Los domingos, la película de Alauda Ruiz de Azúa sobre una joven que quiere ser monja, y Anatomía de un instante, la serie de Alberto Rodríguez sobre el 23-F basada en el libro homónimo de Javier Cercas, han obtenido los galardones principales en la 31.ª edición de los Premios Forqué, que otorgan cada año los productores españoles y dan el pistoletazo de salida a la temporada de premios en nuestro país.
La película de Ruiz de Azúa se impuso a Sirât, Sorda y Maspalomas. Al recoger el galardón, la directora (también premiada en la pasada edición con el Forqué a Mejor Serie de Ficción por Querer) afirmó que su película pretende "honrar el pensamiento crítico y defender la autonomía del espectador frente a adoctrinamientos o dogmas", porque la película explora precisamente "cómo el adoctrinamiento religioso puede distorsionar tu percepción o tus sentimientos".
Para concluir, dio las gracias a los 600.000 espectadores que han ido a ver la película y que han estado abiertos a reflexionar y debatir "porque eso solo puede hacernos más humanos y menos obedientes".
Durante la ceremonia, que comenzó recordando a Héctor Alterio, fallecido este mismo sábado, Los domingos también cosechó el premio a la mejor actriz para Patricia López Arnaiz, que lo celebró con las compañeras que también optaban al premio (Ángela Cervantes por La furia, Miriam Garlo por Sorda y Nora Navas por Mi amiga Eva), a las que llamó “bestias pardas” de la interpretación.
También dedicó el galardón al "elenco de ensueño" de la película, a los productores, al equipo técnico y a la directora. "Alauda tiene una vocación genuina de querer hablar de lo humano, de querer investigar, poner luz en las relaciones, los vínculos, qué nos pasa, qué nos mueve", afirmó.
En el ámbito de las series, el premio principal fue para Anatomía de un instante, que venció a Animal, Pubertat y la segunda temporada de Poquita fe. Al recoger el galardón, el productor José Manuel Lorenzo dedicó el premio en primer lugar a Cercas por dejarle adaptar la serie; también al resto de productores involucrados, a los actores y sobre todo a Alberto Rodríguez, por su “magnífica mirada” sobre el libro.
También se dirigió en su discurso a los jóvenes, invitándoles a que se den cuenta, viendo la serie, de “lo difícil que ha sido conseguir las libertades que tenemos” y que luchen por conservarlas. “De verdad, con Franco no se vivía mejor”, ha enfatizado en un momento en el que las encuestas revelan que las nuevas generaciones de españoles justifican e incluso simpatizan con la dictadura y con la extrema derecha más que nunca.
El premio al mejor documental se lo llevó Flores para Antonio, la película en la que Alba Flores sigue los pasos de su padre, el cantante Antonio Flores, fallecido en 1995 cuando ella era una niña.
"Gracias, papá", dijo la actriz en cuanto se acercó al atril con el premio en la mano, mientras la contemplaban en segundo plano los directores de la película, Isaki Lacuesta y Elena Molina, y otros miembros del equipo. En su discurso, que comenzó con un "todos somos Gaza" y acabó con un "viva la música", dio las gracias especialmente a los productores de la película (entre los que se encuentran su madre y ella misma) porque "hace falta mucha valentía para apoyar un proyecto familiar que se ha convertido en una catarsis".
Alba Flores recoge el premio al mejor documental. Foto. EFE/Mariscal
José Ramón Soroiz se llevó el Forqué a mejor actor de cine, aunque se echó las manos a la cabeza porque no se lo creía. Lo logró gracias a su papel en Maspalomas, una “preciosa película” sobre el amor homosexual en la vejez. “Adolfo, amigo, va por ti”, dijo en recuerdo del actor Adolfo Fernández, fallecido este viernes.
La mejor interpretación femenina en el terreno de las series fue, según el resultado de las votaciones, la de Esperanza Pedreño (que no acudió a la gala) por su magnífico trabajo en Poquita fe como una mujer ahogada por la rutina, un personaje al que imprime resignación, patetismo, ternura y un punto de humor involuntario.
