En 'Los últimos días', los hermanos Pastor importan el espectáculo y los elementos del cine apocalíptico de Hollywood. Apelando a la reformulación de la humanidad, Barcelona es tomada por la barbarie tras su destrucción.

La ciencia ficción ha sido un género poco transitado en España. Lo habitual ha sido recurrir a un tono paródico, como vimos en la reciente Extraterrestre de Nacho Vigalondo, en gran parte debido a la dificultad de competir con la industria de Estados Unidos. Por ello, hemos visto muchas, muchísimas veces, Nueva York o Los Ángeles sucumbiendo al caos y la destrucción pero nunca imágenes de las ciudades españolas arrasadas por el Apocalipsis. La nueva película de los hermanos Alex y David Pastor, Los últimos días, es en este sentido una verdadera rareza en nuestra cinematografía aunque aborda un asunto como el del fin del mundo que se ha convertido en un estándar de la narrativa contemporánea.



Los hermanos Pastor nos proponen una visión arquetípica del fin del mundo basada en varios elementos conocidos. Cuenta la peripecia de Marc (Quim Gutiérrez), un joven informático que lucha contra un nuevo programa empeñado en no funcionar mientras la sombra de un ERE se cierne sobre él. José Coronado es el antagonista, un frío "exterminador" encargado de despedir a gente (como el Clooney de Up in the Air) y completa el reparto Marta Etura como la amorosa novia del protagonista. De repente, llega el caos en forma de un pánico insuperable que destruye a los ciudadanos en cuanto ponen un pie en la calle. Comienza entonces una odisea por las tripas de Barcelona en la que los antiguos enemigos no tendrán más remedio que luchar juntos y ayudarse. Todo ello trufado con numerosas estampas de la ciudad arrasada y pasto de los animales del zoo.



Equilibrio de fuerzas

Los cineastas desarrollan cuatro líneas de reflexión. Por una parte, se trata de demostrar que todos nos necesitamos a todos y que la vida no es más que una constante reformulación de un equilibrio precario y mutable de fuerzas. Por la otra, en el filme vemos cómo Barcelona sucumbe al caos con una rapidez extraordinaria y donde antes reinaba la civilización se impone la barbarie y la ley del más fuerte. Es algo que hemos visto muchas veces: la fina línea que separa al hombre del animal, la pasmosa facilidad con que leyes y normas morales pueden venirse abajo. Además, en ese "pánico" a salir a la calle hay un mensaje poco sutil sobre la tendencia contemporánea a aislarse y vivir pegados al ordenador. Finalmente, Los últimos días remite a los textos bíblicos al proponer a unos protagonistas reconvertidos en los nuevos Adán y Eva, pues los últimos días bien podrían ser los primeros...



Los hermanos Pastor adquirieron cierta celebridad en cortos como La ruta natural (2004) o Peacemaker (2006) que se sumaban al éxito del cine de género español con nombres como Balagueró, Fresnadillo y Bayona. Ese éxito les abrió las puertas de un Hollywood que después se las cerró cuando les arrebataron Infectados, la primera película que dirigieron, por desacuerdos en el montaje. En su regreso a España han realizado un filme hollywoodense hasta la médula en la que dan destellos de su rica imaginación audiovisual y logran un filme con muchos números para arrasar en la taquilla pero abusa de unos clichés que quizá hubieran necesitado una vuelta. Los últimos días proporciona un gratificante espectáculo. Lo mejor es no hacer muchas preguntas.