El gran Gatsby, de Baz Luhrman, que abre el Festival de Cannes

Pese a la ausencia de habituales como Malick, Haneke, Kaurismäki o Tarantino, el Festival de Cannes vuelve el próximo miércoles, 15, a tomar el pulso a la cinematografía mundial. Sólo las películas asiáticas harán sombra a la hegemonía de Francia y EEUU. En español podrá verse en la sección oficial 'Heli', del mexicano Amat Escalante.

No estarán Wong Kar-wai (que se fue a Berlín), Lars von Trier (que dice no haber terminado su nuevo filme), Terrence Malick (más de lo mismo), Hou Hsiao-hsien y Hong Sang-soo (con sendas películas rechazadas, según cuentan las malas lenguas), Nanni Moretti, Quentin Tarantino, Apichatpong Weerasethakul, Manoel de Oliveira, Aki Kaurismäki, Gus Van Sant, Abbas Kiarostami, Michael Haneke... Sí, la lista de las ausencias sonoras es larga, sin duda, y quizás pueda resultar decepcionante para todos aquellos que acostumbran a pensar en Cannes como un festival al que siempre van los mismos grandes autores ya consagrados (los ‘habituales' de La Croisette, para entendernos), pero resulta que, como casi siempre, Cannes es también el mejor termómetro de lo que está ocurriendo en el cine del momento, algo que -si se contempla el conjunto de la programación- parece garantizado que volverá a suceder.



Glamour con Scott Fitzerald

De hecho, solo hay que echar un somero vistazo a cómo va a empezar y cómo va a terminar el certamen para darse cuenta de que el gran monstruo cannois (una especie de hidra de cuatro cabezas: la Sección Oficial, Un Certain Regard, la Quincena de los Realizadores y la Semana de la Crítica) parece que se dispone a ofrecernos, de nuevo, la más representativa y elocuente radiografía del cine contemporáneo. Porque nada podrá hacer sombra, el próximo 15 de mayo, a la arrogante naturaleza mediática (con Scott Fitzgerald como coartada cultural y Leonardo DiCaprio como reclamo comercial) del gran acto inaugural: un suceso que desplegará, sobre la alfombra roja de la imponente sala Lumière (quizás la mejor sala de proyección del mundo), todo el lujo y todo el suntuoso glamour que, según parece, inundan los fotogramas de la versión que el australiano Baz Luhrmann ha realizado de El gran Gatsby (fuera de concurso), un filme que llega a Cannes cabalgando sobre la maquinaria de una potente major norteamericana y que promete un festín tan manierista como exuberante.



Igual que tampoco nada podrá impedir que el cierre de la Semana de la Crítica desplace a la clausura oficial (Zulú, de Jérôme Salle) gracias a la reaparición de Jean-Luc Godard (a la espera todavía de su nuevo largo: Adieu au langage), que llegará como autor de un cortometraje (The Threee Disasters), en el que vuelve a trabajar con materiales extraídos de sus memorables Histoire(s) du cinéma. Se trata de una pieza incluida dentro de la película colectiva 3x3D, en la que se integran también las aportaciones respectivas del británico Peter Greenaway y del portugués Edgar Perâ. De esta forma, el festival entero se verá enmarcado, al principio y al final, por dos sucesos de sentido y envergadura muy diferente, pero vinculados ambos por su común naturaleza estereoscópica, puesto que tanto Gatsby/DiCaprio como las imágenes de Godard se han filmado y se proyectarán en tres dimensiones. De la más sofisticada y lujosa maquinaria industrial a la más humilde, reflexiva y radical apuesta ensayística, habrá largo trecho y espacio suficiente para tomarle el pulso al cine de hoy. Se hará, eso sí, bajo una visible hegemonía francesa, puesto que el país anfitrión ha conseguido colocar a cuatro notables cineastas galos en el escaparate privilegiado de la Sección Oficial, a los que se suman otras cuatro producciones mayoritariamente francesas, pero dirigidas por un iraní (Asghar Farhadi, autor de la oscarizada Nader y Simin..., que ha rodado en Francia Le Passé), una italiana (Valeria Bruni-Tedeschi, que acude con su tercer largo: Un Château en Italie), un polaco (Roman Polanski, que adapta una obra teatral de David Ives en La Venus à la fourrure) y un chadiano (Mahamat-Saleh Haroun: Grigris).



