La comedia francesa siempre ha tenido un importante arraigo en nuestra cartelera, aunque en contadas ocasiones logran aquí el éxito en términos de recaudación del que disfrutan más allá de los Pirineos.

En cualquier caso, en los últimos tiempos han florecido los títulos galos de corte costumbrista que retratan las pequeñas grandezas y miserias cotidianas incidiendo en las diferencias y contrastes entre distintas regiones. En esta línea se sitúa Misterioso asesinato en la montaña, un filme hilarante que consigue refrescar la fórmula al recurrir al thriller criminal para estructurar su historia.

Tras la cámara se encuentra Franck Dubosc, reputado intérprete que aquí dirige su tercer filme tras Sobre ruedas (2018) y Rumba terapia (2022). La historia arranca con una fatal casualidad que trastoca la existencia del matrimonio conformado por Michel (el propio Dubosc) y Cathy (Laure Calamy).

Él, por culpa de la aparición de un oso en la carretera, choca contra otro coche, provocando de manera rocambolesca la muerte de dos personas. Ante el miedo a que le detengan, ella le convence de que se deshagan de los cuerpos. En el maletero descubren un bolso lleno de dinero y, a partir de ahí, ambos pondrán en marcha las ideas más descabelladas para evitar sospechas.

La película, también por desarrollarse en los parajes nevados de la región del Jura, remite inevitablemente a Fargo (1998), aunque Dubosc está lejos de la maestría de los Coen. Aquí la violencia, que aparece de manera puntual, no es tan brutal y descarnada, ni la idiotez de los personajes tan humanamente aberrante. En realidad, en Misterioso asesinato en la montaña es la comedia de enredos y la calidez que esconden los habitantes de la región lo que predomina.

En cualquier caso, el filme, aunque no demasiado logrado en la dirección y el montaje, es bastante divertido y logra diseccionar con ironía la idiosincrasia local. Especial mención merece el reparto: Franck Dubosc asume un personaje central tan entrañable como torpe; y Benoît Poelvoorde está pletórico como gendarme filosófico. Sin embargo, es la apuesta coral lo que introduce el filme en la mejor tradición de la comedia francesa.