Fotograma de Take shelter, de Jeff Nichols

Las señales están ahí. Se aproxima el fin del mundo. Numerosos cineastas, asociados al cine de autor, así al menos lo han imaginado. Sus películas nos llegan con cuentagotas, componiendo un fascinante y desolador mosaico de contenidos apocalípticos que adoptan múltiples formas y variantes. Antes de su estreno comercial, el Festival Syfy de Cine Fantástico de Madrid presenta Hell, de Tim Felhbaum (hoy) y 4:44. Last Day on Earth, de Abel Ferrara (mañana), mientras que en unas semanas se estrena la extraordinaria Take Shelter, de Jeff Nichols, con quien publicamos una entrevista en estas páginas. Otras hecatombes se han estrenado recientemente -imaginadas por Lars von Trier, Steven Soderbergh y Béla Tarr- y muchas otras están aún por llegar. Como afirma Román Gubern en su repaso histórico al subgénero, no hay nada más fotogénico que un apocalipsis.

Ni siquiera hace falta que el calendario maya nos alerte y notifique la defunción con fecha exacta: 21 de diciembre de 2012. Quizá fue Michael Haneke, con su seca, hiperrealista El tiempo del lobo (2003), el primero de los grandes autores en anunciarlo. Luego llegarían John Hillcoat adaptando a Cormac McCarthy en La carretera; Gareth Edwards proponiendo una historia de amor post-apocalíptico en Monsters; Lars Von Trier glosando la depresión con su hermosa y desoladora Melancolía, y Bruno Dumont dando la bienvenida al Anticristo con la perturbadora Hors Satan, mientras que Steven Soderbergh observaba con detalle el avance irrefrenable de una pandemia vírica en Contagio... Es el fin del mundo. Al menos del mundo que conocemos. Crisis financiera, destrozo medioambiental, fin de los recursos naturales, terrorismo internacional, índices de superpoblación… El cine blockbuster, con sus fuegos de artificio y sus héroes imposibles, es el que tradicionalmente ha llevado todo tipo de cataclismos a la pantalla grande, como se encarga de glosar el libro Apocalipsis ya (Ed. Sendemá), recientemente publicado. Pero ahora son los autores cinematográficos los que han imaginado el fin de la Humanidad, lejos de las convenciones y los tics del cine espectáculo. ¿Cómo lo han hecho? Repasamos las producciones actuales, la mayoría pendientes de estreno, más emblemáticas del fenómeno.



4:44 Last day on earth

Abel Ferrara



El enfant terrible del cine independiente americano adecúa su habitual pesimismo a la música de los tiempos. En su nueva película, las previsiones de Al Gore se han hecho realidad y la capa de ozono ya no aguanta más. Los informativos anuncian que toda vida sobre el planeta se derretirá a las 4:44 am y dan consejos a una Humanidad que se prepara para su final. En un loft neoyorquino, una pareja (Willem Dafoe y Shanyn Leigh) decide pasar el último día de sus vidas (de todas las vidas) pintando, haciendo el amor, despidiéndose de familiares y amigos por Skype, practicando la meditación oriental... El director de Teniente corrupto recrea con desasosegante realismo esta hipotética situación, preguntando al espectador si el inminente final sacaría a la superficie lo más oscuro y deplorable o lo más luminoso del ser humano. La radical tristeza que convoca en la pantalla, acentuada por el tema de Fats Domino Ain't It a Shame, es tan palpable como inconsolable.



Take Shelter

Jeff Nichols



Perfecta alegoría de los tiempos de inseguridad que vivimos, el segundo largometraje de Nichols hace convivir con armonía tanto el drama familiar como el filme de catástrofes y el thriller psicológico. Con un extraordinario trabajo visual y sonoro, Nichols contagia la ansiedad al espectador empleando el punto de vista subjetivo de Curtis LaForche (Michael Shannon), un padre de familia que empieza a tener terribles pesadillas y alucinaciones, todas de carácter catastrófico, que le abocan a un estado de tensión y paranoia constantes. No demasiado seguro de si lo hace para huir de su degeneración psicótica o para proteger a su familia de "una gran tormenta que lo arrasará todo", Curtis construye un búnker en el jardín de su casa. El filme ganó la Semana de la Crítica en Cannes.



El caballo de turín

Béla Tarr



La premisa es anecdótica: tras contemplar horrorizado cómo un cochero fustigaba cruelmente a su caballo, Friedrich Nietzsche vivió los últimos diez años de su vida en estado de catatonia y demencia. El húngaro Béla Tarr, en la que asegura que es su última película, su última obra maestra, ha decidido contar la historia de ese caballo. Más bien, hacernos experimentar la imposible superviviencia de sus propietarios, un padre y una hija granjeros. A lo largo de cinco días, observamos sus rutinas con minucioso detalle, cohabitamos un inframundo cuya amenaza exterior desconocemos, pero que está abocado a la desaparición. Con la habitual fisicidad y belleza que imprime el autor de Satantangó a sus películas en blanco y negro, el viaje a la oscuridad (y a la desaparición del cine) que propone nunca fue tan sumamente literal.



Bellflower

Evan Glodell



No hay quizá mayor cataclismo que una dolorosa ruptura sentimental, que una traición de pareja. No hay quizá mayor cataclismo que el fracaso del amor o la amistad. De esta convicción parte el debutante norteamericano Evan Glodell, quien también protagoniza este filme de una belleza tóxica y de una intensidad y audacia narrativas sorprendentes. Casi todo el relato es un preludio al estallido apocalíptico de un tramo final que, violenta y sanguinariamente, desentierra los rencores y frustraciones de un grupo de parejas. La imagen esteticista, de colores vívidos y sobresaturados, enmarca la historia en una California infernal, cruda y alucinada, donde las abrasivas imágenes de David Lynch parecen colisionar con el tratamiento grindhouse de Quentin Tarantino y la excentricidad de Harmony Korine.