Choque de delegaciones

Se trata, además, de una delegación con mucha fuerza, pues aparece encabezada por Arnaud Desplechin, que cuenta con la ayuda de Mathieu Amalric y Benicio del Toro en su muy esperada Jimmy P. (una nueva crónica de las angustias y los traumas posbélicos en la América de posguerra) y se completa con los nuevos trabajos de François Ozon (Jeune et Jolie), Abdellatif Kechiche (La Vie d'Adèle) y Arnaud des Pallières (Michael Kohlhass). Claro que también podría verse el certamen como una estimulante confrontación entre el cine francés y el cine norteamericano (que no de Hollywood), pues éste llega a Cannes representado por cinco cineastas de gran calado: los hermanos Ethan y Joel Coen, James Gray, Alexander Payne, Steven Soderbergh y Jim Jarmusch. Los dos primeros han filmado una aproximación al contracultural Greenwich Village neoyorquino de los años sesenta y a la biografía del músico Dave Van Ronk (Inside Llewyn Davis). James Gray -un cineasta adorado por Cannes, pero frecuentemente sobrevalorado- se acerca a los ambientes de la inmigración polaca en el Nueva York de 1921 con The Immigrant, protagonizada por su fiel Joaquin Phoenix. Alexander Payne entrega, con Nebraska, una road movie en la que un padre alcohólico y su hijo ajustan cuentas entre sí. Soderbergh reconvierte a Michael Douglas en el pianista Liberace y a Matt Damon en el amante de aquél dentro de un filme lleno de brillos y lentejuelas que en EE UU solo se verá por televisión (Behind the Candelabra) y Jarmusch retorna a su obsesión por los muertos en vida mediante Only Lovers Left Alive: una historia de dos vampiros enamorados desde hace siglos (llamados Adam y Eva), pero decepcionados por el camino que ha tomado la sociedad de los humanos.



Y todo esto sin contar con que en la sección Un Certain Regard estarán también, por un lado, los franceses Claire Denis (Les Salauds, una película que llega precedida por los mejores rumores), Alain Guiraudie (L'Inconnu du lac) y Rebecca Zlotowski (Grand Central), y, por otro, los norteamericanos Sofia Coppola (encargada de la inauguración con The Bling Ring) y James Franco, que adapta la novela homónima de William Faulkner en As I Lay Dying. Dos presencias que no solo añadirán más carburante al derby franco-norteamericano, sino que contribuirán también, y no poco, a incrementar la vertiente mundana y glamourosa del festival, tan importante para Cannes.



Entre estos dos bloques tan poderosos y tan marcados tendrá que hacerse sitio la representación asiática, integrada por tres nombres de bien conocida trayectoria y también habituales del certamen: el japonés Hirokazu Kore-eda (siempre interesado por la infancia, como de nuevo quedará patente en Like Father, Like Son), el chino Jia Zhang-ke (con un filme producido por Takeshi Kitano: A Touch of Sin, una ficción compuesta por cuatro historias situadas en distintos lugares de la China contemporánea) y el siempre heterodoxo Takashi Miike, con un thriller de connotaciones políticas que se prevé tan intenso como violento: Shields of Straw.



Un jurado de campanillas

La nómina de los aspirantes a la codiciada Palma de Oro (que este año otorgará un jurado de campanillas, en el que se dan cita nada menos que Steven Spielberg, Naomi Kawase, Ang Lee, Cristian Mungiu, Nicole Kidman, Lynne Ramsay, Christoph Waltz y Daniel Auteuil) se completa con el italiano Paolo Sorrentino (La grande belleza); el danés Nicolas Windign Refn (consagrado en 2011 gracias a Drive), que regresa acompañado de nuevo por Ryan Goslin en Only God Forgives; el mexicano (de origen catalán) Amat Escalante, responsable de la única película de habla hispana que podrá verse en la competición (Heli) y el holandés Alex Van Warmerdan (el más desconocido de todos, pero realizador en su día de la intrigante Abel, 1986), que firma Borgman.



