Cine

Richard Linklater , director de Fast Food Nation

"Soy vegetariano, pese a ser texano (Risas). Y un activo militante de no comer comida basura"

28 junio, 2007 02:00

Dos películas, A Scanner Darkly y Fast Food Nation, convirtieron al texano Richard Linklater (Houston, 1960) en uno de los grandes protagonistas del Festival de Cannes del pasado año. El director sobre todo es conocido en España gracias a su díptico romántico Antes del amanecer y Después del amanecer. Con Fast Food Nation Linklater quiso llevar a la pantalla un libro de culto de Eric Schlosser de 2001, en el que queda al descubierto la basura global de la que las multinacionales de comida rápida y otras entidades estadounidenses son responsables. Su consecuencia es tanto la malnutrición como la destrucción del medio ambiente. Comida basura es igual a enfermedad y contaminación de seres humanos, animales y entorno natural. Linklater colaboró con Schlosser en la adaptación del libro durante varios años y ha podido contar con un reparto tan significativo como Greg Kinnear, Avril Lavigne, Patricia Arquette, Wilmer Valderrama, Catalina Sandino Moreno, el legendario Kris Kristofferson, Ethan Hawke o Bruce Willis. Una conversación en Cannes con El Cultural, hizo posible analizar cómo fue tamaña doble hazaña

Pregunta: El libro de Schlosser, un gran best seller en su momento, está escrito a la manera de un ensayo científico, alejado de la ficción. ¿Cómo fue adaptarlo narrativamente?
Respuesta: Mi reto era narrar la explotación cruel de animales y seres humanos en aras de una hamburguesa y la consiguiente miseria que provoca, además de enormes ganancias para ciertas corporaciones. La primera vez que me reuní con Schlosser, él estaba intrigado sobre cómo un libro escrito como un documental, en términos cinematográficos, podía devenir en una película de ficción. Creo que ese reto fue lo que le hizo aceptar. Yo había leído el libro hace tiempo y ya entonces me tentó llevarlo al cine, pero tenía muchas dudas. El primer encuentro con Eric me dio la solución.

P.: ¿Cómo se produjo ?
R.: Básicamente, Eric me sugirió que había que dotar al relato no de uno sino de un miríada de rostros humanos. Esa fue la clave para empezar a funcionar. Y las mayores contribuciones vinieron de los actores.

P.: ¿Por ejemplo?
R.: Las muñecas de la camarera que interpreta Patricia Arquette son suyas, y algunas son muy perturbadoras. Las líneas de Ethan son prácticamente suyas. Greg Kinnear me sorprendió vivamente ya que había hecho un exhaustivo trabajo de investigación por su cuenta.

P.: Sin olvidar la mayor sorpresa de ver a Bruce Willis atiborrarse de hamburguesas presuntamente dañinas mientras erige un discurso apologético de tamaña foma de alimentación.
R.: Eso fue una absoluta delicia. Que interprete a un comprador de carne enferma que engulle hamburguesas envenenadas con glotonería y con un discurso desafiante...sólo Bruce puede hacerlo con convicción. Creo que su monólogo funciona como un puñetazo.

P.: Su gran frase final es, "La verdad es que todos tenemos que comer un poquito de mierda de vez en cuando".
R.: Una verdad como un puño. El puño de Bruce. (Risas).

P.: Fast Food Nation se presenta como una narración fragmentada -al estilo reciente de Syriana o Traffic- en la que diversas historias se interrelacionan. En la misma, se denuncian la contratación de trabajadores ilegales, sus salarios miserables, la codicia de tratantes de ganado enfermo venidos a menos, la agricultura venenosa carente de escrúpulos...y todo retratado en una pequeña comunidad de Colorado, un pequeño y deprimente lugar llamado Cody.
R.: El propio libro nos dio la estructura narrativa. No fue elección mía.

P.: Hay momentos duros: el acoso sexual a las trabajadoras de la planta de tratamiento de la carne; las ínfimas condiciones sanitarias de la misma; los accidentes casi mortales en el matadero que suceden ante la indiferencia de los codiciosos patrones; la alimentación ilegal de ganado o la utilización de los intestinos de las reses infectadas para incrementar las ganancias.
R.: Soy vegetariano, pese a ser texano (Risas). Y un activo militante de no comer este tipo de comida.

