Hay un teatro de pasar la tarde, una distracción relajada sin pretensiones, preámbulo para irse a cenar luego con los amigos. Es un teatro simpático, los espectadores empatizan con los actores y esbozan una leve sonrisa que mantienen durante toda la función y que aderezan con carcajadas cuando se tercia. Un teatro cómico que, como decía Mihura, no se propone otra cosa que mostrarnos que las cosas tienen un envés, una trampa, sin por eso pretender que dejen de ser como son. A esta categoría corresponde la comedia francesa Me gusta como eres, que se representa en la sala grande del Lara.

La obra es original de Carole Greep y ha sido adaptada al español por el rey de la comedia española, Jordi Galcerán. Originalmente se estrenó en una sala pequeña de la capital gala y en 2010 se trasladó a un teatro de palabras mayores, en total casi quince años de funciones ininterrumpidas en París, lo que se dice pronto. Algunos críticos franceses sitúan a Greep en la órbita de los grandes de la comedia como Labiche, Feydeau, incluso de Guitry y Molière. Se trata de una comedia de situación que, sin ser redonda, tiene algunos personajes agudos que se comportan de acuerdo a los convencionalismos de una clase media urbana.

No quiero desvelar el argumento, diré que es la puesta en escena de una venganza originada por el uso inadecuado del móvil (aparatito que está sirviendo de argumento motor para un buen número de nuevas obras) y cuya ejecución pondrá en marcha situaciones burlescas. El argumento es sencillo: una pareja oye a través de un móvil cómo los amigos con los que van a pasar el fin de semana en su casa de campo les están criticando. A partir de ahí, las dos parejas entran en una dinámica del exceso y el disparate que les llevará precisamente a desenmascarar a los hipócritas. La risa, nuevamente, como medio para revelar nuestras miserias pero también para ayudarnos a vivir con ellas.

Gabriel Olivares presta su veteranía como director de escena en comedias y la monta dejando el terreno a los actores, cuatro intérpretes con buena vis cómica y, además, bien avenidos porque se nota lo bien que lo pasan: Juanan Lumbreras, ya un clásico del género, hace pareja con Pepa Rus, mientras Miren Ibarguren (más conocida por sus incursiones en comedias televisivas) es la media costilla de Óscar de la Fuente.

Ibarguren está graciosísima, se merienda el personaje mejor construido y dibujado de la obra: la novia con poco cerebro, bien dotada físicamente, que sufre una especie de dislexia del lenguaje que provoca confusiones y algunos de los mejores gags. Otra sorpresa es Óscar de la Fuente, al que nunca había visto en papeles cómicos, muy divertido, especialmente en una de las escenas más físicas y desternillantes de la obra.

@lizperales1