Con una larga trayectoria como cineasta de películas de acción, Daniel Calparsoro (Barcelona, 1968) se pasa al fantástico en El aviso, una película en la que le da una vuelta al asunto de la “casa maldita” para contarnos la ola de crímenes que suceden a lo largo de un siglo en una aparentemente inocente gasolinera del extrarradio de Madrid. Raúl Arévalo como angustiado investigador y un niño que sufre acoso escolar son dos personajes unidos por un aciago destino relacionado con una maldición numérica. Aurora Garrido como sufrida madre o Belén Cuesta como doliente novia son algunos de los personajes de un filme al estilo Shyamalan en el que Calparsoro apuesta fuerte por mezclar el estudio de personajes con la película sobrenatural. Autor de películas como aquel debut indie Salto al vacío (1995), Asfalto (2000), Invasor (2012) o la reciente Cien años de perdón, un gran éxito de taquilla, Calparsoro nos cuenta por qué en El aviso la caligrafía era más importante que nunca.

Pregunta.- ¿Cómo introduce elementos fantásticos en una película con una base real tan fuerte?

Respuesta.- Cuando llega el guion a mis manos es americano para rodar en Estados Unidos o en Canadá. Funciona muy bien, es muy entretenido. Me piden que lo adapte a España y cuando pregunto quién está detrás me dicen que Jorge Guerricaechevarría al guión y Raúl Arévalo como protagonista, que son dos personas con las que me gusta mucho trabajar y eso hace que tenga más ganas. Eso me empuja definitivamente a leerlo y tengo la impresión de que no es fácil adaptarlo para que sea Madrid y que sea creíble. Me pongo a trabajar con Patxi Amezcua y luego con Jorge para hacerlo de aquí. Los crímenes tienen que parecer reales porque los del guion eran americanos. Por ejemplo, el primero sucede en una venta, después vemos a ETA... lo vas haciendo todo de aquí. Y de repente nos encontramos con que dentro de una historia con elementos fantásticos está apoyada en la realidad porque los personajes son reales. Combinar esa estructura con la real era lo más complicado para que el trasfondo de la película, el abuso, el maltrato o la comunicación, fueran reconocibles, cercanos, pero estuvieran como base para que esto fuera una historia orgánica de personajes vivos.



P.-
¿De qué manera engarza las dos historias que forman parte del filme?

R.- Lo más complicado una vez dado ese paso de adaptarla a la realidad española era que el tono de la película fuera un tono único. Como estas viendo dos realidades paralelas, no quería que el espectador tuviera la sensación de que está viendo dos películas sino de que es la misma historia, que en algún momento convergerán. Hay esa intuición de que se van a juntar. Pero había que conseguir que esa amalgama estuviera bien casada. Por una parte, el hecho de que tanto los personajes como sus problemas y las cosas que les suceden fueran próximas y cercanas pero que eso no fuera el centro para luego contar la historia que es de un hombre, Raúl Arévalo, que quiere salvar a un niño. Él descubre que va a suceder el asesinato de un niño y quiere evitarlo. Esa es la historia de “el aviso” pero con todos nuestros elementos. Y luego ves que la película se ha vendido muy bien en todo el mundo con lo cual se demuestra, una vez más, que cuanto más local eres más universal. No solo tiene que ser Madrid, tiene que parecerlo, y es un barrio concreto como Chamartín.

P.- ¿Cómo consigue que asuntos del filme como el bullying se inserten en la trama?

R.- Nos parecía importante que ambos personajes tuvieran una tara o un problema y que ese problema estuviera relacionado con la incomunicación. En el caso del niño no se puede relacionar con su madre porque su madre quiere que su hijo sea fuerte y se valga por sí solo. Ella quiere al niño pero necesita que él sea fuerte y se enfrente solo a los niños. Cree que el niño está llamando la atención. Y luego por otro lado el personaje de Raúl Arévalo está empecinado. Son personajes que tienen en común el hecho de tener un proyecto y que nadie cree en él.

P.- Es una de sus películas más emocionantes. ¿Buscaba reflejar sentimientos más allá de los elementos fantásticos?

R.- La película tiene un lado femenino muy fuerte y tiene muchísima emoción. La historia del niño con su madre es muy fuerte y la historia de Raúl con ese amor no correspondido le da un toque de fragilidad y romanticismo al personaje. Y ese empeño tan loco de salvar a un niño que todavía no ha nacido es épico. En esta película he dejado un poco más de lado la trama y el plot, que no es que los hayamos descuidado, los hemos cuidado mucho, pero no le hemos dado todo el protagonismo para que sean los personajes los que den la credibilidad de la historia.

P.- El filme tiene un estilo muy original, ¿se ha esforzado por darle personalidad?

R.- La caligrafía en esta película es más importante. En Cien años de perdón la caligrafía debía no existir porque todo debía estar muy al servicio de la interpretación de los actores, de la historia y del decorado. Había grandilocuencia pero la cámara debía brillar por su ausencia, no notarse. Sin embargo en El aviso la caligrafía es más importante porque debe introducir al espectador en los distintos mundos. Tiene una caligrafía reconocible. Esta es una película mucho más planificada y dibujada para ir unificando el mundo del niño con el del adulto y es casi una especie de metalenguaje.

@juansarda