P.: ¿Sus razones personales?
R.: Muchas. La fabricación de la comida basura causa un tremendo impacto en el medio ambiente Contamina, usa demasiada agua y grano. Para alimentar a una vaca y engordarla a ritmo cósmico se usa una cantidad de grano que podría alimentar a 20 personas. Y está la crueldad con la que se trata a los animales. La falta de información acerca de las consecuencias de comer esa carne adulterada químicamente, con todas las hormonas que han sido utilizadas...tengo muchas razones.

P.: ¿Teme convertirse en la bestia parda de grandes corporaciones?
R: ¡Ya lo soy y me consta! La gente está asustada de los efectos de la globalización y saben que a las multinacionales les da lo mismo con tal de magnificar sus ganancias. Sostienen su política afirmando que ayudan al Tercer Mundo.

P.: ¿De qué cínica manera?
R.: Afirmando que ayudan a emigrantes a entrar en el mundo civilizado y moderno. Con un sueldo decente que les permite comprarse un iPod, ver televisión por cable y comprar todo lo que sueñan.

P.: Pero George Bush va a levantar muros para que esos emigrantes no entren.
R.: Conocí personalmente a Bush cuando era gobernador de Texas, mi estado. Un cazador y enorme comedor de carne. A él no le interesan temas tan ínfimos como la salud de sus conciudadanos. Sus leyes de inmigración han provocado masivas muertes en el desierto. Hasta él, solían morir 60 emigrantes ilegales al año. Ahora, suele ser 500. ¿Y en el futuro?

Linklater ha cumplido ya los 46 años y nos ha regalado películas tan excelentes y eclécticas como las comedias románticas Before Sunset y Before Sunrise, con Ethan Hawke y Julie Delpy, la hilarante Escuela de Rock, a mayor gloria del fenómeno Jack Black, y el remake de la película deportiva infantil Bad New Bears, con el mejor Billy Bob Thornton. Su quinta película, Dazed and confused (1993), le convirtió en la gran esperanza blanca del cine de su generación.

P.: Aquí en Cannes, ha presentado a la vez A Scanner Darkly, una comedia de animación muy tenebrosa acerca del trágico viaje que ofrecen las drogas y la paranoia. Una crítica acerca de la así llamada guerra a las drogas de la política norteamericana. ¿Cree que guarda alguna relación con Fast Food Nation?
R.: Sí. Creo que a ambas les podrían unir la literatura futurista de Philip K. Dick. La literatura, la vida, las películas y la política caminan de la mano. Y mis últimas películas quieren reflejarlo. Vivimos en una sociedad en la que nos espían las conversaciones telefónicas, derechos constitucionales se suspenden y cada ciudadano es sospechoso de conspirar contra la Gran Nación. El futuro está aquí y es muy negro.

P.: ¿Habría hecho estas películas sin el 11 de septiembre?
R.: Antes me hubiera sido más difícil responder. Pero ahora le digo que lo hago por el trauma y el recorte de derechos civiles que ha causado. Las cárceles están más llenas que nunca...y no hablo de Guantánamo, una ofensa a la Humanidad. En realidad, Fast Food Nation es un reflejo de un país sumido en la paranoia.

P.: Incluso sus películas más oscuras, y éste es el caso, muestran un irreverente y personal sentido del humor. ¿Es por ser texano?
R.: Un poco por ahí. Pero mi humor lo considero deudor del de Stanley Kubrick, mi maestro.

P.: Siendo un cineasta tan prolífico como impredecible, ¿qué es lo próximo?
R.: Estoy trabajando en una película sobre la guerra contra Irak. La atmósfera en la que vivimos me recuerda a la era de Nixon y Vietnam. Y todos los thrillers políticos que se hacían en aquellos tiempos. No sé quién me financiará la película. No me fío de Hollywood. Aunque sé que si la industria piensa que el filme va a vender entradas, entrará en el juego...