Mariví Bilbao. Foto: Mitxi.

En el imaginario colectivo, si Marilyn fue siempre joven, Marivi Bilbao fue siempre vieja. Desconozco el potencial de sus trabajos de juventud pero en cualquier caso cualquiera hoy la conoce como esa mujer mayor, castiza, poco amiga de no llamar a las cosas por su nombre, viciosilla... En realidad, Mariví se convirtió en una musa tanto de destacados cineastas como en la televisión, donde alcanzó gran popularidad en las series Aquí no hay quien vida y La que se avecina, el mismo personaje de mujer española hasta la médula aunque fuera vasca. Un personaje muy relacionado con una revindicación de la vejez desde la incorrección política más absoluta, a veces de manera un tanto tópica.



La condición de Mariví Bilbao como musa de indie surge con Salto al vacío, de Daniel Calparsoro, en la que ya aparecía como una mujer dura en el entorno hiperviolento ideado por el cineasta. Bilbao repetiría con Calparsoro en Pasajes (19969 y A ciegas (1997), donde se imponía como secundaria con carácter del cine español. En los años 2000, Mariví consolida su atractivo para los jóvenes cineastas. Inicia la década con La comunidad, gran éxito de Alex de la Iglesia que probablemente inspiró las series sobre vecinazgos que darían a la actriz tanta popularidad. Reincide en la comedia castiza en Marujas asesinas, de Javier Rebollo y conoce el éxito de Torremolinos 73, de Pablo Berger.



A partir de entonces, la actriz se convierte en musa de una nueva generación de cineastas que comienzan a destacar en el mundo del corto lo que la lleva a las puertas del Oscar con Éramos pocos, de Borja Cobeaga, en 2005 y al éxito del Alumbramiento de Chapero Jackson en todo el mundo, premio al mejor corto europeo incluido. Precisamente con Cobeaga realiza su última aparición sonada en la gran pantalla en No controles dando vida a esa mujer adusta, cariñosa y extravagante que interpretaba con indiscutible gracia y personalidad. Fue, como se decía antes, una de esas eternas secundarias con una larga tradición en el cine español y por las que el público siempre ha sentido un especial cariño.