Si Mi postre favorito fuera inglesa, podría ser candidata a mejor película feel good del año. Con ternura, buenos diálogos y una fotografía extraordinaria (en Irán fotografían muy bien), la película cuenta el atisbo de romance entre dos jubilados que ya no esperan el amor y se sienten bendecidos cuando aparece.
Por una parte, Mahin (Lili Farhadpour), una mujer que lleva viuda 30 años sin tener relaciones con ningún hombre. Por la otra, Faramarz (Esmaeel Mehrabi), un taxista de su misma edad que, después de un matrimonio concertado que acabó en divorcio, no ha conocido otra mujer en décadas.
La sexualidad en la vejez es un tabú también en las sociedades occidentales, aunque en los últimos años ha ido desmoronándose.
Si Mi postre favorito fuera inglesa y Mahin hiciera pastelitos de rábanos, la pareja también debería enfrentarse a unos cuantos prejuicios (y quizá también a la envidia de sus vecinos por su inesperada felicidad).
Pero en Irán, como recuerdan los directores Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, una mujer que tiene relaciones con un hombre sin estar casada puede acabar en la cárcel. Como muestra con valentía una escena, ni siquiera hace falta que llegue tan lejos: basta con colocarse mal el velo o teñirse el cabello para que sea considerado un crimen. Y eso lo cambia todo.
Tras El perdón, un sólido drama moral en torno a la pena de muerte en el que la situación de la mujer también tomaba protagonismo, los valientes Moghaddam y Sanaeeha no se arredran.
Con Mi postre favorito, premio FIPRESCI de la última Berlinale, siguen en pie de guerra y jugándose mucho. Cineastas y activistas por vocación, y porque la vida se lo ha puesto muy difícil.
Moghaddam y Sanaeeha fueron condenados el pasado abril a 14 meses de prisión. El motivo es “perturbar la opinión pública” al mostrar la “obscena” imagen de una mujer (la protagonista y sus amigas en una cena casera) sin velo. Están sometidos a la prohibición de viajar fuera del país y con el riesgo de que en cualquier momento se ejecute la pena contra ellos.
Pregunta. ¿Es peligroso para ustedes dar esta entrevista?
Moghaddam: Sí, nos jugamos la vida. Hablar en medios, en redes, incluso entrevistas como esta, puede usarse contra nosotros. Tienen el poder de arrestarnos cuando quieran. Pero no podemos quedarnos callados. Eso es justo lo que quieren: que estemos silenciados. Pero no vamos a permitirlo.
P. ¿Cuál es su situación procesal ahora tras vuestra condena a 14 meses con suspensión de pena?
Moghaddam: Podemos salir de casa, pero tenemos prohibido viajar desde hace más de dos años. También tenemos prohibido trabajar. Tenemos una condena de 26 meses de prisión entre los dos, suspendida por ahora. Pero en cualquier momento pueden arrestarnos y meternos en la cárcel. Tenemos una última apelación ante la Corte Suprema, pero no hay muchas esperanzas.
Sanaeeha: Lo que quieren es mantener una espada de Damocles sobre nosotros. Que tengamos miedo de movernos, de hacer películas. Pero no nos va a detener. Vamos a seguir haciendo cine. Aunque sea en forma subterránea, con un equipo pequeño… lo haremos.
P. En Occidente la sexualidad en la tercera edad sigue siendo un tabú. ¿En Irán puede llevarte a la cárcel?
Sanaeeha: Sin duda, aquí es diferente. Las limitaciones para las mujeres iraníes son muchas. Si quieren estar en una relación con un hombre fuera del matrimonio, fuera de la casa, es ilegal. El gobierno puede arrestarlas, incluso meterlas en la cárcel solo por eso. Por este motivo, las mujeres iraníes —en realidad casi todos los iraníes— llevan una doble vida. Una vida dentro de la casa, donde no usan hijab, bailan, beben, tienen relaciones abiertas… Y otra fuera del hogar, donde no pueden mostrar nada de eso.
Moghaddam: Cuando empezamos a trabajar en esta película, sabíamos que queríamos mostrar la imagen real de las mujeres iraníes. Tal vez por primera vez. Sabíamos que tendría consecuencias para nosotros, pero decidimos seguir adelante y mostrar esa imagen. Porque, como sabrás, en el cine iraní, durante los últimos 47 años, las mujeres aparecen con hijab incluso dentro de la casa o al despertar por la mañana. Y eso no es real. El hijab es obligatorio en espacios públicos, sí, pero dentro de casa la mayoría de la gente no lo quiere, no lo usa. La mayoría de mujeres iraníes está en contra del hijab obligatorio.
Fotograma de 'Mi postre favorito'.
P. Hay también un elemento universal en la película. Hay un momento en el que la protagonista, Mahin, a sus 70 años, dice: "Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que necesitaba a alguien". ¿Nunca es demasiado tarde para atreverse a ser uno mismo?
Moghaddam: Queríamos contar la realidad. La historia real, de la vida, de la soledad, de la muerte. Y también de esos pequeños momentos que pueden parecer insignificantes, pero son muy preciosos y hacen que toda la vida merezca la pena.
Sanaeeha: La realidad es que hemos sido dictados por grandes industrias como Hollywood, donde siempre se trata de gente joven, muy joven, muy delgada, muy bella, para que el público se enamore de ellos. Pero eso no es la realidad. Las personas reales también pueden sentir amor, también pueden vivir momentos felices… hasta que mueren. Tal vez incluso después, no lo sabemos. Pero hasta que mueren, sí. Y esos momentos pueden llegar en cualquier forma, en cualquier edad, no importa de dónde vengas ni cuántos años tengas.
