Publicada
Actualizada

El último día de rodaje de la rave con la que arranca su road movie Sirat, Oliver Laxe (París, 1982) se subió a la cima de una montaña a mirar el despliegue de producción. Un surtido de camiones, un muro de altavoces y un millar de personas se entregaban a la música tecno.

“Contemplaba todo aquello como mi neurosis. Estábamos a mitad del proyecto, yo estaba roto, pero la música continuaba. Es cuando entendí de qué iba esta película”, ha explicado en la rueda de prensa de presentación en el Festival de Cannes, donde su inclasificable, tan sulfúrica como lisérgica propuesta participa a concurso en la sección oficial.

El gallego se define como un cineasta lento, que necesita fondear la existencia y comprender lo que sus vivencias le trasmiten. En el proceso de poner en pie esta propuesta, ha aprendido a conectar más con sus cicatrices y heridas, y llegado a una conclusión: “He descubierto que soy un ravero, que hay que llorar, gritar, pero nunca parar de bailar, nunca. Incluso si es el fin del mundo”.

El título de su cuarto largometraje corresponde al de una palabra en el Corán que refiere a un estrecho puente entre el paraíso y el infierno. Sirat invoca, por tanto, la senda que transitan tanto los protagonistas, como también su público. Un trance primero vigoroso, marcado por el pálpito de la música electrónica en el desierto marroquí, y luego, febril, pedregoso y con vistas al precipicio.

El séptimo arte es, en palabras del primero de los directores en liza por la Palma de Oro -el 21 será el turno de Romería, el propio viaje personal de Carla Simón-, “una herramienta esotérica de estimulación del metabolismo humano”. Y Sirat, intencionadamente, “una ceremonia cinematográfica donde invitamos al espectador a desarrollar sus niveles de percepción”.

La ayuda “exquisita” de Domingo Corral y Almodóvar

La recepción del filme en el templo del cine hecho festival ha sido convulsa. La crítica se ha mostrado impactada tanto por la propuesta formal como por la crudeza y la espiritualidad que envuelven el relato. Sirat ha sido un via crucis de 15 años en el que ha contado con la asistencia de, entre otros productores a los que ha reivindicado su apoyo “exquisito”, Domingo Corral y la familia Almodóvar.

Laxe es hijo de Cannes. No ha habido película del cineasta que no haya sido laureada en el festival. En 2010 fue ganador del Premio FIPRESCI por su ópera prima, Todos vosotros sois capitanes. En 2016, su Mimosas fue Gran Premio de la Semana de la Crítica, y en 2019, Lo que arde recibió el galardón del Jurado de Una cierta mirada.