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Francisco Ramos: “Con la transmisión simultánea y global cambian las reglas del juego”

Hablamos con el vicepresidente de contenidos originales de Netflix, Francisco Ramos, y Darío Madrona, ambos creadores de Élite, sobre la evolución de la producción española en tiempos de streaming

20 marzo, 2020 19:49

Número uno en España en estos días de cuarentena de la plataforma Netflix, el estreno de la tercera temporada de Élite ha confirmado la serie como el estandarte de la compañía en nuestro país. Eterna vuelta de tuerca al clásico “amor y lujo” con forma de thriller criminal y mucho sexo, los ricos y guapos adolescentes se ven inmersos en una interminable trama de culebrón que comenzó con el asesinato de Marina (María Pedraza) y termina con el de Polo (Álvaro Rico) en esta tercera temporada. Con dirección de Ramón Salazar y Dani de la Orden, el “cerebro” detrás del éxito de la primera temporada, que fue un fenómeno mundial, fue Francisco Ramos, hoy vicepresidente de Contenidos Originales de Netflix. Y el talento detrás de la historia y los guiones son Carlos Montero y Darío Madrona, forjados durante años en la ficción televisiva española. Ramos y Madrona se reúnen con El Cultural para analizar los motivos del éxito de la serie, la evolución de la producción española en tiempos de streaming, las especificidades del formato serie y sus diferencias con el largometraje de cine o el potencial del castellano como puente entre España y América.

Pregunta. ¿Cómo crean esos adolescentes tan turbulentos que matan y forman tríos sexuales antes de dejar el instituto que vemos en Élite?

Francisco Ramos. El gran acierto de Dario (Madrona) y Carlos (Montero) y los directores fue crear unos personajes muy especiales en un universo muy especial. Todos los personajes están muy despistados pero tienen una ternura infinita. Lo que me gusta es que son muy buenos para tratar a los personajes adolescentes con seriedad y sin prejuicios, no los ven desde arriba.

Darío Madrona. Carlos (Montero, coguionista) y yo hemos comentado alguna vez que nosotros tenemos un estilo de escribir que es muy “p'arriba”, somos como adolescentes, que lo viven todo con mucha intensidad. Nosotros lo vemos todo tan excesivo como ellos, y eso está en la serie. Al mismo tiempo, como dice Paco, se trata de no mirar a los jóvenes por encima del hombro. Todos los adolescentes son adultos porque en el fondo son adultos en formación. Creo que eso es lo que hace que enganche la serie.

P. ¿Por qué nos gustan tanto las series?

D. M. Siempre ha habido una relación especial con las series. Hacer ficción es lo más caro, para un canal generalista sale mucho más barato hacer un programa que una serie. Pero la serie tiene algo que hace que la gente se encariñe con los personajes, que los siga mucho tiempo, y crea una imagen de marca y una fidelidad increíble que no consigues con otro tipo de contenidos. Si hay una serie de Netflix que te encanta ya Netflix queda asociado a algo que es importante en tu vida. Esos personajes son importantes en tu vida y los vives. Las series crean una fidelidad al espectador muy positiva. Si Apple crea una serie que te encanta a lo mejor te compras un iphone porque Apple crea una serie que te encanta. Y con Amazon es lo mismo. Quizá suena siniestro pero las series son una manera muy buena de llegar al corazón de la gente. La identificación que se crea con una serie con la que compartes 40 horas de tu vida, muy pocas películas lo pueden conseguir. Realmente se convierten en parte de tu familia.

P. ¿Por qué Elite se convierte el fin de semana de su estreno en una de las series más vistas en todo el mundo cuando al cine español, y europeo en general, le cuesta tanto triunfar en las taquillas extranjeras?

