Abel Ferrara

Dos años después de su producción, pero todavía inédito en salas, el filme '4:44. Last Day on Earth', de Abel Ferrara, podrá verse en Madrid en el Festival de Cine 4+1 (a partir del miércoles). El cineasta habla en esta entrevista, realizada tras la victoria de Obama, sobre las resonancias de la actualidad en su fabulación apocalíptica en Manhattan.

Abel Ferrara (Nueva York, 1951) es una leyenda del cine independiente. Artista extremo, Ferrara ha adquirido fama mundial con una serie de películas en las que ha brillado como un portentoso indagador de las pulsiones humanas más oscuras y retorcidas. Teniente corrupto (1992), quizá su filme más popular, supone un viaje a los infiernos de la corrupción moral y la violencia como reflejo de la destrucción humana. En El rey de Nueva York (1990) y El funeral (1996) indagaba en los siniestros rincones de la Mafia. Ahora, Ferrara parece haber iniciado una nueva etapa más luminosa lejos de Nueva York y de las drogas, una especie de redención con tintes religiosos y metafísicos que forma parte de una nueva búsqueda de la luz: "Durante muchos años he abusado de las drogas. Dejarlo me ha cambiado profundamente", explica el cineasta. "Si un director es capaz de dirigir una película que no refleje su estado de ánimo debe de ser un genio porque yo desde luego no entiendo cómo puede hacerse eso. Ahora simplemente hablo desde otro punto de vista". 4:44. Last Day on Earth, su última película de ficción, podría interpretarse como una cinta de transición entre el Ferrara oscuro y misántropo, y ese "nuevo" Ferrara que ya comenzaba a despuntar en su anterior filme, Mary, y que como tantos otros ex drogadictos estadounidenses ha encontrado en la espiritualidad una redención para sus tormentos del alma. Si en Mary (2005) explicaba la historia de unos personajes asustados y heridos en busca de la plenitud espiritual, en 4:44 plantea sus propios dilemas existenciales de una forma aún más clara. Willem Dafoe interpreta a un artista que vive las últimas horas en la Tierra, un final propiciado por el cambio climático (es curioso el concepto repetido varias veces de "Al Gore tenía razón") que Ferrara no muestra a lo Roland Emmerich sino casi como una pieza teatral intimista sobre la relación amorosa entre el propio Dafoe y su joven novia: "El protagonista puede escoger entre la muerte, las drogas, la luz o el amor. Es su elección".



¿El fin del mundo?

-El fin del mundo se ha convertido en un tema muy recurrente en el cine actual. ¿Qué perspectiva quería aportar?

-Cada día es el fin del mundo, que puede terminar en cinco minutos. Todo está en constante cambio. La gente muere todo el rato. En esencia, cada noche cuando te vas a dormir es el fin de tu mundo. Pero no es una película sobre el individuo sino sobre una pareja, sobre la dificultad de comunicarse y compartir tu vida.



-Habla de sus películas como un reflejo de su espíritu. ¿Hacia dónde se dirige?

-Es una pregunta complicada. (Medita) Quizá ahora siento una energía mucho más positiva y eso me aleja de la dirección. No se trata de encontrar la verdad en la vida, se trata de crear un espejo que refleje de dónde vengo. Mis trabajos reflejarán ese sentimiento de armonía con el mundo que busco.



La catarsis de Ferrara no sólo pasa por su abandono de las drogas, también por marcharse de Nueva York, esa ciudad que ha sido contexto y protagonista de muchas de sus mejores películas, incluida 4:44. El cineasta vive ahora mucho tiempo en Italia, donde ya ha rodado el documental Napoli, Napoli, Napoli, sobre los bajos fondos de la ciudad, y donde prepara sus siguientes proyectos, una película sobre el caso de Strauss Khan, a quien cree juzgado injustamente y del que pretende "contar la verdad que los medios distorsionaron". También sobre el último día en la vida de Pasolini. "Antes, Nueva York era un lugar al que podías llegar sin un duro y encontrarte a ti mismo. Durante muchos años fue el mejor lugar para un artista. Actualmente es un sitio en el que es imposible instalarse a no ser que tengas una fortuna. No me interesa ese ambiente venenoso de Manhattan y detesto ser acosado por jóvenes que sueñan con ser estrellas de cine". Eso sí, por lo menos ha ganado Obama, por cuya victoria llegó a encender una vela en una iglesia italiana: "Bastante siniestra, por cierto".



Desolación y ruina

El reciente huracán Sandy ha dejado escenas de desolación y ruina muy parecidas a las que refleja, o sugiere, su propia película. Ferrara estaba allí cuando sucedió: "La zona sur de Manhattan parecía realmente el fin del mundo, no había luz, no había agua, la calles estaban inundadas y había escombros por todas partes. Lo más triste del asunto es que la gente lo que más echaba de menos es internet. Era ridículo que en la única tienda que seguía en pie la gente se agolpara no para buscar comida o necesidades básicas sino para comprar tarjetas de prepago". De hecho, las mejores imágenes de 4.44 están relacionadas con este universo de la megaconectividad en el que habitamos. En la película, las pantallas y los teléfonos son algo más que meros artilugios.



-Los personajes hablan todo el rato por Skype o por el móvil. ¿Las tecnologías nos acercan o nos separan?

-La tecnología en principio es buena, la diferencia es si la utilizas como un medio o como un fin. No somos muy distintos a los hombres que vivían 5.000 años antes de Cristo, necesitamos comunicarnos y contar historias. No importa por qué medio te expresas sino lo que expresas. Si el móvil me sirve para hablar con mi madre moribunda es una maravilla. Si me paso la vida pendiente de la pantalla, es otra cosa.



-¿Cree que el cine independiente vive un mal momento?

-Bueno, un director de cine nunca es independiente del todo. No soy un jodido poeta que se expresa en una hoja en blanco ni estoy pintando un cuadro. Un cineasta debe tener una visión muy clara de lo que quiere y cómo conseguirlo, porque el cine es ante todo un trabajo colectivo. Necesito a los productores, a los actores y al equipo técnico. Hacer una película nunca ha sido fácil. Se trata de buscar un equilibrio entre tu visión y el trabajo de tus colaboradores.



Contrastes en cinco ciudades

Otros tipos de Apocalipsis se verán en el Festival 4+1 de Fundación Mapfre, que se celebrará simultáneamente en Madrid, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Bogotá y México DF, del 21 al 25 de noviembre. En Madrid (cines Golem) abrirá la cita Haneke con Amour, última Palma de Oro, y a concurso se verán los filmes, inéditos en todos los países del festival, de Akerman (La folie Amayer), Johnnie To (Life Without Principle), Ross McElwee (Photographic Memory), Evan Glodell (Bellflower), Sylvain George (Les èclats), Rodrigo Plà (La demora) o Boganim (Land of Oblivion), que narran otras formas de pérdida. El contraste vendrá servido por la luminosidad de Nana (Massadian), Crazy Horse (Wiseman), The Ballad of Genesis and Lady Jaye (Losier), Terri (Jacobs) o Verano (Torres Leiva). Además, el festival ofrece un ciclo de Werner Herzog, y el programa podrá verse on-line (filmin.es) durante los días del festival.