Sea como fuere, lo cierto es que ni en la Sección Oficial del certamen, ni en Un Certain Regard, ni en la Quincena de los Realizadores, ni en la Semana de la Crítica habrá ninguna película española. Se trata, esta vez, de una gran ausencia, porque el dato arroja un diagnóstico más que preocupante sobre la valoración que los responsables de Cannes (que son, en realidad, tres comités de expertos programadores de tres festivales distintos) hacen de la producción española del presente ejercicio. Aunque es preciso puntualizar que dentro de la sección paralela Cannes Classics (dedicada a la recuperación de grandes títulos del cine mundial y de documentales sobre el cine) aparece el único largometraje íntegramente español que este año podrá verse en el festival (Con la pata quebrada, un trabajo realizado por Diego Galán), que traza -mediante el montaje de fragmentos de 180 películas- un radiografía de la mujer que ha hecho el cine español.



España decide

Dejando aparte esta única excepción, la presencia española en Cannes habrá que rastrearla en otros ámbitos. Por ejemplo, en la coproducción hispano-argentino-franco-noruega dirigida por la argentina Lucía Puenzo (Wakolda), pero también en el 10% español de la coproducción financiera que supone La Vie d'Adéle, de A. Kechiche. O ya entre los jurados, pues la cineasta Isabel Coixet se integra, bajo la presidencia de Agnès Varda, en el de la Cámara de Oro (que otorga el premio a la mejor ópera prima), el distribuidor y exhibidor Enrique González Macho (Presidente de la Academia y propietario de Alta Films) en el de la sección Un Certain Regard, presidido por Thomas Vinterberg, y el crítico Alex Vicente (de Fotogramas) en el de la Semana de la Crítica, bajo la tutela del gran cineasta portugués Miguel Gomes.



Keitel, Frears, Jodorowsky...

Bajo el gigantesco paraguas de Cannes, no todo se juega en el ámbito de la competición oficial. Dentro de la sección Un Certain Regard se anuncia, por ejemplo, un apetecible programa que bien podría acabar por hacer sombra al escaparate principal. A los nombres franceses y norteamericanos ya citados, hay que añadir las nuevas realizaciones de los filipinos Lav Díaz (Norte, Hangganan Kasaysayan) y Adolfo Alix Jr. (Death March), de la italiana Valeria Golino (Miele), del camboyano Rithy Panh (L'Image Manquante) o del cineasta burgalés, pero afincado en México, Diego Quemada-Díez, firmante de una producción íntegramente mexicana (La jaula de Oro). Entre las Sesiones Especiales aparece, a su vez, un documental de Stephen Frears (Muhammad Ali's Greatest Fight) y, fuera de competición, el nuevo trabajo del siempre imprescindible Claude Lanzmann (Le Dernier des injustes: una nueva vuelta de tuerca sobre la memoria biográfica del Holocausto) y una película del francés Guillaume Canet (Blood Ties, en cuyo guion participa también James Gray), mientras que la nueva realización de Johnny To (Blind Detective) estará en las Sesiones de Media Noche. Finalmente, el siempre estimulante y un tanto imprevisible rincón de la Quincena de los Realizadores se abre esta vez con el nuevo experimento del israelí Ari Folman (realizador de Vals con Bashir), titulado The Congress: mezcla de imagen real y de animación para adaptar un novela de ciencia ficción de Stanislaw Lem, con presencia de Robin Wright, Harvey Keitel y Paul Giamatti al frente del reparto. Después, dentro de una programación en la que predomina una mayoría de cineastas desconocidos, aparecen Marcel Ophuls (Un voyageur), Serge Bozon (Tip Top), Anurag Kashyap (Ugly) y el renacido Alejandro Jodorowsky (La danza de la realidad), sobre el que también se ofrece el documental Jodorowsky's Dune, de Franck Pavich.