Richard Williams (Will Smith), junto a Serena (Demi Singleton) y Venus (Saniyya Sidney).  Foto: Chiabella James

Richard Williams (Will Smith), junto a Serena (Demi Singleton) y Venus (Saniyya Sidney). Foto: Chiabella James

Cine

El controlador y tenaz King Richard

Reinaldo Marcus Green estrena 'El método Williams', filme sobre el padre de las tenistas Venus y Serena Williams que no escapa del molde del 'biopic' hollywoodense más adocenado. Will Smith hace gala de una sutil comicidad

21 enero, 2022 01:46

“Eres la persona más cabezota que he conocido en mi vida, y eso que entreno a McEnroe”, le dice en un momento de El método Williams el entrenador Paul Cohen (Tony Goldwyn) a Richard Williams (Will Smith). Quienes estén mínimamente familiarizados con el deporte de la raqueta conocerán el iracundo temperamento del legendario tenista estadounidense, célebre por sus continuos enfrentamientos con los jueces de silla y sus salidas de tono fuera de la cancha. Por lo que muestra Reinaldo Marcus Green en este biopic, el padre de las hermanas Serena y Venus Williams no era tan volcánico como Big Mac, pero sí un hombre tenaz, controlador y obstinado hasta la médula, empeñado en convertir a sus dos hijas pequeñas en estrellas mundiales del deporte. A la vista está que lo consiguió: Venus ganó cinco torneos de Wimbledon y dos US Open, mientras que Serena se disputa el título de mejor tenista de la historia con Martina Navratilova o Steffi Graf gracias a sus 23 Grand Slams.

Tiene una narración entretenida, con ritmo, y con la emoción propia de cualquier filme deportivo

El método Williams, digámoslo ya, no es una película redonda, pero sí es una narración entretenida, con ritmo, con la emoción que se supone a cualquier filme con el deporte de fondo. Como muestra de ello, el hecho de que sus 138 minutos transcurran con brío, sin que la intensidad decaiga en ningún momento. Además, para los espectadores españoles ofrece un aliciente interesante: Arantxa Sánchez Vicario, interpretada por la tenista mexicana Marcela Zacarías, ejerce de inesperada villana en el clímax de la película, cuando siendo la número dos del mundo se enfrenta a una Venus de 14 años en su segundo partido como profesional.

El mayor problema del filme es que el relato está obviamente autorizado por el auténtico Richard Williams, por lo que Marcus Green no puede evitar un acercamiento hagiográfico a su figura que respete el molde del biopic hollywoodense más adocenado. Aunque se apuntan algunos de los aspectos más controvertidos de la biografía del protagonista, principalmente en una discusión con su esposa Brandi (Aunjanue Ellis) en la que se hace referencia a otras mujeres e hijos –ya en el último tercio del filme y sin que nada de ello haya sido mostrado en pantalla, por lo que resulta algo forzado–, la entrada de Wikipedia sobre King Richards quizá de una visión más completa sobre el personaje que la propia película.

A pesar de ello, Marcus Green sí se esfuerza en entender si detrás del personaje hay un hombre que quiere reivindicarse a sí mismo desde cierta egolatría y resentimiento con el mundo o un padre de familia responsable que quiere lo mejor para sus hijas, aunque es la diversión el verdadero leitmotiv que guía la historia.

La película arranca como un drama en el que el protagonista, que antes de que nacieran Venus y Serena escribió un programa de 78 páginas con los pasos para convertirlas en las mejores tenistas del mundo, se enfrenta tanto al clima depauperado del barrio de Compton en el que residen como a los prejuicios de un microcosmos del tenis eminentemente blanco, pijo y reaccionario que las rechaza. En cambio, un tono más satírico toma el filme hacía la mitad, con el personaje cayendo en cierto endiosamiento que Will Smith, premiado con el Globo de Oro al mejor actor, encara con una deliciosa y sutil comicidad.