Fotograma de la versión cinematográfica de Spider-Man de Marc Webb.



Spider-Man vuelve. No de la mano de Sam Raimi, que ha visto cómo su saga sufría un sonoro coitus interruptus, sino de la de Marc Webb, que ha pasado de dirigir una comedia romántica como 500 días juntos a hacerse cargo de una de las franquicias más populares del mundo. El hombre enmascarado no sólo vuelve, también renace. Adiós Tobey Maguire, hola a Andrew Garfield, que interpreta a un "spidey" adolescente. Porque todo vuelve a empezar con este renacer de la saga en la que el superhéroe sigue siendo ese chico tímido, un poco "nerdy" y de corazón inmaculado que trepa por los edificios y danza por los aires. ¿Lo mejor? El 3D. El sistema se adapta de maravilla a las cabriolas de Spider-Man, creando el espectacular efecto de surcar Nueva York. El propio Marc Webb, como ha dejado claro esta mañana en una concurrida rueda de prensa, lo tiene claro: "El 3D marca una gran diferencia y es quizá lo más novedoso de la película".



Inevitable pensar en lo que muchos piensan: ¿No es demasiado pronto para volver a contar una historia que ya vimos hace menos de diez años en la maravillosa cinta de Raimi? Por si acaso, hay más cosas nuevas para enamorarnos de nuevo de spidey: "La historia con su primer amor es muy importante y tiene un desarrollo muy dramático. No conocíamos el origen del personaje y aquí lo descubrimos. Es muy importante saber quiénes son sus padres".



Y está, por supuesto, el tono naturalista. Marc Webb como director de Spider-Man sigue la moda de contratar a directores dramáticos para hacer películas de acción. Ahí está Nolan, que cambió el género de los superhéroes precisamente con ese tono "dramático", o Sam Mendes haciéndose cargo de la nueva entrega de Bond. Webb reconoce la influencia de Nolan: "Hace muchos años que vemos películas de superhéroes y es lógico que el género vaya cambiando para seguir siendo atractivo. Estamos en un momento en el que los ordenadores pueden crear prácticamente cualquier cosa y los espectadores distinguen de una imagen digital de una real. Buscar el naturalismo era una manera maravillosa de hacer esta película. Estamos buscando una nueva dimensión que tenga más complejidad. Lo más interesante es la parte humana de los personajes. Hacer una película de Spider-Man es como escribir un soneto. Tiene unas reglas pero también una enorme libertad".



Las ruedas de prensa de películas de Hollywood se prestan a la nadería. Marc Webb dice que los actores son maravillosos y que lo más importante para un director es escoger un buen cásting. Andrew Garfield dice, como es de esperar, que llevar el traje de Spider-Man le hizo sentir una "gran responsabilidad" y se definió como fan primero. Garfield, que es un "guapo" distinto a lo habitual, también se permitió hacer bromas. Webb explica que en las reuniones del merchandising decubrió una cosa fascinante: "Al llevar máscara, Spider-Man es el personaje más universal. Ya puedes ser chino, japonés o negro que puedes disfrazarte como él". Chanza de Garfield: "Desde luego es muy profundo para tratarse de una reunión de merchandising.



Emma Stone, que tiene una voz ronca y es francamente muy guapa, apenas abre la boca. Cuando lo hace es para definir a su personaje como una "mujer fuerte que tiene que serlo. Ella está muy marcada por ese padre policía y ha crecido con la incertidumbre de no saber si volvería a casa". Rhys Ifans es el malo. Para el actor británico, que termina la película convertido en lagarto, "los espectadores se sentirán muy conmovidos con esta película. Es muy emocional y está muy cerca de las emociones de los personajes. Mi personaje es un hombre bueno que acaba siendo malo por motivos con los que todo el mundo podrá identificarse. Esa clave psicológica es lo más importante". No deja de ser curioso que últimamente todos los héroes no solo quieran ser héroes, también héroes trágicos.