La versión masculina del mismo premio recayó en Javier Cámara por Yakarta, una serie que “dignifica el fracaso y a los perdedores”, tal como recalcó en su discurso. En ella interpreta a un profesor de gimnasia desaliñado que en sus ratos libres ejerce como entrenador de bádminton.
El actor, que también ha dirigido algunos capítulos de la serie y ya tiene en su haber tres premios Forqué, quiso compartir simbólicamente su galardón con la coprotagonista de la serie, Carla Quílez, “una actriz increíble que todavía tiene 17 años”. También lo dedicó al productor de la serie, Javi Méndez, y a la directora de la serie, Elena Trapé.
Javier Cámara posa con el premio Forqué obtenido por su papel en 'Yakarta'. Foto: EFE/Daniel González
El premio al mejor largometraje de animación fue para Decorado, dirigida por el cineasta y dibujante gallego Alberto Vázquez, una fábula distópica y existencial sobre un mundo que funciona como un gigantesco escenario falso, protagonizada por un ratón antropomorfo.
El Forqué al mejor corto fue para Ángulo muerto, una historia de 15 minutos sobre acoso escolar dirigida por Cristian Beteta.
La mejor película latinoamericana fue la argentina Belén, dirigida por Dolores Fonzi, que narra el caso real de una joven tucumana que fue encarcelada injustamente tras sufrir un aborto espontáneo en un hospital, mostrando la lucha feminista y judicial que se desató para conseguir su liberación. El caso visibilizó la criminalización del aborto en Argentina.
Sorda, la película de Eva Libertad sobre los miedos de una mujer sorda ante su inminente maternidad, no consiguió el gran premio de la noche, pero al menos obtuvo el premio Cine y educación en valores.
Al recogerlo, la productora Miriam Porté afirmó que con esta película han pretendido "contribuir a tener una sociedad más educada, más empática y más sensible", y celebró que al conseguir que la película se distribuyera con subtítulos, las salas de cine se han convertido en un lugar de encuentro entre la comunidad sorda y la oyente.
La gala, conducida por Cayetana Guillén Cuervo y Daniel Guzmán, fue relativamente ágil, aunque no prescindió de los gags y chascarrillos de rigor, que tuvieron como hilo conductor la interacción de los presentadores con una supuesta inteligencia artificial (TIA).
En un momento en el que los actores se encuentran en plena guerra contra la inteligencia artificial generativa, a los organizadores les pareció buena idea presentar unos vídeos en los que la IA convertía a algunos intérpretes en bebés, caso de Candela Peña, que no solo no se llevó el premio al que estaba nominada (por su genial papel en Furia), sino que tuvo que contemplar con visible desconcierto una versión cuqui de ella misma al estilo Pixar.
Enrique Cerezo es desde hace décadas la gran cabeza visible de la industria cinematográfica y el presidente de Egeda, la entidad que aglutina a los productores. Él fue el encargado de entregar la Medalla de Oro de la entidad a la productora independiente Emma Lastres (responsable de títulos como Celda 211, El niño, También la lluvia y El desorden que dejas, entre otras), que pidió más apoyo por parte de las instituciones al cine patrio.
La ceremonia estuvo salpicada de actuaciones musicales, todas con un denominador común: la reinterpretación de títulos clásicos del cancionero español.
Así, la gala empezó con una fallida versión, por postiza y rebuscada, de la copla Ojos verdes a cargo de Ruth Lorenzo. La gran sorpresa fue la aparición de Jeanette, que cantó su icónico Porque te vas junto a Chloé Bird.
También actuaron Shaila Dúrcal, que homenajeó a su madre Rocío con Más bonita que ninguna; Marwan cantó Quisiera ser acompañado por Cayetana Guillén Cuervo; y la mejor de todas las actuaciones fue la de Chanel y Nil Moliner, que hicieron una enérgica y seductora versión del bolero Toda una vida plagada de cambios de ritmo y estilo.
