Ilustración de Encélado, con su océano subterráneo y los supergéiseres que emanan por el polo sur. / NASA/JPL-Caltech

En las profundas fumarolas hidrotermales de la Tierra sobreviven microoganismos primitivos que generan energía transformando el hidrógeno y el CO2 en metano. Ahora la nave Cassini ha detectado estas tres sustancias en los supergéiseres que emanan de Encélado, una de las lunas de Saturno, y los científicos se preguntan si también allí estarán relacionadas con alguna forma de vida.

En 2015 ya se observaron en un anillo de Saturno diversas partículas procedentes de profundidades marinas y emitidas al espacio desde los supergéiseres de una de sus gélidas lunas: Encélado. Aquel mismo año la sonda Cassini sobrevoló esas fuentes gigantescas que emanan en las regiones polares del sur y detectó hidrógeno molecular (H2) en los chorros de vapor que sale por gigantescas grietas.



Como informa la Agencia Sinc, la NASA presenta ahora un estudio, publicado en Science por investigadores del Southwest Research Institute de San Antonio (Estados Unidos), donde se demuestra que ese hidrógeno proviene de reacciones hidrotermales generadas entre las rocas y el agua del océano que se extiende bajo la superficie congelada de la luna.



"Proporcionamos la mejor evidencia encontrada hasta la fecha en esos 'chorros' de procesos hidrotermales producidos por la interacción de las rocas y el agua líquida que hay en el interior de Encélado", subraya a Sinc uno de los autores del trabajo, Christopher R. Glein, que añade: "La fuente más probable de ese hidrógeno son reacciones hidrotermales de roca con minerales ricos en hierro y materiales orgánicos parecidos a los que se han encontrado en meteoritos carbonáceos y cometas".



Los investigadores han deducido las concentraciones de las especies volátiles que proceden del océano subterráneo partiendo de las cantidades de elementos que salen de las eyecciones de material. Los datos de Cassini apuntan que la nave detectó vapor y partículas en los supergéiseres con un porcentaje de volumen de 1,4% de hidrógeno y hasta un 0,8% de dióxido de carbono (CO2).



Recreación de los géiseres de Encédalo, una de las lunas de Saturno. Ilustración: NASA

Estos ingredientes son fundamentales para que ocurra un proceso conocido como 'metanogénesis', una reacción en la que se produce metano y que, en nuestro planeta, permite sobrevivir a los microorganismos que se encuentran en ambientes submarinos profundos y oscuros, como las fumarolas de las profundidades marinas.



En los sistemas hidrotermales de la Tierra, el agua reacciona con rocas que tienen minerales ricos en hierro, que actúa de sumidero de oxígeno y conduce a la conversión del H2O en H2. Este hidrógeno lo usan microorganismos quimiolitotrofos para producir metano (CH4) a partir del CO2. Se trata de una de las formas de vida más antiguas en la Tierra.



¿Metano biológico o geológico?

"Los instrumentos de Cassini han detectado metano muchas veces en esos penachos de vapor", señala Glein, "pero la fuente de ese metano está por determinar. Una posibilidad es la metanogénesis microbiana, pero también hay otros escenarios geoquímicos más 'mundanos', como una producción abiótica de metano catalizada como la del níquel".



"Cassini no fue diseñada para buscar signos de vida, y no habrá más vuelos a Encélado, así que será necesaria una nueva misión para responder a las preguntas astrobiológicas que plantea este estudio", explica el científico. Uno de los proyectos que se está valorando es la misión Enceladus Life Finder (ELF), que podría aclarar la habitabilidad de esa remota luna de Saturno.