El cine de Quentin Dupieux (París, 1974), artista antes conocido como Mr. Oizo, resulta tan irresistible como un tanto incómodo. Irresistible, porque es divertido de forma imaginativa, sorprendente y original en una época que carece notablemente de estas virtudes.

Incómodo, porque lo es de manera tan inteligente, brillante y calculada que te hace sentir demasiado cómplice como para gozarlo con cierta inocencia o frescura. Pero eso es un mal menor. Lo mismo ocurre a veces cuando se lee a Raymond Queneau, Boris Vian, Georges Perec o al padrino de todos, el gran Alfred Jarry. Y no por ello dejamos de hacerlo y disfrutarlo.



Fumar provoca tos, prácticamente igual que el resto de la filmografía de Dupieux, se nos aparece como una extensión y puesta al día, más hipermoderna que posmoderna, de los enunciados básicos del Colegio de Patafísica y de su teórico, el imaginario Dr. Faustroll. Una antología de historias asombrosas, inmersas en una cotidianidad impensable que deviene posible, o quizá pensable pero imposible. En ella, el vehículo para “estudiar las leyes que rigen las excepciones” y mostrarnos las “soluciones imaginarias” que se pueden aplicar (o no) a un universo ajeno a la “gravedad”, en el doble sentido del término, es una versión paródica de los Power Rangers.

'Fumar provoca tos' es una antología de historias inmersas en una cotidianidad impensable

Un homenaje a las series y películas niponas de monstruos (kaiju) y superhéroes. Emulando los (d)efectos especiales y los tropos de la (d)eficiencia ficción, propios del tokusatsu, Dupieux utiliza sus desopilantes personajes no solo como reductio ad absurdum de lo que ya es, descontextualizado del marco catódico infantil y pop al que pertenece, un mundo absurdo en sí mismo, sino como hilo conductor de una serie de metarelatos irónicos, surrealistas e inquietantes. Viñetas que podrían ser fruto de la imaginación de Cortázar, Gripari o Buzzati, pasadas por el filtro nada ajeno a estos de la cultura pop, el cinéma Bis, el cómic y la televisión.



El resultado, es una de las mejores películas de un Dupieux fiel a sus principios. Un megamix de humor negro, parodia y surrealismo. Colección cosmicómica de amazing stories, basada en una lógica onírica que se niega a distinguir realidad de ficción, Fumar provoca tos provoca inevitablemente risas, sonrisas y estupor a partes desiguales.



Por supuesto, es un cine patafísico no apto para todos los públicos, que se sabe y reconoce como tal. Ahí reside, precisamente, su único y relativo defecto: en carecer de ese carácter involuntario, casual, que distingue la sublime patafísica inconsciente de la patafísica profesional. Por lo demás, bien podría fundar ya Dupieux un Ouvroir de cinéma potentielle y registrar OuCiPo para sus futuras investigaciones patacinematográficas. Siempre será mejor que un Dogma.

Fumar provoca tos

Dirección y guion: Quentin Dupieux. Intérpretes: Gilles Lellouche, Vincent Lacoste, Anaïs Demoustier, Jean-Pascal Zadi, Oulaya Amamra. Año: 2022. Estreno: 8 de septiembre