Escena de Como la espuma

El cineasta Roberto Pérez Toledo (Lanzarote, 1978) ha logrado cierta fama y fortuna moviéndose en el terreno del cortometraje, muchas veces muy breves, encontrando en YouTube una plataforma idónea para llegar a su público. Su corto más famoso, Los gritones, en el que vemos a un chico y a una chica gritar a todo pulmón y el corte de él cuando le confiesa su amor a voz en grito y ella se hace la despistada, da buena idea del universo del director. Los personajes de Pérez Toledo aman con devoción y viven en la perpetua zozobra de sentirse rechazados. Toledo habla una y otra vez de emociones, de sentimientos, de personajes que aman, sufren y padecen por cuestiones de amor.



Si su primer largometraje, Seis puntos sobre Emma (2012) tenía como protagonista a una ciega enamorada de un apuesto psicólogo. En esta Como la espuma, una película muy coral, el protagonista es un parapléjico (como el propio Toledo) que vive amargado por su condición y que de paso va a amargando la vida a los demás. Para conseguir que sonría, su mejor amigo le organiza una fiesta en la mansión en la que vive (heredada de su abuela) que el WhatsApp convierte en una orgía. De esta manera, Toledo encuentra la situación idónea para hacer lo que mejor se le da, o sea, poner a sus personajes en situaciones en las que el contexto "pelea" con lo que está sucediendo creando esa sensación de vergüenza o arrobo en ellos (me querrá o no me querrá) que define su filmografía. Por tanto, de lo que se trata no es de presentar una fiesta de sexo salvaje sino de poner a personajes en busca de amor en un lugar en el que parece que el amor pinta poco y todo va de sexo.



El filme nos cuenta varias historias, la del parapléjico que se encuentra a su ex novio y trata de quitarse de encima a un amigo posesivo, la de una chica pija que quiere aprender a ser "salvaje" o la de una madura profesora que encuentra el amor en un jovencito, porque en la película, además, jóvenes y no tan jóvenes se lían y se deslían. Como la espuma se ve con cierta gracia e interés aunque, como suele suceder con las películas corales, algunas historias funcionan mejor que otras y, mientras la de la niña bien tiende a lo catastrófico, resulta más convincente la del matrimonio en crisis o el affaire con el adolescente, que brinda la que quizás es la escena más divertida del filme.



El problema de Como la espuma es que a Toledo la salsa no le acaba de cuajar. La fiesta, que se supone que es la fiesta del siglo, no parece demasiado divertida y, aunque abundan los cuerpos musculados de chicos de buen ver, el cineasta sigue adoleciendo de una estética un tanto Springfield (por la marca de ropa) a la que le falta cierta garra y personalidad. Aquí y allá hay momentos inspirados y alguna frase ingeniosa, pero al director le ha quedado una película un tanto desvaída.



@juansarda