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La ópera prima de Sean Byrne, The Loved Ones, ganó el premio del público en la sección Midnight Madness de Toronto en 2009, un galardón prestigioso, pero circunscrito al cine de miedo. Con su tercera película, Dangerous Animals, el australiano ha roto un techo de cristal para el terror al competir en la Quincena de Realizadores de Cannes.

Este cruce entre el slasher de asesinos en serie y el de tiburones voraces combina gore desatado, comedia, romance y thriller de supervivencia en una experiencia colectiva que solo puede experimentarse en plenitud en una sala a oscuras donde los gritos y los saltos se provoquen, compartan y jaleen entre desconocidos.

La propuesta, cuyo estreno está previsto este jueves, 14 de agosto, dista del clásico de Spielberg y sus imitadores en que en su película no son meros monstruos, sino parte de un discurso que cuestiona quién es realmente la amenaza.

Pregunta. ¿Es usted más fan de Tiburón (Steven Spielberg, 1975) o de Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980)?

Respuesta. Creo que Tiburón está realizada de manera impecable, así que la valoro como una obra maestra cinematográfica. Es una película que debe revisarse y estudiarse por su construcción de personajes y por su relevancia política, personificada en la figura del alcalde que pone el dinero por delante de las vidas humanas. Pero también me encanta Viernes 13, con ese planteamiento tan primitivo. Me encanta todo el cine de terror: los slashers, los video nasties de los 80, el terror sobrenatural. Creo que es un gran caballo de Troya para contar cualquier tipo de historia.

P. Su asesino en serie dista mucho de aquellos a los que el cine de género nos tiene acostumbrados. ¿Cuál fue la inspiración?

R. Creo que todos hemos tenido alguna experiencia con un guía turístico carismático. Subes a un bote y todo depende de su personalidad para hacerte sentir cómodo. El actor que lo interpreta, Jai Courtney, hizo un trabajo increíble capturando ese magnetismo australiano, ese espíritu colonial y desenfadado, como Steve Irwin o Paul Hogan, que aunque parecen amigables, también transmiten algo inquietante, con una sonrisa que esconde algo.

P. Jai es conocido del gran público por su personaje del Capitán Boomerang en El escuadrón suicida, un personaje totalmente desquiciado. ¿Qué peso tuvo su habilidad para transitar entre la locura desbordada y la vulnerabilidad íntima en su elección para este papel?

R. Jai también es un actor muy matizado, capaz de capturar al niño roto dentro de un hombre. Quería que la película fuera divertida, pero también compleja, que te importaran los personajes, porque si no, no hay riesgo y el terror no funciona.

Una escena de la película 'Dangerous Animals'.

P. En el desarrollo de la trama también hay ecos de Saw. ¿Tuvo presente la saga?

R. Sí, absolutamente. Es un terror contenido que luego se expande a algo inmenso. Los personajes están en el océano abierto, donde nadie puede oírlos gritar. Aunque ahora parece que esté hablando de Alien… No obstante, muchas veces evito referencias al terror y busco inspiración en otros géneros. Para The Loved Ones, por ejemplo, me fijé en películas de iniciación adolescente, como las de John Hughes. Es como pintar con colores distintos a los del terror tradicional.

P. ¿Con qué colores de otros géneros ha pintado su tercera película?

R. Nos inspiramos en Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022), esa estética veraniega brillante, pero también quisimos darle la profundidad de personajes tipo Tarantino o los Coen. Una película comercial con corazón indie que se sienta como un blockbuster.

P. Medio siglo después de Tiburón, los tiburones siguen encarnando uno de nuestros miedos más universales. ¿Cree que se debe más a lo que desconocemos de ellos o a una construcción cultural deliberada desde el cine y los medios?

R. Son criaturas misteriosas y poderosas, y lo que no entendemos nos asusta. El terror a ser devorado vivo es muy fuerte. A ese respecto, esta película intenta educar un poco, mostrando que los tiburones no atacan indiscriminadamente a los humanos. Dangerous Animals se me presentó, precisamente, como una oportunidad para corregir esa idea equivocada de que los tiburones son monstruos, y señalar al verdadero monstruo: el ser humano.

P. Todo arrancó con Tiburón, pero incluso el género documental potencia este temor que los ha situado entre los tres principales temores del ser humano.

R. Efectivamente, los documentales sobre tiburones suelen enfocarse en mostrarlos saltando del agua, perpetuando el mito del terror. Tiburón fue un éxito tan enorme que creó una reacción cultural: "no entres al agua, aléjate de la playa". Y como hizo tanto dinero, generó muchas imitaciones. Desde el estreno de Tiburón, estos animales han sido una y otra vez demonizados. Cuando morimos más por hambre que por un ataque de tiburón. Si hay un suceso en la playa se convierte en una noticia inmediata, en un drama instantáneo, porque es algo que vende.

P. En una época donde se ha expandido el consumo de películas en pantallas pequeñas entre las nuevas generaciones, ¿concibió esta película como una experiencia colectiva en cines?

R. Sí. Es una película de verano: tiene surf, una historia de amor, acción, y aunque hay horror claustrofóbico, como en Saw, también es una película para disfrutar a lo grande. Desde el diseño sonoro hasta la estética visual: hay que verla en un cine.

P. ¿Cómo procedió a la combinación entre imágenes reales de tiburones y CGI?

R. Queríamos mostrar tiburones reales del área de la Costa Dorada. Un historiador de tiburones nos proporcionó horas de metraje que encajaba con nuestras ideas. Todo lo que se ve bajo el agua son imágenes reales. El CGI solo se usa para las aletas sobre el agua, porque es muy difícil predecir cuándo va a asomar una.

P. ¿Por qué han transcurrido una década desde el estreno de su última película, The Devil's Candy (2015)?

R. He pasado todo ese tiempo escribiendo, pero Hollywood es reacio al riesgo. Si escribes material original sobre humanos cazando humanos, cuesta conseguir financiación. Me interesa lo extremo del ser humano, los asesinos en serie, la falta de empatía. Es un terror más inmediato que el sobrenatural.

P. ¿Qué mimbres tenía Dangerous Animals para medrar?

R. Cuando el guion de Nick Lepard llegó a mi escritorio, sentí que era comercial pero peligrosa, perfecta para recordarle a todos que soy un director comercial. Un filme de terror debe asustar. Si veo una peli de género y no me da miedo, me molesta. El cine de terror debe asustarte para que al salir digas: "Bueno, mi vida no está tan mal".

P. Ha mencionado el surf y el amor como alicientes para una experiencia colectiva, pero ¿qué hay de la música?

R. Tiene razón. Me encanta usar canciones para propiciar que la gente cante. Ooby Dooby, de Creedence Clearwater Revival, es clave en la narrativa. Esa banda representa a los marginados, tienen un mensaje político. Pero esa canción en concreto es sobre dejar entrar el amor, sobre divertirse, bailar. Y eso es lo que la protagonista necesita en su vida. Su dolor la salva, mientras que el del asesino en serie lo lleva a la destrucción.