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Sara Torres[/caption]

El estreno de Sara Torres (1991) con el libro La otra genealogía (2014), con el que obtuvo el premio Gloria Fuertes de poesía joven, nos presentó a una poeta distinta, necesaria por cuanto aportaba una nueva mirada sobre las cuestiones de género, tan silenciadas en la poesía española contemporánea que fácilmente el lector despistado puede llegar a pensar que no existen. Torres es muy consciente de que la poesía contemporánea y su lectura de la tradición son, como reflejo de nuestra sociedad, mayoritaria e injustamente masculinas, y en su obra propone un cambio en ese estado de cosas, la construcción de un espacio nuevo, de una sociedad alternativa femenina que derriba los viejos tópicos y los antiguos monumentos falocéntricos. No faltarán lectores más o menos trogloditas a quienes esto les parezca un exotismo cómico; los mismos a los que no les parece tan exótico ni tan cómico que la historia de la literatura sea un exclusivo club masculino en el que a menudo a las mujeres se les ha reservado poco más que una habitación, una habitación que es a menudo el cuarto en el que recluir a la loca suicida; las mujeres que el canon ha aceptado han respondido a menudo a un estereotipo de mujer que en vez de aceptar a la otra mitad del mundo la ha reducido de forma inaceptable y confinado de modo empobrecedor.

Si en su primer libro Sara Torres planteaba la geografía y la moral de ese nuevo mundo, en su nueva entrega, Conjuros y cantos (Kriller71) elabora algo así como su folclore íntimo. Y si bien se quiere de algún modo folclore no se quiere de ninguna manera ligero. Nos advierte al comienzo: “El lenguaje es un acto con consecuencias. El éxito del hechizo no depende únicamente del sujeto que lo pronuncia. Existen unas condiciones de enunciación que se extienden en el tiempo y exceden el momento en el que el ritual está teniendo lugar”. “Yo abro tu pecho con mis diez dedos” da bien la medida de lo que puede esperarse de este libro:

 

Yo abro tu pecho con mis diez dedos

Yo retiro la presión de las costillas

Hasta que tus pulmones se hinchan con gozo

Aumentan en tres su volumen

 

El aire que incorporas te hace levitar

Sobre las sábanas

Con la obstinación del corcho

Abandonas el fondo

Te impulsas hacia la superficie

 

Yo insuflo más aire desde tu ombligo

No cesa esa sed

Algunas burbujas de oxígeno se forman

Desatan tu risa

 

Ríes voces

Rastreo la genealogía de tus cantos

Yo te pregunto

Tú contestas:

Sobre las voces nada sé que pueda explicarse

 

Tómalo así por cierto

 

Tú me recoges y me llamas junto a ti

Diriges mi barbilla e introduces tu lengua

en esta boca de labios entreabiertos

Tú hablas dentro

Tú gimoteas y cantas dentro

Tú contestas:

Sobre las voces nada sé que pueda explicarse

 

Tómalo así por cierto

 

Torres recurre a diferentes estrategias (sin excluir algunas poco usadas últimamente como los juegos fonéticos) para crear estos conjuros y cantos suyos. Se repite del libro anterior una sintaxis sencilla que sirve a su propósito pero acaba por resultar algo monótona, y probablemente incapaz de llevar al límite la complejidad de pensamiento que la autora pretende encerrar en su obra. Todo es inteligencia en el proyecto poético de Sara Torres; formalmente uno esperaría algo más de complejidad en las estructuras, en un uso del lenguaje demasiado limitado. Sigo pensando que lecciones como la de Adrienne Rich o Muriel Rukeyser harían mucho bien injertadas en este mundo de Torres que, siendo puro pensamiento y pura inteligencia, parece quererse sobre todo intuición y naturaleza. De establecer un vínculo entre esos dos extremos depende que la poesía de Sara Torres, que es ya una de las más interesantes de las que se escriben ahora en las Españas, se convierta en mucho más que eso. Y todo indica que esa fruta está a punto de caer del árbol. Claro que tal vez su proyecto vaya ligado por decisión propia a la economía de medios y la creación, digamos, de un nuevo folclore. Ya digo: de lo que hay en los libros de Sara Torres ya aprendemos más que de la mayoría de los que se publican cada temporada. Será por eso que queremos más y mejor. Nuestra exigencia es sólo sed de más.