F. R. – Tiene que ver con dos cosas concretas. Sensibilidad y simultaneidad. Existe un estigma, el prejuicio de que solo el contenido estadounidense es universal mientras el resto es solo local. Esto sucedía porque la mayoría de las producciones que provenían de cada país que no fuera anglosajón casi siempre solo triunfaban en su propio territorio. Con la transmisión simultánea y global que ofrece Netflix, cambian las reglas del juego. Si Élite fuera una serie de Antena 3 y tuviera el recorrido habitual primero la pasaría ese canal, después se hubiera vendido en Mipcom (feria de contenidos televisivos que se celebra en Cannes) y la hubieran comprado canales de países como México, Argentina o Venezuela, que lo hubiera emitido en un tiempo distinto. En otros casos, se generaba un público específico como pasó con El tiempo entre costuras. Lo que vemos ahora es que podemos generar un ruido social simultáneo.

D. M. Ahora la sensación es que hay una igualdad de oportunidades que antes no había. Tú antes no tenías acceso a muchos mercados por los motivos que fuera. Ahora en cambio sigue siendo muy difícil competir con las series americanas de más presupuesto y con las estrellas más rutilantes del mundo, pero al menos hay un inicio de igualdad de oportunidades, y cuando existe esa igualdad resulta que podemos tener el mismo éxito. Una vez tenemos ese acceso, todos jugamos en el mismo campo.

P. ¿Se convierte la universalidad del castellano en una herramienta fundamental?

D. M. Creo que el español es como un puente entre Iberoamérica y Europa. Somos europeos pero también somos latinos. Estamos en esa intersección que nos da la ventaja de poder conectar los dos mundos. Donde tenemos más dificultades es en el mundo anglosajón por una cuestión de subtítulos, doblajes y cosas así, pero hay muchas culturas donde tenemos una puerta abierta.

F. R. Es el único idioma aparte del inglés que se habla en más de uno o dos países. Es el segundo idioma más universal no solo en número de hablantes, en universalidad. Y no solo puede impactar directamente en Latinoamérica, Élite ha encontrado una conexión sociológica y cultural con los países del Mediterráneo. Todos los países del Mediterráneo son mucho más cercanos culturalmente a España que Francia o Europa del Norte.

P. En el caso de una serie para las masas como Élite, ¿funciona bien doblarla para que sea mas accesible en países de habla no hispana?

F. R. Lo que vemos es que no se quita valor a un producto español cuando se dobla al italiano o al francés como quizá se pensaba. La realidad es que llevamos toda la vida viendo series americanas dobladas, el 90% de los españoles vieron todas las series dobladas. No fue hasta que llegó Canal Plus y ni siquiera porque al principio tampoco. Los doblajes a otros idiomas requieren un trabajo artesanal importante. Y después, en Latinoamérica vemos que ese prejuicio de que los mexicanos solo consumen películas y series mexicanos o españoles solo españoles es un prejuicio que está alimentado por el imperialismo americano. Antes en prime time en los canales españoles tenían varios días series americanas y un día a la semana una serie española como Farmacia de guardia. Hoy es al revés y en Antena 3 o Telecinco es la ficción española la que manda. De hecho ya no emiten películas en prime time, el relato local reemplaza al relato sajón por una lógica identificatoria. El español es mucho más vertebrador de lo que los españoles pensamos.

P. ¿Debe ser Élite “menos española” o buscar un look más universal para triunfar en el extranjero?

F. R. Me he pasado toda la vida peleando con los directores que las películas pasen en un sitio y en una época concreta y específica. Y que el lugar y al época son trascendentes. La inverosimilitud es el mayor obstáculo de cualquier ficción. Pero existía esa obsesión por vender fuera de España y hacerlo todo “universal”. Sin embargo el director que más vende fuera de España es el más específico y concreto como Pedro Almodóvar.

D. M. Ni siquiera era cierto eso de que hacíamos cosas universales porque en realidad queríamos decir americanas. Se quedaba en ese rollo americano que quedaba extraño. A veces incluso se rodaba en inglés cuando saltaba a la vista que no era auténtico.

F. R. Lo que se hacía era contratar a actores de segunda fila americanos. A mi me dijo una vez un productor que en España se hacían películas que son como lo bolsos falsos que se venden en el top manta. Ni los franceses ni los italianos tuvieron esa intención, no se puede ser más francés que los franceses.

D. M.  Carlos y yo hicimos en 2008 una serie policiaca oscura en una comisaria cerrada, no se sabía ni en qué ciudad estaba. Habíamos renunciado a lo más importante, que es la identificación porque querían hacerlo americano.

