Cristián Jiménez.
Pregunta.- Bonsái es una película difícil de meter en un género...
Respuesta.- Claro, tiene algunos elementos de comedia romántica pero no está dentro del molde. Es una historia con material dramático en la que hay ligereza y un poco de distancia, de ahí este tono entre triste y ligero.
P.- La comedia viene de esa parodia de los vicios del mundo cultureta.
Nos reímos un poco de eso pero no es una sátira, más bien se trata de desacralizar. El mundo intelectual a veces se retrata como si fuera un sitio donde digamos la gente no respira y todo ocurre según unas normas superacartonadas. Pero hay verdadera gente en ese circuito, para ellos los libros son muy importantes pero tienen los mismos deseos y sueños que cualquiera. Lo mismo le pasa a la pareja protagonista, aun cuando no lo quieran reconocer e insistan en huir del cliché del amor sólo quieren enamorarse y vivir felices como todo el mundo.
P.- Vemos a una generación de intelectuales que ya ha crecido en democracia, muy distinta de la anterior, que quizá en España conocemos mejor, la que luchó contra Pinochet y etc.
R.- Estamos a finales de los 90 en plena postdictadura. No es que ellos sean indiferentes, pero en el Gobierno están los opositores a Pinochet y carecen de un enemigo al que oponerse en bloque. Ha sido una generación marcada por mucha perplejidad, en mi país triunfó un libro llamado El Chile perplejo (de Alfredo Jocelyn-Holt) en el se explicaba bien eso. La generación anterior sufrió una gran represión pero tenía un relato colectivo y unas esperanzas. La siguiente se encuentra con un mundo dominado por el valor del éxito y del dinero contra el que no puede luchar y donde hay un gran individualismo. Se les niega un horizonte más amplio y lo que destaca es una enorme soledad. Los libros, al final, son un refugio para enfrentarse a ese dilema.
P.- Julio, el protagonista, está perplejo y triste.
R.- Se ve descontextualizado ante un mundo en el que todo se rige según un indicador de logros en función de la prosperidad social. En este mundo, la literatura pierde valor porque no tiene un rendimiento económico tan obvio. Es lo mismo que cuidar un bonsái, es algo que parece de otro mundo. Cuando desarrollaba este proyecto no quería la historia de un fracaso porque el propio Julio está luchando contra esas nociones de éxito y fracaso al uso. Él tiene unas preguntas que quiere responder, más que unas metas o unos objetivos claros. Funciona de forma intuitiva, cuestionándose a sí mismo y sus deseos. Julio quiere tener éxito como escritor, pero no está matando ni está jugando dentro del sistema.
P.- Es curioso que empiece la película por el supuesto final, diciendo quién vive y quién muere en esta historia.
R.- La novela en la cual se basa el guión no tiene un inicio igual pero sí muy similar. Esta es una historia en la que el hecho de relatar mismo es uno de los temas más importantes. En el terreno cinematográfico eso se traduce que nos interesa más la trayectoria que conduce a los personajes a sus distintos destinos que conocerlos de antemano. También es una forma de establecer lo que viene en términos de tono.
P.- Para un español son curiosos esos libros que lee de Anagrama que son un poco los mismos clásicos de los buenos lectores juveniles en este país: Proust, Carver, Perec, Kennedy O'Toole...
R.- Julio participa de un escenario global en el que pasan muchas cosas pero al mismo tiempo Chile forma parte de ello de una forma periférica. Es fundamental que esas lecturas están teñidas por el hecho de que se realizan desde Chile, lo que hace que esa aproximación sea vista desde una distancia o un desfase. La falta de objetivos, ese fatalismo, es un poco suramericano, o quizá chileno, tan lejos de ese hombre pragmático y económico vociferado desde las instituciones.
P.- Los libros, tan cuestionados ahora por el ebook, tienen un papel determinante incluso como objetos.
R.- Como he dicho, quería retratar ese mundo de la literatura de una manera más cotidiana poniendo en claro esa sensación rutinaria donde leer esos libros es una de las actividades de unos personajes que también tienen otras, además de leer a tal o a cual también les pasan más cosas. Quise filmar los libros casi como objetos mágicos y darles la importancia en la pantalla que tienen los cuerpos o las plantas para hacer más claro ese mundo que estamos retratando en el que los libros también pueden servir para otras cosas además de para ser leídos.
P.- ¿Ha realizado muchos cambios respecto a la novela original?
R.- Sí y no. He sido muy fiel al espíritu de la novela pero hay elementos distintos, por ejemplo la primera parte pasa en Valdivia y después en Santiago para acentuar esa diferencia de etapas y ese sentido suyo de estar lejos del centro del mundo. También hay personajes nuevos, como el de la abuela, que añadí yo mismo y que tiene un simbolismo especial porque está interpretado por mi propia abuela.
