Image: Lois Patiño: Las fronteras entre el cine experimental y el tradicional son más permeables que nunca

Image: Lois Patiño: "Las fronteras entre el cine experimental y el tradicional son más permeables que nunca"

Cine

Lois Patiño: "Las fronteras entre el cine experimental y el tradicional son más permeables que nunca"

26 septiembre, 2014 02:00

Lois Patiño en varios momentos del rodaje de Costa da morte, que tras su éxito en festivales internacionales se estrena este viernes en salas

Habemus cineasta. El joven gallego Lois Patiño ha seducido al mundo con Costa da Morte, que desde su presentación hace más de un año en Locarno ha recorrido decenas de festivales cosechando galardones. Retrato coral, íntimo y épico del litoral gallego, el filme se estrena hoy en salas comerciales, desactivando los hábitos de exhibición cinematográfica

Tenemos necesariamente que fijarnos en Costa da Morte, detenernos y dejarnos seducir por la experiencia contemplativa a la que nos invita a sumergirnos. Porque en el extraordinario debut de Lois Patiño (Vigo, 1983) hay algo más que una bella, espectacular sucesión de la épica paisajística del litoral gallego, la línea de sombras que el Imperio Romano consideró el fin del mundo. En su rigurosa, seductora propuesta concentra a lo largo de ochenta minutos los mitos y leyendas, los gestos y las rutinas arcanas de un territorio demasiado familiarizado con la muerte, los naufragios y la destrucción. "Es un retrato coral de los trabajadores de la región, pescadores, mariscadores, percebeiros, leñadores, de los paisajes que habitan y los riesgos que corren, de manera que los elementos naturales, como si fueran personajes, nos acercan al misterio gallego entendido como una unidad de la naturaleza, el hombre y el mito".

Desde su concepción original, asociada a los trabajos de vanguardia cinematográfica y el documental experimental, Costa da Morte ha reventado todo tipo de expectativas. Lois Patiño ha ido acompañando el recibimiento de su película a lo largo de un año en un itinerario que supera nada menos que los setenta festivales internacionales: en Locarno inició su exitosa andadura (Premio Cineastas Emergentes), y de ahí a Rotterdam, al BAFICI de Buenos Aires, al FICUNAM de México, a Cali (Colombia), a Nueva York, a Lisboa, a Corea del Sur, a Kosovo... "Superó con creces cualquier sueño que pudiera imaginar. Es una película con una propuesta formal muy radical y también muy sutil, y pensaba que podría pasar desapercibida fácilmente, pero ha conectado muchísimo con audiencias de todo el mundo", explica Patiño. "Incluso el público no especializado, más abierto, ha disfrutado mucho con la película. Eso me ha sorprendido y reconfortado, porque mi voluntad era hacer algo para mí mismo".

Brechas en la percepción

Debemos por tanto deternos en Costa da Morte porque su estreno hoy en salas comerciales en ocho ciudades españolas abre una nueva brecha en las percepciones asociadas al cine contemporáneo, certificando una vez más que el objeto-cine ha mutado, que los límites entre el videoarte y el cine convencional están ya perfectametne diluidos. "Me cuesta mucho separar ambos universos. Creo que la fronteras entre lo experimental y lo tradicional son más permeables que nunca, y que el espectador ya recibe estas propuestas no estrictamente narrativas con mayor comprensión. Yo creo que esas fronteras directamente deberían desaparecer. No sé lo que lo que debe ir a un museo o a una sala de cine". Hay que preguntarse, por tanto, qué esconden las imágenes de un filme como Costa da Morte que, teóricamente, no debería haber trascendido los circuitos especializados, pero que ha seducido a públicos de todo el mundo.

Dijo Lubitsh que "quien sabe filmar montañas, sabe filmar a los hombres". Bajo las palabras de Castelao que alumbran el primer plano de Costa da Morte -"En un entrar del hombre en el paisaje y del paisaje en el hombre, se creó la vida eterna de Galicia"-, concentra Patiño la propuesta formal y textual del filme, tan orgánicamente engarzadas. "La idea básica era tratar de vincular la intimidad de la experiencia humana con la inmensidad del paisaje. Vemos a las personas muy alejadas, pero el sonido de sus gestos y palabras es muy cercano. Por lo tanto es una película contemplativa desde la imagen y más física a través del sonido. Se trataba de jugar con esta doble distancia perceptiva a partir de la contradicción y proponer así una nueva experiencia. O al menos explorar sus posibilidades". En sus trabajos previos, especialmente el corto Montaña en sombra (2012), ya exploró las posibilidades poéticas de un estilo que quiere vincular al hombre con la dimensión plástica y poética del entorno, subrayanado el extrañamiento de su atmósfera cuasi-onírica. "He filmado con la idea de que prácticamaente son los paisajes los que contemplan al hombre", asegura.

El intermitente doblar de las campanas, los percebeiros jugándose la vida, la destrucción del paisaje o la catársis del fuego... Instantes de absoluto drama en el filme, que no solo invoca su historia y sus mitos, sino que quiere ofrecerse como retrato de un tiempo preciso, el hoy y el ahora. "También quería vincular la película al presente -explica Patiño-, con las ferias nocturnas, con los comentarios sobre el los efectos del Prestige, sobre la negligencia política, sobre cómo los propios gallegos destruyen sus paisajes, cómo muchos incendios forestales se provocan para cobrar horas extra... Absurdos incomprensibes muy propios de la zona y hasta del carácter gallego, que a veces es casi suicida".

Hijo de creadores plásticos -el celebrado pintor Antón Patiño es su padre-, las referencias de Costa da Morte no descansan en Steven Spielberg o Tim Burton (probablemente los cineastas en prosa más influyentes en la generación de Lois Patiño), sino en artistas de la vanguardia fílmica, creyentes en las pulsaciones abstractas y poéticas de la imagen, como Petter Hutton, James Benning o Sharon Lockhart. De hecho, sus proyectos más inmediatos van destinados a galerías de arte y circuitos especializados, si bien ya trabaja también en su próximo largometraje: "También va a transcurrir en Galicia y va a girar en torno a las relaciones íntimas con la muerte. A partir de conceptos como la inmovilidad y la repetición, lo voy a filmar en 16mm en blanco y negro, y está bastante inspirado en las esculturas de Juan Muñoz, en El año pasado en Marienbad de Resnais, en Pedro Páramo de Rulfo, en el cine de Tsai Ming-Liang y de Pedro Costa...". El gallego se suma así al linaje de equilibristas españoles en el alambre del cine más audaz, como José Luis Guerín, Albert Serra o Luis López Carrasco, es decir, la tradición vanguardista que va de Val del Omar y Luis Buñuel hasta Iván Zulueta y Pere Portabella.

Realizada al margen de las prácticas habituales del cine de industria, sujeta a calendarios y objetivos cerrados, Costa da Morte se fraguó como un work in progress prácticamente en soledad -cuatro meses de rodaje junto a la fotógrafa Carla Andrade-, y tuvo que transcurrir alrededor de un año después de su rodaje para que el debutante gallego encontrara la forma final del filme en la sala de montaje, una vez que Zeitun Film y el preciso trabajo sonoro de Miguel Calvo se incorporaron al proyecto. "Es una película de paisajes y planos largos, buscando el instante revelador, y tienes que permitir que la película te envuelva con la imagen y el sonido. Hay una relación directa con el tamaño de la imagen y el tiempo de la experiencia. Un plano sostenido que en una pantalla grande te aguanta dos minutos, en un ordenador igual no aguanta ni diez segundos". Hay que ver Costa da Morte como merece. La experiencia es arrebatadora.