Un tranvía llamado Deseo acaba de estrenarse en el Teatro Español dirigida por David Serrano. Cada nueva producción de esta popular obra tiene varios alicientes, especialmente ver cómo encaran las nuevas generaciones de actores a estos viejos y potentes personajes. En este caso ver la Blanche Dubois de Nathalie Poza y el Stanley Kowalski de Pablo Derqui, sin olvidarnos de Stella, hermana de una y esposa del otro, a la que da vida María Vázquez.

Son personajes mundialmente conocidos gracias a la película (1951) de Elia Kazan, quien unos años antes, en 1947, la estrenó en Broadway con el mismo reparto a excepción de la actriz que interpretaba a Blanche. En la versión teatral fue Jessica Tandy quien le dio vida, sustituida en el filme por la estrella Vivian Leigh.

Según Arthur Miller, aquel estreno teatral ofreció dos revelaciones: “plantó la bandera de la belleza en las playas del teatro comercial”, refiriéndose al poético texto de Tennessee Williams, confeccionado con unos diálogos llenos de lirismo e imaginería que impulsan la acción.

La segunda fue Marlon Brando, “un tigre suelto, un terrorista sexual”, como también podemos observar en la película, que usurpó a Blanche el protagonismo de la obra. Desde entonces, la cinta ha sido un hándicap para todas las producciones teatrales y audiovisuales que se han sucedido.

La virtud de esta versión de David Serrano es que devuelve a Blanche al primer plano, a que comprendamos su tragedia de ángel caído: sus desvaríos, mentiras y sueños de grandeza de señorita venida a menos que ha perdido su juventud, herencia y reputación y que, expulsada de su madriguera provinciana, pretende acomodarse en el humilde y desordenado apartamento que su hermana comparte con su pareja en Nueva Orleans.

Blanche desprecia la realidad como grita en un momento de la obra, soltando una verdad axiomática del personaje y del texto de Williams. Se empeña en mantener unos estándares de belleza con sus trajes (precioso guardarropa confeccionado por Ana Llena), joyas y perfumes que no sintonizan con la vulgaridad del mundo que habita.

Sus sueños, deseos y todas las mentiras acerca de sus glorias pseudoaristocráticas con las que se pavonea son un rasgo clasista que la distingue socialmente y la enemista con su cuñado. Para ella estos trajes son de los pocos antídotos que le quedan para paliar tanto dolor como acumula (y que vamos conociendo conforme la obra avanza).

Nathalie Poza recorre en su arco interpretativo de tres horas el camino que va de fantasiosa a perturbada mujer. Es una sensibilidad delicada y singular, confeccionada con filigrana, a la que añade detalles gestuales sutiles; logra transmitir vulnerabilidad con su hilito de voz casi impostado al que imprime una cadencia musical.

La última hora es la de mayor dramatismo, cuando intenta agarrar su última oportunidad que es la de casarse con Mitch (Jorge Usón). No estoy segura de que su trágico final, cuando ya lo ha perdido todo, despierte la piedad del público a la hora de preguntarse si hoy su destino podría ser otro distinto al que le espera.

María Vázquez (Stella Kowalski), Pablo Derqui (Stanley Kowalski) y Nathalie Poza (Blanche Dubois), en 'Un tranvía llamado Deseo'. Foto: Elena C. Graiño

Pero, una vez más, se impone el referente del filme. Se echa de menos la atracción sexual que late entre los personajes de Blanche y de Kowalski, y que Brando y Leigh transmiten con tanta ferocidad en la película. Derqui y Poza ya actuaron en Desde Berlín dando vida a dos amantes adictos a la heroína, su química de pareja escénica ya fue probada.

Pablo Derqui crea un personaje contenido, categórico y despiadado. Huye del arquetipo Brando con una elegancia que lo aleja de ese vulgar trabajador polaco y al que contribuye su vestimenta inapropiada, especialmente en pantalones y zapatos. Derqui no soporta a Blanche, la ve como una amenaza al equilibrio de su hogar, y cuando David Serrano nos sirve la escena que ambos “tenían pendiente”, lo que se transmite es la palmaria brutalidad y machismo de Kowalski. Quiero decir que no vi coqueteos entre uno y otra ni siquiera sútilmente.

María Vázquez nos da la sorpresa con Stella, a la que dibuja con rebeldía rompiendo el prototipo de mujer sumisa a su marido de la película y de otras producciones teatrales que se han hecho (como la de Mario Gas en 2013, donde Ariadna Gil le daba vida).

Stella es el personaje más terrenal, se muestra tierna y comprensiva con su hermana pero también enamorada de Kowalski, aunque menos dependiente de él y sin miedo a plantarle cara ni a pagar el tributo de su sublevación.

Escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda para 'Un tranvía llamado Deseo'. Foto: Elena C. Graiño

Sus reconciliaciones de pareja se comprenden, también porque Derqui se comporta con ella de forma más afectuosa que sus precedentes, como vemos en la escena que sucede tras la pelea que mantienen, cuando se hace palpable el arrepentimiento de él que es también temor a perderla.

Hay que hacer notar la labor de Jorge Usón en el papel de Mitch, medida perfecta del personaje y lo bien y seguro que lo traza, sin exceso ni defecto. También esa garbosa vecina de Carmen Barrantes.

La obra se hace un pelín larga, alcanza las tres horas, ya que, como digo, Serrano ha sido bastante fiel al texto. El dispositivo escenográfico lo firma un habitual del director, Ricardo Sánchez Cuerda, que reproduce un caótico apartamento de Nueva Orleans con apariencia de trastero de chamarilero encapsulado en unas cortinas de gasa salmón.

Un tranvía llamado Deseo

Teatro Español, Madrid. Hasta el 27 de julio

Autor: Tennessee Williams

Dirección y adaptación: David Serrano

Reparto:

Blanche Dubois: Nathalie Poza

Stanley Kowalski: Pablo Derqui

Stella Kowalski: María Vázquez

Harold Mitchell: Jorge Usón

Eunice Hubbel: Carmen Barrantes

Pablo: Rómulo Assereto

Steve: Mario Alonso

Joven: Carlos Carracedo

Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda

Vestuario: Ana Llena

Iluminación: Juan Gómez-Cornejo

Composición musical: Luis Miguel Cobo

Movimiento escénico: Carla Diego Luque

Producción Ejecutiva: Lola Graíño

Una producción de Producciones Abu, Milonga Producciones, La Casa Roja Producciones, Teatro Picadero y Gosua