Una imagen de Los niños del cura

El director Vinko Bresan estrena en España la película más taquillera de la historia de Croacia en la que crítica a la Iglesia y construye un microcosmos con los arquetipos de este pequeño país mediterranéo.

Es la película más taquillera de la historia de Croacia y aunque suceda en un país no demasiado conocido en el nuestro los telespectadores descubrirán un mundo comprensible y próximo. No en vano, como dice su director, Vinko Bresan existe una cultura del mediterráneo que supera fronteras. Una cultura que, ésta sí, conocemos bien y no es casual que el tono esperpéntico y paródico del filme nos recuerde de inmediato a las películas de Berlanga o las comedias clásicas italianas, lugares donde el humor costumbrista y algo extremo sirve como forma de explicar realidades complejas y dramáticas. En este caso, el retraso histórico de Croacia, una pequeña nación marcada por el comunismo y una devastadora guerra que ahora sufre con dureza las consecuencias de la crisis económica. En una pequeña isla del Adriático, Don Fabian, un cura joven recién llegado a la parroquia tiene la feliz idea de agujerear los condones para aumentar la natalidad, de capa caída, de un villorio. Los efectos de tamaña gamberrada al principio son delirantes pero no tardarán en ser trágicos.



"La película está basada en una obra de teatro del guionista (Mate Matisic), viejo colaborador y mi mejor amigo. Se estrenó a finales de los 90 y no tuvo mucha repercusión. A mí la idea me encantaba pero aquello era un drama y es una historia que gana cuando la observamos como una comedia", nos cuenta Vinko Bresan. En esa pequeña isla, el cineasta construye un microcosmos en el que salen a relucir los arquetipos de la sociedad croata: "Mi país es profundamente conservador y no en el buen sentido. Somos la única nación del mundo que especifica en su constitución que el matrimonio es un asunto exclusivo de hombres y mujeres. Sucede que, a la caída del comunismo, la Iglesia católica ha ocupado el lugar que antes le pertenecía. Parece que no sabemos vivir sin una ideología dura que cohesione a la sociedad". Las secuelas de la devastadora guerra de Yugoslavia también están muy presentes: "Todos tenemos amigos o familiares que perdieron la vida en la contienda. Ahora mismo la guerra, de todos modos, sobre todo es visible en el discurso de algunos políticos que la utilizan para manipular a la gente. Hay un nacionalismo exacerbado que se sustenta en esa tragedia".



Algo queda de aquel origen dramático de la obra. Los niños del cura comienza siendo una desternillante parodia de los males de la ignorancia y el fanatismo y poco a poco se va convirtiendo en algo más oscuro: "El tema principal del filme es la manipulación porque cuando comienzas a pinchar condones estás manipulando, y una historia sobre la manipulación no puede terminar nunca bien. Es un caso extremo, aunque por lo visto ya ha sucedido alguna vez según me enteré después e incluso hubo un ministro japonés que llegó a proponerlo para que aumentaran los nacimientos, pero es una metáfora sobre cómo la iglesia manipula a la gente". La iglesia, de hecho, no sale muy bien parada en el filme empezando por un obispo que aparece en yate: "Como dice uno de los lugareños, no está claro si es un magnate o un mafioso. Ese obispo en el fondo se comporta como un político, en esa manera de contemporizar veo la forma en que actúan muchos altos cargos católicos, al final son eso, políticos".



Los niños del cura, con su arrasador éxito en Croacia, desde luego no ha gustado mucho en los círculos ecleciásticos: "A los pocos días del estreno un obispo muy conocido en Croacia decía que el filme está lleno de comunistas, maricones y lesbianas, yo dije que sobre todo me considero lesbiana", nos cuenta Bresan con retranca. En ese ambiente mediteráneo, los españoles descubrirán muchos puntos en común con nuestras costumbres: "Yo crecí en un pequeño pueblo y reflejo esa vida en la calle, ese universo en el que conoces a todo el mundo y la vida colectiva tiene un papel muy importante. En Croacia tenemos eso tan latino de superar las desgracias a base de chistes". En ese universo, protagonizan el filme un cura bienintencionado pero ingenuo en el peor sentido, un fascista y otro no demasiado lumbreras: "A nadie le interesan mis ideas políticas, yo me limito a mostrar lo que hay en la sociedad". Sin duda, Los niños del cura también emerge como vacuna contra cualquier tipo de fanatismo.