Pierre Salvadori

El director estrena En un patio de París donde plantea la metáfora de la crisis de Europa desde el punto de vista de una comunidad de vecinos con Catherine Denueve como protagonista

La comedia francesa se cuela en los cines con En un patio de París, en la que el director Pierre Salvadori (Túnez, 1964) plantea una metáfora sobre la crisis de Europa a partir del microcosmos de una comunidad de vecinos. Un canto a la bondad y las cuitas del ciudadano común contado a partir de la amistad entre un conserje desastroso que ha fracasado en la música y tiene problemas con las drogas y una señora mayor que desarrolla una campaña insensata para que mejoren los cimientos de su edificio interpretada con su habitual talento por Catherine Deneuve. Una historia de personajes comunes enfrentados a la adversidad con la que el director quiere poner una nota de esperanza en tiempos sombríos.



- ¿Quería que la película fuera una metáfora sobre lo que está pasando en Europa a una escala más amplia?

- Desde luego, muy específicamente Francia. Vivimos en un momento en el que mi país sufre una profunda crisis, no solo económica también moral. Hay una sensación colectiva de que falta un proyecto común, de que hemos perdido nuestro tradicional papel como nación importante en el mundo. Yo los veo muy desorientados y en este sentido sí simbolizan a una nación muy desorientada.



- En medio del desánimo surge esa amistad tan atípica entre un hombre de media edad perdido y una señora que comienza a dar señales de estar fuera de sus cabales.

- No creo que el personaje de Catherine esté fuera de sus cábales, se obsesiona, eso sí. En general vivimos en un estado de miedo permanente, de tensión continua en el que ya no tenemos claro que vayamos a tener pensiones o un trabajo mañana. Nunca hemos tenido tanto miedo como el que tenemos ahora y esa inquietud suya solo refleja ese miedo que está en el ambiente, que nos transmiten continuamente.



- ¿Nos salvará la amistad?

- Sí, desde luego. Hay una idea que me interesa y es la soledad de las grandes ciudades. Las películas suelen hablar de grandes triunfadores, de personas con vidas de fábula, yo quiero retratar a esas personas anónimas que vemos pasar por la calle, que somos nosotros mismos. Me siento muy identificado con el personaje del conserje, es un hombre triste, un hombre que ha perdido la ilusión, y que es también un poeta a su manera. Me interesa el cine que habla de lo que sentimos por dentro.



- Todo ello podría dar para un dramón de mucho cuidado pero lo cuenta como una comedia.

- Luché mucho para que el guión estuviera equilibrado entre esa parte más solemne y la parte cómica. He hecho comedias toda mi vida, tiene que ver con mi propia manera de enfocar la realidad, no concibo una historia sin una parte más humorística porque ese humor está allí en la vida.



- Tampoco es exactamente realista.

Es que el realismo no me me interesa. Yo veo lo mágico y lo poético todos los días, para eso hago cine.



- Al final, da un mensaje de esperanza.

- Por supuesto. La solución a esta película la tuve viendo The Wire. En uno de los últimos capítulos un personaje, un toxicómano, cuenta su historia a un periodista. Su conclusión es que no hay que retirarse, que siempre hay que luchar por la vida. Lo que yo quiero decir es que por muy duro que todo parezca, por solos que nos sintamos, siempre hay una esperanza, siempre hay algo bueno a la vuelta de la esquina esperando para pasarnos.