Hay que decir que este parón industrial y económico está teniendo efectos positivos para los ecosistemas. Quizá la mejor noticia que en estos momentos se pueda dar. “Se ha medido una bajada espectacular de las emisiones de gases con efecto invernadero. Las poblaciones de multitud de plantas y animales vivirán una primavera espectacular sin la presión humana”, señala Fernando Valladares (Mar de Plata, 1965), investigador del CSIC que se dedica a estudiar el impacto del cambio global en los ecosistemas terrestres. “Es coyuntural pero debe servirnos para valorar la capacidad de recuperación de los sistemas naturales. Debemos trabajar para no volver nunca más a las condiciones que permitieron la pandemia. Eso requiere que pongamos los ecosistemas por delante de la industria y de la economía o volveremos a caer en otra más pronto que tarde”. Valladares considera que lo que estamos sufriendo es un caso de libro de “ecología de la enfermedad” además de un fracaso de nuestro sistema social y económico: “Es el gran fallo de vivir de espaldas a la naturaleza”.

Todo esto es para el investigador como el cuento del lobo: “Llevábamos mucho tiempo explicando y avisando sobre el riesgo de simplificar la naturaleza, de extirpar especies y de destruir ecosistemas. Durante la última década lo hemos ido viendo con las distintas epidemias y brotes infecciosos”. El científico reconoce a El Cultural que, pese a los esfuerzos de los sistemas sanitarios, “no hay ninguno que pueda cumplir el papel protector de la naturaleza. Estamos viendo que son las relaciones entre organismos y el medio ambiente las que han disparado el problema de salud global que tenemos”.

Pregunta. ¿Podría estar relacionada esta pandemia con el cambio climático?

Respuesta. La relación con el cambio climático existe prácticamente sin duda por los efectos globales que el cambio climático tiene sobre los ecosistemas y sobre las poblaciones humanas. Pero esta relación parece indirecta. Aún hay que estudiar y comprender mejor la biología del virus y de sus hospedadores y reservorios animales para poder establecerla bien. Lo que sí sabemos es que la alteración de la naturaleza está en el origen de la pandemia.

"La alteración de la naturaleza está en el origen de la pandemia"

P. ¿Cuáles son los daños a los ecosistemas más relacionados con este tipo de crisis? 

R. Las dos alteraciones con más impacto han sido la reducción de la biodiversidad, extirpando muchas especies en un sistema en el que nos podrían proteger de estas y de otras infecciones, y la degradación del hábitat. Pero hay otras causas subyacentes. Por ejemplo, las que tienen que ver con la falta de seguridad alimentaria y la pobreza extrema que nos hace buscar alimento (y también comercio y tráfico ilegal) en especies salvajes con las que no tenemos una coexistencia evolutiva que haya podido generar defensas inmunológicas en nuestra especie. 

P. ¿Influye el clima en la expansión de este tipo de organismos? ¿Podría ser el calor un factor de freno?

R. El clima influye en los hábitos tanto en los humanos como en los animales que sirven de hospedadores o que son reservorios del virus. Afecta también a su expansión al contagio al influir en el tiempo de residencia del virus en el aire y en distintas superficies fuera de los organismos y por tanto en las probabilidades de contagio. Sabemos que se inactiva a temperaturas superiores a las 55 ºC, pero estas temperaturas rara vez se alcanzan más allá de algunas superficies muy expuestas al sol y bajo condiciones climáticas muy concretas. Sabemos también que el calor y la sequedad propias del verano bajan la viabilidad del virus fuera del organismo infectado. Pero el virus soporta bien temperaturas altas mientras está activo y por eso nuestra fiebre, una reacción defensiva genérica de nuestro organismo, no tiene efecto sobre el virus. Lo más importante desde el punto de vista epidemiológico es que en el verano o con condiciones más cálidas las personas nos enfermamos menos y damos por tanto menos ocasión al virus para que nos infecte y genere la enfermedad.

P. ¿Qué condiciones ambientales favorecen la expansión de estos microorganismos?

R. El conocimiento al respecto es aún fragmentario ya que es un virus nuevo. Sabemos que el polvo del desierto que se mantiene mucho tiempo en la atmósfera y que se transporta a larga distancia favorece la expansión del virus y le sirve de soporte para el proceso de infección. La contaminación atmosférica opera del mismo modo.

"Se prevé un nuevo periodo importante de la enfermedad en el hemisferio norte a partir de octubre"

P. Llega el invierno al Cono Sur, ¿podría tener allí mayor virulencia?

R. El invierno favorece las afecciones del sistema respiratorio. Hay más pacientes en general con todo tipo de enfermedades víricas, de bacterias e incluso de hongos que entran en el cuadro general de neumonías. Eso es terreno abonado para que se aumente la carga viral de coronavirus en individuos concretos y en la población en general. Por ello se cuenta con una segunda onda de la pandemia en el hemisferio sur durante su invierno en este 2020. Al igual que se prevé un nuevo periodo importante de la enfermedad en el hemisferio norte a partir de octubre.

P. ¿Qué les diría ahora a los negacionistas del cambio global? ¿Podría ser esta pandemia un fenómeno más de una serie relacionada con este fenómeno?

R. Por supuesto. Les diría que en un mundo con una mejor conservación del medio ambiente viviríamos todos mejor. Las Naciones Unidas tienen un hermoso y significativo programa llamado ONeHealth, ‘Una salud’, donde se parte del conocimiento de que la salud de los animales, las plantas y las personas están íntimamente interconectadas, y que las pandemias deben ser abordadas con una óptica multidisciplinar que incorpore este concepto, con el medio ambiente como una de las ideas transversales más importantes. Las alteraciones en los ecosistemas y en el clima no salen gratis. Ya nos están pasando factura. Y es una factura muy cara porque se mide en muertes humanas.

P. ¿Es urgente la creación de un catálogo de virus potencialmente peligrosos para afrontar pandemias futuras y tenerlas bajo control? En definitiva, conocer las características del “enemigo” para cuando decida atacar…

R. Es importante, pero recordemos que nunca sabremos lo suficiente del “enemigo” hasta que “ataque” y lo que realmente queremos es que “no ataque”. De ahí que es clave mantener una naturaleza sana y funcional que prevenga nuestro contacto con grandes cargas virales de virus nuevos.

@ecolote