Laboratorios Mabxience. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

El Instituto de España, que reúne a las diez Reales Academias españolas, ha enviado un comunicado titulado Manifiesto sobre la situación actual de la investigación científica en España en el que alerta de la necesidad de aumentar la inversión en ciencia. En los últimos años, dicen, "el sistema de investigación español se ha deteriorado, aunque los efectos más negativos aún no se hayan detectado". Frente a unos datos que posicionan a España detrás de muchos de los países que componen la Unión Europea, el Instituto de España plantea cinco recomendaciones entre las que se encuentra la creación de un ministerio de ciencia y tecnología.



Reproducimos íntegro el manifiesto enviado por el Instituto de España:



Ya nadie discute que la innovación tecnológica es un motor esencial de la economía de los países más avanzados. Dicha innovación se fundamenta en el progreso científico, el cual requiere un sistema de investigación vigoroso. En la última década, el sistema de investigación español se ha deteriorado, aunque los efectos más negativos aún no se hayan detectado.



La crisis económica que comenzó hace diez años afectó a todos los países europeos pero la respuesta a la misma fue distinta. Así como Alemania, Francia y el Reino Unido, entre otros, aumentaron de manera notable su inversión en I+D (hacia el 40%), España es uno de los pocos países de la UE que no sólo no la incrementó, sino que la redujo un 10% respecto a la que tenía hace diez años. Ello a pesar de que dicha inversión representa sólo el 1,2% del PIB, lejos de la media europea de un 2%. Hay que destacar que la pérdida de posición en ciencia y tecnología supone una importante disminución en la capacidad de modificar el modelo productivo y en la relevancia económica del país de cara al futuro.



Esta disminución en la inversión pública en I+D, junto al incremento natural en la formación de científicos, ha llevado a que la inversión pública por investigador sea la más baja desde los años 80 del siglo pasado, a la vez que el aumento de la burocracia en la gestión de los fondos hace que estos sean menos efectivos en la consecución de los objetivos.



La escasa inversión, siendo importante, no es el único problema de la investigación en España. La mayor parte de esta se desarrolla en el sector público, concretamente en la universidad. Para relanzar la I+D en España, es necesario reformar la universidad y concretamente, el sistema universitario de investigación. Dicho cambio ya ha sido abordado en parte, en Cataluña y en Euskadi con la creación de instituciones como el ICREA que aportan nuevo capital humano de alta calidad, externo al sistema. La mejora de la calidad de todo el profesorado universitario probablemente esté ligada a un cambio en la gobernanza de las universidades.



Para que la sociedad valore la importancia de la investigación es necesario demostrar su relevancia. Ello no se demuestra solo publicando muchos artículos científicos sino haciendo descubrimientos que tengan un impacto en la calidad de vida de los ciudadanos. Los indicadores que se usan para la promoción del profesorado universitario han quedado obsoletos y no contribuyen a orientar la investigación hacia objetivos más relevantes. Es necesario evaluar la ciencia que se hace en España reorientar buena parte de su actividad y focalizar objetivos donde seamos más competitivos.



La inversión en I+D del sector privado es muy débil en España, en consonancia con la ausencia de suficientes empresas de gran tamaño que son las que más invierten en I+D. Los esfuerzos realizados para promover la investigación en el sector privado no han sido suficientes para acortar la brecha que nos separa de los países más avanzados, dado que la dinámica en estos países es la de incentivar cada vez más al sector privado intensivo en I+D.



Finalmente, es evidente que el deterioro de la investigación y la pérdida de capital humano originalmente formado en España y que no puede volver a integrarse en el sistema español aunque así lo desee, no es una preocupación prioritaria de la sociedad y por ende, de sus gobiernos. Evidencia de ello es que actualmente no existe en España un ministerio de ciencia y tecnología, caso insólito en la UE, así como la escasa influencia que han tenido los ministros del ramo cuando los ha habido en época reciente. Sin embargo, es evidente que de los avances en el conocimiento, la formación, el talento y la innovación dependerá el futuro desarrollo de nuestro país.



Por consiguiente, se hacen las siguientes recomendaciones:



1. Crear un ministerio de ciencia con un ministro que sea influyente en el gabinete y firme promotor de la investigación.



2. Incrementar la financiación en I+D, a la vez que se evalúa la ciencia actual con criterios objetivos que valoren la repercusión social y científica de los resultados.



3. Facilitar el aumento de la I+D privada con mecanismos probados que ya funcionan en otros países.



4. Incrementar el capital humano externo y de alta calidad en las universidades, mejorando su gobernanza y facilitando la reincorporación de científicos españoles en el extranjero.



5. Promover acciones que fomenten la visibilidad de la ciencia en la sociedad.