Su misión: explicar al gran público los hallazgos que sobre la mente humana ha obtenido en el Instituto de Neurociencia de la UAB durante 40 años. En este tiempo, Ignacio Morgado (San Vicente de Alcántara, 1951) ha buscado los circuitos del Yo con determinación. No parece que ni la filosofía ni el psicoanálisis le hagan temblar a la hora de definirlo: "Como todo lo demás, el Yo que somos capaces de percibir reside en el cerebro, particularmente en estructuras como la corteza cerebral, que es la sede de la consciencia y, probablemente también, de la autoconsciencia. En definitiva, la capacidad de pensar que pensamos".

-¿Diría que la mente es algo tangible?

-Es el cerebro en funcionamiento. Estamos ante un conjunto de procesos interactivos, como pensar, emocionarnos, recordar o percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. La mente no es algo tangible, no es un producto separable del productor. Es una función, igual que el movimiento es una función de la rueda y no algo que la rueda va dejando caer por el camino. La mente, pues, es al cerebro lo que el movimiento a la rueda.

-¿Puede el cerebro tomar sus propias decisiones sin contar con el Yo? ¿Qué papel juega el inconsciente en nuestro comportamiento?

-El Yo no es algo independiente y separable del cerebro. Si alguien cree que sí lo es, que me lo explique. Somos nuestro cerebro y la mente que ese cerebro crea, y es gracias a la mente consciente que somos capaces de notar nuestra propia existencia y la del resto del mundo. Por eso Descartes dijo su famosa frase 'Pienso, luego existo'. No le faltaba razón. La mayor parte de nuestros procesos mentales y comportamientos se producen de modo inconsciente, como el control de la musculatura que utilizamos al caminar, las respuestas emocionales o el reprocesamiento de la información que tiene lugar cuando dormimos. Esos automatismos nos permiten funcionar muy bien, pero no significan que dentro de nosotros o nuestro cerebro haya algo o alguien que nos controla y que decide por nosotros.

-¿Ha terminado la neurociencia con Freud?

-Freud no era un científico en el sentido moderno de la palabra. Es decir, sus propuestas y predicciones no han sido científicamente contrastadas. Freud fue un gran escritor y ha tenido mucha influencia en ciertos ambientes culturales, pero la neurociencia no ha confirmado sus postulados, al menos en la forma en que él los planteó. El psicoanálisis es una pseudociencia, es a la psicología científica y la neurociencia lo que la astrología es a la astronomía. Cajal, el padre de la neurociencia, nos explicó el comportamiento de modo más científico y convincente.

-¿Qué porcentaje de libertad nos deja entonces el inconsciente?

-Es difícil cuantificarlo, pero, sea el que sea, nuestra mente nos hace sentirnos libres y con sentido de responsabilidad a la hora de tomar decisiones. Y eso es lo importante, porque siempre será mejor para nuestra salud mental y somática sentirnos libres aunque no lo seamos que ser libres y no sentirlo.

-¿Es el sueño fundamental en la maquinaria del cerebro?

-Totalmente. Nos recupera del desgaste neuronal, nos prepara para aprender, potencia la memoria y reestructura la información almacenada en nuestra mente. Es también una posible base de intuición y creatividad. Igual que el ordenador de Turing descubrió el código secreto de los alemanes rastreando detenidamente cientos de mensajes codificados, el sueño nocturno rastrea la información recibida durante la vigilia y encuentra en ella regularidades y reglas ocultas que pueden alcanzar la mente consciente cuando despertamos.

Según Morgado, no utilizamos, como suele afirmarse, un pequeño porcentaje de cerebro. "Lo utilizamos todo pero no siempre del modo más conveniente". Para hacerlo de forma efectiva hay que conocer mejor su funcionamiento y saber darnos las instrucciones más precisas en cada momento. "Cada tipo de aprendizaje requiere de su propia estrategia", puntualiza.

-En el caso de la creación, ¿cómo codifica el cerebro la expresión artística?

-Partiendo de predisposiciones biológicas, es decir, heredadas, como una percepción extraordinaria del espacio o de los tonos musicales. Después, mucha práctica y aprendizaje en el ambiente adecuado, emociones motivadoras y, como dije anteriormente, dejando que el sueño participe también en ese proceso.

Rápida e inconsciente

-¿Son las emociones las dueñas del comportamiento?

-Me gustaría decir que no, pero sí lo son. En realidad tendría que ganar siempre la razón, pues es evolutivamente más moderna y poderosa, pero casi nunca lo hace porque tiene un talón de Aquiles: es lenta, necesita tiempo para imponerse. Sin embargo, la emoción es rápida e inconsciente, pues para eso fue creada por la evolución y la selección natural, es decir, como un mecanismo potenciador de los instintos, protector y de reacción ante peligros y adversidades. De todo ello surge el famoso dicho popular 'cuenta hasta diez antes de responder', lo que equivale a 'dale tiempo a la razón, si quieres que gane'.

-¿Cómo definiría la inteligencia emocional, tan de moda en los últimos años?

-Es la capacidad, en buena medida aprendida, de gestionar nuestras emociones utilizando la razón. Es muy útil para superar adversidades, caer bien en ambientes sociales y conseguir propósitos. En cierto modo es más útil que la inteligencia analítica, la más conocida, aunque lo mejor, puestos a elegir, es tener las dos.

Es este mecanismo de gestión de las emociones, según el catedrático de la UAB, lo que convierte a nuestra memoria en un fenómeno forzosamente selectivo. El mecanismo que usa el cerebro para seleccionar lo que almacena, y, por exclusión, lo que olvida, es la emoción. "Todo lo que nos emociona, positiva o negativamente -puntualiza-, tiene más posibilidades de almacenarse en los sistemas de memoria del cerebro y de ser, por tanto, posteriormente recordado. Es una estrategia evolutiva tan simple como eficaz".

-¿Tiene una explicación el estrés? ¿Estamos preparados para sus efectos?

-El estrés ocurre cuando nuestras emociones no coinciden con nuestros razonamientos, o, lo que es lo mismo, cuando queremos más de lo que podemos asumir en cualquier faceta de la vida. Entonces, se activa permanentemente el cerebro emocional, algo equivalente a llevar pisado el acelerador del coche no sólo para adelantar, sino todo el rato. Así se daña el corazón y el sistema cardiovascular, también el sistema inmunológico y se mueren más neuronas de las normales en el cerebro. Eso crea malestar, pérdida de memoria y enfermedades, entre otros problemas. No, no estamos preparados para aguantar las múltiples demandas y el estrés de la vida moderna, aunque es cierto que unas personas tienen más capacidad de soportarlo que otras. Eso que modernamente llamamos resiliencia, un término tomado por la psicología a la física de materiales.

@ecolote