La mujer del siglo se titula este biopic de Simone Veil y, en este caso, puede decirse que no hay exceso de entusiasmo en tan desaforado adjetivo. Hija de una familia de judíos conservadores con un padre de derechas, Veil nació en 1927 y antes de cumplir la mayoría de edad dio con sus huesos en el infierno de Auschwitz. Milagrosamente, ella y su hermana sobrevivieron, no así su madre, su padre y su hermano.

Veil se quedó en Francia, ya que se consideraba francesa a todos los efectos. Lejos de derrumbarse o envilecerse después de una experiencia casi indescriptible en su horror, convirtió su dolor en fortaleza y desarrolló una casi inhumana compasión y empatía. El director del filme, Olivier Dahan (La Ciotat, 1967), no oculta la importancia del momento en el que rueda esta película: “De alguna manera”, dice muy critico en general con su país, “da la impresión de que los franceses quieren un gobierne de extrema derecha. Creo que sucederá”.

Frente al auge del totalitarismo, Veil es una heroína de la democracia liberal. Lo hizo todo, o casi: reformó el sistema de prisiones para hacerlo más humano, defendió los derechos de los argelinos que luchaban por su libertad en tiempo del colonialismo, logró que se aprobara en los años 70 la ley que permitió a las mujeres abortar de manera legal, se desvivió por los enfermos de SIDA cuando la enfermedad aniquiló a cientos de personas en los años 80 y se consideraba vergonzosa. Además, fue la primera mujer que presidió el Parlamento Europeo en 1979. Como ministra, colaboró siempre con gobiernos conservadores, ya que nunca perdió las raíces políticas de su padre.

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Por si todo esto fuera poco para una sola vida, como nos recuerda la película, Veil también rompió con el pacto de silencio sobre el Holocausto utilizando su prestigio y su celebridad para que muchos conocieran la verdadera dimensión de la brutalidad y la tragedia. Finalizada la II Guerra Mundial, el genocidio judío fue, durante décadas, un tema tabú que un continente cubierto por la vergüenza prefería enterrar. Según Dahan, no solo en este asunto, el país vecino tiene “problemas para asumir la verdad de su historia”.

Esta peripecia vital la cuenta el cineasta en una película melodramática e incluso sentimental, con un tono que ya vimos en la célebre La vida en rosa (2007), biopic de la cantante Edith Piaf que le dio un Oscar a Marion Cotillard. Dahan dice que quiere “conmover para desarmar”.

Aficionado a retratar a mujeres históricas, también consiguió el éxito con Grace de Mónaco (2014). El director, que pasaba de niño todos los veranos en la Costa Brava catalana y dice tener un enorme afecto por nuestro país, nos cuenta entre muchas otras cosas por qué considera sus biopics películas de ficción con personajes reales o las raíces de su peculiar feminismo, basado en la frustración por la tortuosa relación con su madre.

Pregunta. ¿Fue Simone Veil una verdadera heroína?

Respuesta. Fue una persona excepcional sin lugar a dudas, no hay muchas como ella. En la política francesa ha habido pocos casos o ninguno de tanta exigencia personal y de respeto por la gente. No creo que fuera una política, más bien era una persona que utilizaba la política para avanzar las cosas, pero no como una política convencional. Hago una diferencia entre hacer política y utilizarla como instrumento para alcanzar un fin colectivo. Da igual que sea de derechas o de izquierdas, es una política en el orden de lo humano, lo más humano posible, con unas convicciones muy fuertes. Eso hizo que fuera muy tenaz, nunca intentó escalar en los peldaños del poder; cuando se comprometía con una causa, no tenía miedo de perder su puesto. Iba hasta el final de lo que había decidido hacer. Eso no lo hacen los políticos.

P. ¿El horror de Auschwitz le hizo desarrollar una gran capacidad de empatía?

R. Lo que trato de mostrar en esta película sobre todo es esa capacidad de empatía. Es cierto que tiene un lado frío y distante pero comprende muy bien lo humano, hay una gran identificación con el sufrimiento de los demás. Aplicó esa humanidad, esa verdadera humanidad, a las leyes, a los textos, es extraordinario. Hizo todo tipo de cosas para mejorar la vida de las mujeres, no solo la ley del aborto. Avances que cambiaron de una manera real y significativa la vida corriente de la gente. Tenía una fuerza impresionante. Era una persona que no tenía miedo a batirse en una época muy distinta a la nuestra, donde la política era totalmente masculina. Eso fue una lucha enorme porque esos hombres imponían esas ideas por la fuerza.

"La extrema derecha siempre ha tenido un papel importante en Francia desde el final de la II Guerra Mundial"

P. Veil explica sin tapujos el horror de los campos de exterminio, también la colaboración de franceses en el mismo. ¿Rompió un tabú?

R. Francia ha tenido con frecuencia un problema para reconocer su historia, no solo en este caso. Efectivamente, después de la Shoa en Francia estaba mal visto hablar sobre eso y duró mucho tiempo. El silencio estaba impuesto por la política, por el Estado y la propia sociedad. Esta situación, no poder hablar de lo que pasó en la guerra, incluso hoy sigue vigente de alguna manera, no es algo que está resuelto. En Francia hay un gran problema para enfrentarse a la verdad de la historia, ya sea el Holocausto y la colaboración francesa como la guerra en Argelia como muestro en la película. Son asuntos que no han sido digeridos.

