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Este miércoles arranca el Festival de Venecia y con él la restauración de Matador (1986), el quinto y pasional filme de un Almodóvar que, tras ganar el León de Oro el año pasado, vuelve al ruedo en 4K gracias a los laboratorios de Video Mercury Films y FlixOlé para competir en la sección de "Clásicos de Venecia", junto a otros tesoros como Lolita (1962) de Stanley Kubrick u Odio entre hermanos (1949) de Mankiewicz.

Antes de que el digital embalsamase los recuerdos, las películas también envejecían. Montar una filme era hacer artesanía sobre celuloide y el trabajo, lejos de romanticismos, era mucho más lento, rudimentario y peliagudo que ahora. Una labor que merece ser preservada, pero para que los clásicos vuelvan a las salas siempre necesitan de un empujón, una excusa para limpiar las heridas de las bobinas y devolverle el color a los negativos.

Casi 40 años después de su estreno, Matador es digna de verse en un cine tan solo por la declaración de intenciones de su perturbador arranque, fruto de un cineasta al que lo inmoral siempre le ha encantado. En él, Diego Montez (Nacho Martínez) se masturba mientras ve una recopilación en VHS de asesinatos y películas a cada una más sangrienta que la anterior, una secuencia que sorprendió e inspiró al propio Quentin Tarantino. "Es la mierda más salvaje de la historia, es increíble ¡Quiero hacer cosas así en mis películas!", declaraba el director de Pulp Fiction en una entrevista.

Además de El Deseo —la productora de los hermanos Almodóvar—, los causantes principales de que Matador salga de España dirección Biennale son Video Mercury Films, una distribuidora que en su vasto catálogo —más de 9000 títulos— dispone de una buena parte del patrimonio cinematográfico de nuestro país.

Miguel López, responsable de marketing en Flixolé, cuenta que tras 20 años en esto de las restauraciones cinematográficas, a partir de 2023, comenzaron a apostar por tener presencia en los festivales internacionales de cine. "Es una excusa para que el público del festival pueda ver desde clásicos consagrados a películas que no han tenido la repercusión que se merecían", afirma López.

Nuevo tráiler de 'El Matador'.

Todo comenzó con la participación de Carmen (1983) de Carlos Saura en Cannes y la recuperación de Vestida de Azul (1983) en el Festival de Berlín, un documental en el que seis transexuales relataban en primera persona cómo eran sus vidas en la España de los ochenta. "A mí en lo personal me parece de las cosas más bonitas de este trabajo el estar en el Festival de Berlín y estar en una sala llena con 600 personas viendo un documental español del 83, ver como la gente salía emocionada", confiesa López.

Matador, quizás una de las obras más desconocidas del director manchego, se podría considerar como el comienzo del desenfreno emocional almodovariano que luego alcanzaría su cenit con La ley del deseo (1987) o Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

A medio paso entre el thriller, la comedia y el romance taurino, el filme cuenta la historia de un torero que tras abandonar la profesión aun mantiene su fetiche por matar.

Una película fogosa sobre el placer y la muerte, donde la seducción es una parte más de la faena y en la que vemos a un Almodóvar joven e instintivo al que poco le importaba fallar alguna estocada. Acompañado de un elenco lujoso y variopinto con intérpretes como Antonio Banderas, Nacho Martínez, Assumpta Serna, Carmen Maura y Chus Lampreave.

"Me parece de las cosas más bonitas de este trabajo el estar en el Festival de Berlín y ver una sala llena con 600 personas frente un documental español del 83, ver como la gente salía emocionada".

Ver una película previa a la década de los 90, significa adentrarse, inevitablemente, en una cinta que ha pasado por un proceso de restauración. Es curioso, entonces, que un método de tanta importancia a nivel histórico y cinematográfico sea uno de los más desconocidos.

Assumpta Serna y Nacho Martínez en 'Matador' (1986).

La primera etapa es la de investigación, un primer acercamiento donde se intenta comprender el contexto de la producción para averiguar si, por ejemplo, hay escenas censuradas o directamente eliminadas. En el caso de Matador, la indagación no fue un problema, pues como dice Miguel López: "Los negativos originales, que son los mejores materiales de los que uno puede partir, estaban en Filmoteca Española" en buen estado.

Con los negativos en mano, la película de 35 mm pasa por una máquina que los escanea y genera un fichero digital ya en 4K. Una vez digitalizados, el celuloide no se vuelven a tocar y, según cuenta López, en el caso del Matador se devolvieron a la Filmoteca para optimizar su preservación. Pero los fotogramas virtuales comienzan con un color totalmente distinto al deseado, es ahí cuando comienza el proceso de etalonaje y corrección de color.

"Un técnico profesional revisa el metraje y altera esos colores para que la película alcance una unidad cromática y, lo más importante, que ese color sea lo más cercano a los tonos originales de la cinta. Para esa labor era muy importante que estuviese la gente de El Deseo, en este caso Agustín, para así calibrar. Además que en la filmografía de Pedro los colores son de lo más importante", explica López.

Una vez que se le da el aprobado al apartado cromático, comienza la fase más artesanal. En ella se limpian todos los desperfectos que puedan tener los fotogramas digitalizados, desde manchas por culpa de hongos, a puntos, rallajos o el temblar de la imagen.

La principal ventana de explotación comercial de una película restaurada es que la empresa se haga con sus derechos y pueda vendérselos a otras productoras. Según Miguel López, a lo largo de todo el proceso "hay una parte muy romántica, muy de amor al cine y, por supuesto, también hay una visión comercial como distribuidora de cine que somos"