El fantasma del terremoto de Kanto, que hace cien años sembró muerte y desolación en el área de Tokio, sobrevuela literal y metafóricamente el nuevo y espléndido filme de animación de Makoto Shinkai, confirmando a su autor como el más digno heredero y competidor actual de Miyazaki, Oshii y Mamoru Hosoda.

Siguiendo la línea de sus más recientes trabajos anteriores, Your Name y El tiempo contigo, Suzume supone la depuración y culmen de su fórmula alquímica magistral: una combinación perfectamente (des)equilibrada de romanticismo juvenil emo, espectacular aventura fantástica con sensibilidad y personajes kawai, que rezuma filosofía, tradición y mitología niponas sin que falte el humor absurdo, grotesco y juguetón.

La trepidante peripecia de Suzume y su carrera para evitar que una serie de terremotos sobrenaturales destruyan Japón se convierte en un road movie de iniciación, al tiempo que en una historia de amor teñida de una metafísica oriental, poblada por divinidades sintoístas o kami que, en forma sobre todo de un gatito kimokawaii, están a punto de robar protagonismo a la propia Suzume, que, sin duda, conquistará el corazón de los amantes del anime y el manga.

Por sorprendente que resulte, este cóctel explosivo de seísmos místicos, de lección de vida, de cómo enfrentarse a la pérdida y canto a la amistad y al amor, nunca cae, a diferencia de tantos productos estilo Pixar, en el moralismo o las peores trampas sensibleras, evitando el sermón tanto como la farsa.

Siempre fresca, divertida e imaginativa, Suzume es otra demostración de la superioridad, tanto formal como filosófica, del anime para jóvenes sobre la animación de Hollywood. ¿Quiénes, salvo esos locos nipones, pueden convertir un taburete de madera en un héroe de acción?