P. Veil recibe constantes ataques de la extrema derecha. ¿Ya tenía un papel importante el partido de Le Pen padre en esa época?

R. La extrema derecha siempre ha tenido un papel importante. Nunca ha dejado de tenerlo después del fin de la guerra. En España habéis conocido la dictadura, eso en Francia no ha sucedido pero en todo momento ha habido y sigue existiendo una tentación totalitaria.

P. ¿Quería hablar ahora para contrarrestar de alguna manera ese ascenso del Frente Nacional?

R. Sí, por supuesto, Francia juega con fuego y no creo que sea lejano el día en que la extrema derecha gobierne en Francia. De alguna manera, sinceramente pienso que es lo que los franceses quieren. Vamos adelante y atrás, así todo el rato, pero siempre en torno a esta tentación francesa de reensayar la extrema derecha. Por eso el Frente Nacional no ha hecho más que mejorar sus resultados de elección en elección.

"No utilizo las emociones para hacer llorar, sino para desarmar al espectador"

P. En una vida tan rica y compleja, ¿cómo escoge qué partes quiere mostrar?

R. Quería mostrar lo que me interesaba. Yo comunico a través de Veil cosas que me emocionan. Es una selección muy subjetiva. Quería hablar de la guerra de Argelia. Y quería que se vieran los campos de concentración en todo su horror pensando sobre todo en los jóvenes, quienes ahora tienen entre quince y veinte años y quizá tienen un conocimiento más lejano.

P. En su visita a Israel, Veil lo deja claro, ella es francesa. ¿Supuso un ejemplo que decidiera no abandonar el país a pesar de los muchos motivos para el rencor que podría haber tenido?

R. Ella tiene una cultura judía pero no es una persona religiosa, es laica. El laicismo en Francia significa que cada uno tiene sus propias convicciones, pero a nivel de grupo hay unos valores comunes que son laicos. La laicidad es algo que tiene que ver con lo colectivo y la religión con lo personal.

P. Sorprende un poco que la mujer que legalizó el aborto en Francia o defendió a los combatientes argelinos, llamados terroristas por gran parte de la sociedad, trabajara siempre con gobiernos de derechas. Su propio marido era un miembro del partido conservador. ¿El problema son nuestros prejuicios?

R. Veil creció en una familia en la que su padre era de derechas y su madre de izquierdas. Creo que cogió lo mejor de ambos mundos. Comenzó como magistrada y cuando empezó en política fue en un gobierno de derechas. Es una opción muy pragmática también porque como he dicho antes, ella utiliza la política para hacer avanzar las cosas. Simone Veil buscaba resultados en la vida cotidiana.

Simone Veil hacia finales de los años 70 del siglo XX. Foto: Pietro Naj-Oleari / Parlamento Europeo

P. ¿Por qué opta por un tono de melodrama?

R. He querido ser lo más orgánico posible. Hay una especie de melodrama, efectivamente, pero no utilizo las emociones para hacer llorar sino para desarmar al espectador y hacer que el mensaje pase mejor. Todo aquello que sea conmovedor no es gratuito, yo quiero conmover para desarmar.

P. Casi todas sus películas tienen como protagonistas a mujeres. ¿Se considera un director feminista?

R. Eso viene de mi relación con mi madre. Era una mujer complicada, no tuve una infancia fácil, y creo que tiene que ver más con mi curiosidad por saber cómo son las mujeres que puro feminismo. En mi experiencia personal hubo una incomprensión respecto a ella que me ha llevado a reflexionar a fondo sobre esa naturaleza femenina. Desde luego hay un lado feminista, hoy en día no se puede ser otra cosa que feminista. Hay una desigualdad evidente y una explotación de las mujeres que es real. Pero en mi caso, ese feminismo también viene de esa frustración respecto a mi madre en mi infancia, con lo cual surge de algo doloroso.

>>No creo que sea, por tanto, un feminismo que en su punto de partida sea político. Hablando de las mujeres indago en mí mismo. Con mis películas, sobre todo me pregunto si no fue ese sistema machista que no dejaba respirar a las mujeres ni desarrollarse como personas lo que hizo que mi madre fuera cómo fue. Es una reflexión feminista pero el arranque es una frustración.

"Hay muchas chicas jóvenes en Francia que utilizan TikTok para hablar de Simone Veil"

P. A la hora de abordar personajes históricos, ¿busca ser lo más fiel posible a la realidad o crear su propia versión?

R. Es un pretexto. Cuando hago una película con un personaje que ha existido es ficción. Cojo a un personaje que todo el mundo conoce y hago una ficción, aunque los hechos que narro sean reales. Yo no conocí a Edith Piaf, ni a Gracia de Mónaco, ni a Simone Veil. Son arquetipos de los que me sirvo de una manera ficcional. A través de ellas trato de decir algo que para mí es importante.

P. ¿Permanece en Francia el recuerdo de Simone Veil?

R. Ahora mismo sucede una cosa muy curiosa y es que hay muchas chicas jóvenes que utilizan TikTok para hablar de Simone Veil y la película. Se ha convertido en viral y es fantástico ver cómo descubren el feminismo y la historia del siglo XX gracias a ella. Para mí es una satisfacción, porque cuando hice esta película sobre todo estaba pensando en la gente joven. La película está funcionando muy bien en Francia y me hace muy feliz.