Marçal Forés. Foto: El Mundo

Una de las películas más originales e interesantes de este año es Animals, debut en la dirección del cineasta barcelonés Marçal Forés. La odisea emocional de Pol (Oriol Pla), un chico que se halla en el tránsito de la adolescencia a la madurez y se resiste a dejar de hablar con su oso de peluche mientras se siente atraído por un turbio compañero de clase. Catalán, castellano e inglés son los idiomas de una película compleja y decididamente extraña, a veces muy irregular pero siempre brillante, que reflexiona sobre los peligros de crecer y la neurosis. Entre el surrealismo y la perversión, Animals sorprende y emociona.



Pregunta.- ¿Cómo se llega a una película tan distinta como Animals?

Respuesta.- La idea surge de un corto que hice como ejercicio de escuela, en una sola semana teníamos que presentar la idea y a los pocos días haberla rodado. La idea era yo hablando con un oso de peluche en inglés con el editor de textos de mac, ya era un poco loca. A eso se le sumó la batería y la guitarra como elementos. Eso fue la semilla que acabé desarrollando. Fue muy sencillo. Para mí no es divertido hacer cine si no rompes con la realidad y mezclan cosas.



P.- ¿Es Animals una película simbólica?

R.- Más simbólica no puede ser. La idea es hablar del tránsito a la madurez no entendida como algo beneficioso en el sentido de que te haces mas fuerte, duro y sabio, sino hablar de la parte que se pierde, esa inocencia o pureza que dejas atrás y que nunca va a volver, y que están muy bien. Cuando mata al oso de peluche puede ser interpretado como una liberación pero la realidad es que su vida empeora. Se mezclan esos miedos que tiene y esa pulsión hacia la muerte.



P.- Es un personaje al que la sociedad le dice que lo que siente y hace no está bien.

R.- Su hermano policía simboliza de una forma muy clara a esa sociedad. Vemos el dilema de Pol, su encrucijada. Cuando por fin consigue deshacerse del oso aparece un compañero de clase que le abre un mar de dudas a cada paso que da.



P.- La idea del síndrome de Peter Pan es una constante del cine actual.

R.- El síndrome de Peter Pan trata de anclarse a algo que no se puede mantener, puedes querer comportarte como un chaval pero es imposible en la práctica porque la tercera vez que te rompen el corazón no puede ser como la primera vez. En realidad lo que eres es un adulto disfrazado. Para mí esta película es una oda. Me encanta Spike Jonze, que habla mucho de eso, pero hay un punto de hipocresía en ese no crecer. Es muy perverso tratar ese aspecto más naïf y el miedo terrible a asumir lo que es ser adulto. Wes Anderson tiene una fórmula que funciona pero me interesa más como director abordarlo como un asunto terrible.



P.- En su despertar sexual vemos esa asociación clásico de la sexualidad con la muerte.

R.- La pulsión sexual esta relacionada con la muerte. Cuando el chico comienza a hacerle cortes y heridas no deja de pensar que quizá es un gesto romántico. Un amigo le pregunta por qué le gusta si tiene tanto miedo. Hay una atracción de Pol hacia eso.



P.- Mezclar inglés con catalán es ciertamente atrevido.

R.- Escribí un corto en Londres y de allí se quedó un poco la idea del inglés, que es un idioma que está muy presente en nuestra vida. Yo tengo muchos amigos con los que hablo en inglés y leo mucha prensa en esa lengua. Me gustaba también mezclar un idioma tan local con uno tan universal.



P.- Está muy presente la idea de la vulnerabilidad.

R.- Oriol (Pla, actor protagonista) tenía ganas de meterse en el terreno de Pol. Era casi un juego, caminar como él. Cuando eres un chaval intentas aparentar ser más fuerte de lo que eres y aquí se podía relajar, y enseñar su parte más vulnerable. El hermano es el lado oscuro de esa vulnerabilidad.



P.- ¿Le preocupa que se perciba como una película esteticista?

R.- Es muy estética pero no me importa mientras emocione. No me gustan las películas muy bien filmadas pero que no cuentan nada. Tampoco me interesaba provocar sin más. Kids de Larry Clark sí es provocadora y perversa, a su lado Animals es un dulce de leche.