P. ¿La narrativa audiovisual de Estados Unidos se ha convertido en el canon universal?

F. R. Son expertos en crear un relato que parece universal. La industria de Estados Unidos ha logrado durante años que creamos que las comisarías son como las suyas y de repente cuando la gente ve una serie española donde la administración de la justicia funciona como en su propio país a la gente le parece raro porque está acostumbrada a que las comisarías son como las de Estados Unidos. En España no te arrestan y te llevan a una comisaría. Son buenísimos en construir que el relato de la cultura popular local es universal y todos los demás intentamos copiarlo, salvo los franceses.

D. M. Existe esa confusión entre universalidad y cultura de Estados Unidos cuando en realidad ellos mismos son súper específicos. Hacer una serie sobre el juicio de OJ Simpson es lo más específico que hay en el mundo. Aquí haces una serie sobre un tema tan nuestro y parece rancio.

P. ¿No tendría suficiente Netflix con la cantidad de series, películas y documentales que produce en Estados Unidos?

F. R. Si nosotros tuviésemos una oferta en cada país que solo consistiese en series americanas iríamos muy cojos. Sin el relato local nos convertimos en parte de la cotidianeidad del español, no es interesante, tenemos que ser partícipes del relato social y cultural. Es darnos cuenta de que la mezcla interesante es la que combina las mejores series americanas pero también las mejores películas españolas, francesas y alemanas  y que cada uno escoja lo que cree más interesante. Gran parte del éxito de Netflix fuera de Estados Unidos tiene que ver con el contenido local.

D. M. Mi serie favorita de Netflix es una serie que se llama Suburra y no puede ser más italiana por todos lados. Hay vaticano, mafiosos, lo mejor que puede hacer una compañía que se quiere implantar en todo el mundo. En Italia interesa más una serie española hecha desde lo español, sino es un sucedáneo.

P. Hace muchos años que el cine español lucha duras batallas en la taquilla mientras las series patrias obtienen grandes audiencias en la televisión generalista. Al mismo tiempo, la crítica siempre ha sido poco piadosa con la producción televisiva española. ¿Se ha menospreciado esa capacidad de la tele para seducir a muchos espectadores?

D. M. Ha habido un cambio y tiene que ver también con cómo se hacen las cosas. Ahora se produce con mucho más dinero y hay más tiempo para hacerlo mejor en todos los ámbitos. No solamente en plató, también en posproducción. En España se han llegado a rodar series que se emitían de manera inmediata al día siguiente. Al mismo tiempo, es cierto que se ha despreciado durante mucho tiempo lo difícil que es conseguir la fidelidad del espectador. No es nada fácil conseguir que la gente se sienta todas las semanas a ver tu serie. Y eso, que al cine le sigue costando, la televisión lo ha conseguido muchas veces en este país. Y eso no pasa en otros países cuando aquí hace mucho tiempo que las series más populares son españolas. Eso tiene muchísimo mérito. Esa misma gente que hacia series sin la calidad técnica que tienen ahora es la que está trabajando y por eso estamos compitiendo con gente de otros países.

F. R. La cultura americana ha reducido a la mínima expresión la variación, y entonces de alguna manera, con el afán de ser mas masivos posibles, han perdido algo en complejidad. Entonces, hace unos años que Telecinco, Antena 3, comenzaron a hacer sus series. Ahora las hacen mejor porque viajan por todo el mundo. El problema de las series siempre ha sido la rentabilidad porque son caras y ahora con esta proyección global se pueden rentabilizar mejor. Lo que hacías con ellas es generar fidelidad e imagen de cadena. También servían para equilibrar la parrilla y alargarla. Ahora que hay mejores medios se hacen mejores series. Había un mercado en proceso de configuración que ha encontrado su camino.

P. ¿Son las series películas largas?

F. R. Yo insisto mucho en que no piensen que es una película larga.

D. M. Eso es un error fundamental porque además empiezas a hacer cosas raras como que la serie no empiece hasta las dos horas porque hay un primer acto super grande. La novela es una unidad pero esta dividido en capítulos. La gente se cansa en seguida y en seguida quieren más.

@juansarda