Hell

Tim Fehlbaum



Rodado en Alemania y Francia, el debut de Fehlbaum es tan sorprendente como seductor y a su manera emocional. Sitúa su historia en un futuro pos-apocalíptico en el que las temperaturas han subido una media de diez grados. La escasez de agua en todo el planeta ha generado una tensión social insoportable. La humanidad se enfrenta entre sí en una lucha por la supervivencia donde caben los comportamientos caníbales y cualquier gesto de heroísmo parece utópico. La civilización ha mutado en barbarie. En todo caso, los protagonistas Marie y Tom afrontan sus días con cierto optimismo. Poblada de subtramas, y fotografiada con gran personalidad, Hell aún deja espacio para la posible redención del ser humano, antes de que la catástrofe medioambiental convierta el planeta Tierra en un verdadero infierno.



The divide

Xavier Gens



Perfecta muestra de cómo mantener el Argamedón fuera de campo, como si fuera una muerte silenciosa, una terrible amenaza de la que no parece posible escapar. El autor de Frontière(s), deudor del mejor cine fantástico, toma la ciencia-ficción esta vez como mera coartada para encerrar a un grupo de personas en los sótanos de unos apartamentos neoyorquinos -coincidiendo así con el huis clos en el que también se mueve el filme de Abel Ferrara-, refugiados de la lluvia de misiles que asola la ciudad. Gens propulsa el comportamiento humano hasta el extremo como metáfora de un mundo que, según el propio director francés, ya le ha perdido el miedo a la guerra nuclear, pero cuya humanidad (y humanismo) puede perecer ante "el colapso de los mercados".



Himizu

Sion Sono



Decía Eric Rohmer que toda película es un documental de su tiempo. El proceso de rodaje del último filme del aclamado director japonés Sion Sono (que debutó en Cannes con Guilty of Romance) emerge como evidencia clara del aforismo rohmeriano. Lo que iba a ser una fiel adaptación del thriller ‘manga' Himizu -sobre cómo un atormentado adolescente se enfrenta a sus propios fantasmas- tomó otra dirección cuando Sono decidió incorporar los devastadores efectos del terremoto, el tsunami y la catástrofe nuclear japoneses a la película. Con furia hiperbólica y un extraordinario tratamiento de la imagen, Himizu apela a la capacidad de la juventud nipona para sobreponerse a cualquier clase de cataclismo. De un relato profuso en personajes novelescos y cruces de subtramas, Sono extrae una extraña emoción que combina la violencia estilizada, el drama familiar y los agridulces sentimientos de la adolescencia.



The walking dead

AMC



Es televisión, sí, pero realizada con una marcada intención cinematográfica. Esta serie creada y producida por el director Frank Darabont (Cadena perpetua), que ya alcanza su segunda temporada, puede satisfacer más o menos la imaginería de las historietas gráficas de Robert Kirkman en que se inspiran, pero lo que no se puede poner en duda es su sintonía con los tiempos. Crónica de extrema supervivencia en un mundo poblado por zombies, de entre los pocos seres humanos que han sobrevivido a la pandemia de muertos vivientes se encuentra un grupo liderado por el policía Rick Grimes (Andrew Lincoln), quien despierta de un coma en un mundo completamente devastado. Las historias de zombis en las pantallas se han multiplicado este último año de forma extraordinaria, acaso como reflejo y alegoría de un mundo que se apaga lentamente y en el que, como grita Willem Dafoe en la película de Ferrara, ya estamos todos muertos.



Apocalipsis ibérica

No sólo imaginan el fin del mundo fuera de nuestras fronteras. Tanto Bigas Luna como los hermanos David y Álex Pastor preparan sendos filmes que sitúan el Apocalipsis en las calles de Barcelona. Puede parece algo insólito, pero Vicente Aranda ya filmó un misterioso crepúsculo nuclear en Fata Morgana (1966). Con Segundo origen, ahora Bigas Luna se ha propuesto adaptar en 3D la novela Mecanoscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo. La historia sigue los pasos de una chica adolescente y un niño negro en una Ciudad Condal devastada por una invasión alienígena. El autor de Huevos de oro (1993) ha contado con un presupuesto de 10 millones de euros, en el marco de una coproducción europea que estará protagonizada por una actriz británica. A su vez, los hermanos Pastor preparan el rodaje de Los últimos días, con la que quieren llevar la experiencia blockbuster americana al territorio ibérico, prolongando así las ambiciones de su debut con Infectados. Producido por Morena Films, A3 Films y Rebelió Terrestre, y con un presupuesto de 5 millones de euros, el filme, protagonizado por José Coronado, Quim Gutiérrez y Marta Etura, plantea un mundo en el que la población permanece encerrada en sus casas debido a una asfixiante agorafobia que se extiende por el planeta. "La película trata sobre el malestar general de la vida moderna y las consecuencias de vivir en un mundo artificial y controlado", aseguran los hermanos Pastor. Por su parte, los productores de Ágora estrenarán en agosto Fin, el primer largometraje de Jorge Torregrosa, protagonizado por Maribel Verdú, Daniel Grao y Clara Lago entre otros. Interpretan a un grupo de amigos que se reencuentran durante un fin de semana en una casa de campo, pero un extraño incidente les deja completamente aislados.