampson (Domhnall Gleeson), nuevo editor jefe del Toledo Truth-Teller, rodeado de empleados tan inexpertos como entrañables y con la reaparición de Oscar Martínez (Oscar Núñez) como nexo con el universo de The Office.

Recién estrenada y con críticas muy positivas, la serie ya ha renovado para una segunda temporada. En España, se prevé su estreno en SkyShowtime, aunque aún no hay fecha oficial de lanzamiento.

Por su parte, Camera Café viene de la versión gala también de 2001, que triunfó en Francia, pero especialmente en España, donde sus primeras temporadas arrasaron en audiencia, superando los tres millones de espectadores.

Elenco de 'Camera café: la película'.

Mucho más discreta fue la taquilla de Camera Café, la película (Ernesto Sevilla, 2022), una muy digna y divertida adaptación al cine de la serie, que sacó al mítico grupo de empleados de la máquina de vending.

La serie consolidó a humoristas como Joaquín Reyes (que ya había demostrado sus encantos en La hora chanante), Arturo Valls, Ana Milán o Esperanza Pedreño, protagonista de Poquita fe, otra pequeña maravilla televisiva que regresa este mes con su segunda temporada y donde es posible detectar el ingenio castizo de Camera Café.

Esto no es casualidad, porque los directores de Poquita fe, Pepón Montero y Juan Maidagán, fueron también guionistas responsables de la comedia de oficina.

Han pasado 20 años desde ambos estrenos, pero las oficinas, que han sobrevivido a regañadientes al teletrabajo, no parecen haber cambiado tanto a como las vimos entonces en la pantalla.

En un momento en el que es vozpópuli que la sociedad contemporánea ya no está dispuesta a casarse con su trabajo, estas ficciones "ociosas" son un bendito respiro a la productividad.