P. Un tema que también aparece en la película es la soledad. Por ejemplo, en una ciudad como Madrid, tradicionalmente social, también se ha visto un aumento de la soledad, incluso del suicidio. ¿Querían abordar esta lacra desde la ternura?
Moghaddam: Queríamos mostrar que la búsqueda de la felicidad no es patética. Tenemos una sola vida, y debemos hacer lo que podamos para encontrar esos momentos de felicidad y disfrutarlos. Porque es lo único que tenemos.
Sanaeeha: En la película hay una escena al comienzo con un grupo de amigos. Allí se ve esa doble vida de la que hablábamos. Ella, Mahin, estaba feliz con su esposo, que ha muerto. Y queríamos mostrar esa intimidad, esa alegría que está completamente oculta para el resto del mundo. Nos inspiramos en nuestras madres. Solo queríamos ser honestos y mostrar personas reales porque en el cine iraní eso ha estado prohibido. En Hollywood también es raro ver personas reales. Vemos modelos. Pero la gente real se ve real, habla real, no es perfecta.
»La vida de verdad tiene soledad, tiene momentos tristes… y muy pocos momentos felices, que son muy valiosos. Especialmente para las mujeres mayores en Irán. Ellas enfrentan más dificultades. Muchas no tienen pareja, quieren hablar de sus problemas, pero es un tabú. La mayoría está sola. Así que era importante para mostrar esa situación.
P. ¿Es un error pensar, "esa opresión es la cultura iraní"?
Sanaeeha: Exacto. Eso es lo que pasa. En un país religioso como Irán, las reglas se imponen desde arriba. Y aunque al principio son solo leyes, con el tiempo, muchas de esas ideas se convierten en cultura. Después de 50 años, muchas personas jóvenes ya no conocen otra realidad. Las generaciones anteriores han muerto, y los jóvenes no han visto cómo era antes. Así que creen que esta es su cultura, cuando en realidad son leyes impuestas.
Moghaddam: Pero la generación joven en Irán hoy no es religiosa. Son muy valientes. Están en contra de esas reglas. Pero aun así, muchas de las cosas que experimentas en tu vida diaria se convierten en hábitos, en pensamientos… Y eso es muy triste.
Sanaeeha: Desafortunadamente incluso las personas liberales han interiorizado algunos valores del régimen. Aunque quieren vivir una vida normal, como la gente en otras partes del mundo, esas ideas se vuelven parte de la cultura. Pero eso no es algo natural. No es parte de nuestra cultura original. Son ideas impuestas.
Fotograma de 'Mi postre favorito'. ©Hamid Janipour.
P. En Occidente también algunos dicen: "Es otra cultura, hay que respetarla". ¿Qué piensan de eso?
Sanaeeha: Eso es exactamente lo que el régimen usa para oprimirnos. Para evitar que haya empatía. Si la gente de fuera piensa que somos distintos, no pueden ayudarnos. Pero si entienden que somos iguales, pueden solidarizarse. Por eso hicimos esta película, para mostrar que la gente en Irán es normal. Que quiere vivir libremente, tener relaciones, amar. Mahin podría ser una mujer occidental perfectamente.
Moghaddam: Todo lo que oyes sobre Irán —líneas rojas, cosas horribles— no es nuestra cultura. Es la ley y solo lleva 47 años. Irán no es el gobierno de Irán. El gobierno es un grupo de personas muy religiosas que quieren forzarnos a vivir como ellos. Pero la gente iraní no es así.
P. Irán ha estado en las noticias recientemente por los ataques a Israel, y eso también se utiliza, a veces, para justificar al régimen o desacreditar a quienes lo critican. ¿Cuál es su posición sobre ese contexto político?
Moghaddam: Preferimos no responder a esa pregunta.
Sanaeeha: Es demasiado peligroso para nosotros hablar de esos temas. Puede tener consecuencias muy graves, especialmente si queremos hablar con honestidad. Si lo hiciéramos, podríamos ser arrestados. No es una exageración.
P. ¿Cómo hacen para seguir trabajando?
Sanaeeha: Preferimos no hablar de los métodos. Pero sí, vamos a seguir. Ya hemos decidido que vamos a hacer más películas. Encontraremos la manera. Los seres humanos siempre encuentran una forma de resistir. Creemos en el cambio.
P. Han recibido el apoyo de más de dos mil cineastas y figuras del cine como Almodóvar, Juliette Binoche o Joachim Trier en una carta firmada. ¿Eso les ayuda?
Moghaddam: Muchísimo. Nos da esperanza. Nos hace sentir menos solos. Cineastas como Almodóvar han hecho una petición por nosotros, y eso ha sido una gran energía. Además, pone presión al gobierno. Les demuestra que no estamos solos.
P. Irán tiene una de las culturas más antiguas y hermosas del mundo. ¿Creen que es posible recuperar esas raíces?
Moghaddam: Esperamos que sí. Pero no lo sabemos. Y eso es lo más triste. Solo podemos tener esperanza. Esperanza de que todo lo bueno en nuestra cultura, y en el mundo, vuelva a nosotros algún día.
P. Sois artistas y también activistas. ¿Creen que si hubieran vivido en otro país, solo habrían sido cineastas?
Moghaddam: Creo que mientras haya sufrimiento en el mundo, todos tenemos una responsabilidad. Incluso en sociedades más justas, hay dolor, hay injusticias, hay cosas por las que luchar. Así que creo que siempre habríamos sentido la necesidad de alzar la voz.
Sanaeeha: Pero en Irán no puedes ser solo un artista. Si haces cine, tienes que ser también activista. No hay otra opción. Tienes que luchar por lo que tenías y ya no tienes.
