Carla Simón

Pocas películas españolas, y menos debuts, se estrenan precedidas de tanto entusiasmo. Tras ganar en el último Festival de Berlín el premio a la mejor ópera prima, Verano, 1993 se alzó en el reciente Festival de Málaga con la Biznaga de Oro a la mejor película. Hablamos con su directora, Carla Simón.

Pocas películas españolas, y menos debuts, se estrenan precedidas de tanto entusiasmo. Tras ganar en el último Festival de Berlín el premio a la mejor ópera prima Verano, 1993 se alzó en el reciente Festival de Málaga con la Biznaga de Oro a la mejor película. Cuenta la historia de una niña cuyos padres han muerto de Sida y se ve abocada a vivir con sus tíos en una familia que no siente como suya un verano en el que su vida cambia radicalmente. Contada con sensibilidad y destellos poéticos, la directora narra en el filme su propia biografía personal para realizar un filme que logra captar con sutileza y emoción la odisea personal de una infancia truncada a la que da rostro Laia Artigas, de seis años. El cine de Carlos Saura, muy especialmente Cría cuervos (1975) se erige como influencia en el debut de una cineasta que ya había destacado con cortometrajes como Born Positive (2013), retrato de unos jóvenes nacidos con VIH, o Lipstick (2013), en la que trata la infancia y avanza algunas ideas que cristalizan en esta Verano, 1993.



Pregunta.- En literatura es muy frecuente que los autores utilicen su propia vida como material pero eso no sucede casi nunca en el cine. ¿Por qué?

Respuesta.- El cine lleva mucho tiempo hacerlo y hay que prepararlo. La literatura es mucho más inmediata y tiene esta cosa de catarsis que no es como el cine que tienes que premeditar cada decisión que tomas. Probablemente ese es el motivo.



P.- ¿Hasta qué punto es fiel a la realidad de los hechos?

R.- Es mi historia pero cuando vives una cosa a una edad tan temprana se acaba convirtiendo en algo parecido a un cuento o una leyenda aunque no lo hayas vivido tú. En mi memoria se mezcla todo y me resulta muy difícil decir cómo fue exactamente. Parto de recuerdos e imágenes para darle una estructura de película.



P.-¿Detecta la influencia de Cría cuervos de Saura?

R.- Es una referencia que de una forma muy sutil está en el contexto sobrevolando toda la película. Es fascinante cómo esa película se mete en la psicología de una niña y se hace preguntas como si esa inocencia tiene o no tiene moral porque vemos también sus pensamientos oscuros. Es difícil reflejar la infancia porque hace tiempo que la dejaste atrás y lleva un esfuerzo grande recuperar esas sensaciones que tenías entonces. El tema de la muerte, por ejemplo, cuando eres un niño no lo entiendes del todo.



P.- ¿Tendemos a idealizar la infancia y nos olvidamos de esa parte oscura que le resulta inherente?

R.- La muerte ha estado siempre muy presente en mi vida. Cuando eres pequeño no la entiendes pero te despierta mucha curiosidad. Esa parte oscura muchas veces está asociado a la propia curiosidad, vas buscando los límites constantemente porque no sabes hasta dónde puedes llegar. La idea del límite está muy relacionada con la forma de educar a los niños. Cuando somos adultos nos quejamos si creemos que nuestros padres nos dieron demasiada libertad y también si fueron demasiado rígidos. En cualquier caso, de niño necesitas que te impongan unas barreras porque si no tienes la sensación de que creces como un niño salvaje. De una forma inconsciente, transgredes las normas porque también las estás reclamando. La familia no es una democracia.







P.- Cuando la niña se muda a vivir con sus tíos hay una sensación muy marcada de ser una intrusa. ¿Lo ve así?

R.- Es un proceso de adaptación largo y cuanto mayor eres más difícil es. Es curioso porque a mi prima, por ejemplo, me costó mucho menos llamarla hermana que a sus padres. Cuando yo comencé a vivir con ellos era un bebé y esa relación de hermanas surgió de una manera muy natural. También es cierto que cuando eres pequeño tienes más capacidad de comenzar de nuevo.



P.-¿Ha sentido alguna vez que lo que estaba contando podía herira su familia?

R.- Lo bonito de cuando retratas personas que conoces es que puedes crear personajes más complejos. No son ni buenos ni malos, hacen lo que pueden y de alguna manera surge la fragilidad y se equivocan. Es muy delicado.



P.- Los padres mueren de Sida pero apenas se habla de eso.

R.- No quería caer en el morbo de si la niña tiene o no tiene la enfermedad como sus padres. Yo no supe la verdad hasta que tuve doce años y en esa época no se verbalizaba. Si poníamos ese tema demasiado encima de la mesa hubiera eclipsado la historia. Lo que sí reflejamos es un momento muy duro en el que mucha gente murió de Sida. Fue muy fuerte.



P.-¿Cómo lo vivió usted?

R.- Estuve muy desligada de esta paranoia. Después supe que no lo heredé de mi madre y todo el mundo tenía miedo de eso. A mi abuela nunca le dijeron la verdad y en esa época se ocultaba, aún sigue pasando. Muchos amigos de mis padres que han visto la película se han sentido muy afectados porque han vuelto a conectar con ese tiempo. Por fin han podido hablar abiertamente de algo que siempre ha sido un tabú. Hay algo absurdo en pensar que si te mueres de Sida es que te has drogado o has hecho mala vida. Pero sigue pasando.



@juansarda