La poesía no es sólo un medio de expresión o de desahogo. Tampoco es, únicamente, la palabra que describe el silencio. No sirve de manera exclusiva, aunque así lo creamos, para poner sobre el papel aquello que no somos capaces de articular con la voz, bien por incapacidad o por desconocimiento. No es sólo eso, aunque también lo sea.

Si uno se esfuerza en ver más allá de las palabras y analiza el mensaje de lo escrito, se dará cuenta de que la poesía también es un reflejo de tres cosas: lo que somos, lo que vivimos y lo que observamos. Partiendo de esta premisa, los poemas nos facilitan la tarea a la hora de descubrir los rasgos más característicos de la generación que los escribe y de la sociedad que la incluye.

La poesía se vale de esa intimidad que siempre surge en una conversación que se produce entre dos personas: tú y yo. No hay barreras, la proyección de las palabras es directa y golpea como un rayo de luz en el centro de los ojos: es imposible escapar de un poema que nos ayuda a entender lo que nos pasa. De este modo, la lectura de poemarios de escritores jóvenes en otras lenguas resulta de gran ayuda para desentrañar los entresijos de las sociedades que habitan en otros países distintos al nuestro, ya que la cultura es el principal vehículo de expresión y compartición y, por ende, de aprendizaje.

En este punto, me gustaría destacar tres poetas de lengua inglesa que, a pesar de no compartir país de origen, coinciden en tantos otros rasgos que resultaría imposible pasarlo por alto y no creer, por un instante, que comparten no sólo generación, sino mundo. Su lectura nos permite averiguar qué es lo que pasa por su mente y, a juzgar por la aclamación popular de sus obras, también por la de sus coetáneos, ya que en la poesía uno celebra aquello en lo que se ve reflejado. Si analizamos los temas que tratan, seremos capaces de conocer un poco más a una generación de otra tierra e idioma.

Ellas son poetas, el arraigo y la denuncia social son pieza clave de su obra y el éxito de ventas y público baña todos sus libros. Hay muchas más, pero Malika Booker, Warsan Shire y Rupi Kaur, por distintos motivos, se han convertido para mí en tres poetas de referencia para entender qué es lo que les preocupa a las escritoras de mi generación más allá de nuestras fronteras.

 

[caption id="attachment_391" width="560"] Rupi Kaur. Foto: naomi wood[/caption]

Descubrí a Rupi Kaur (Canadá, 1992, ascendencia india) en las redes mucho antes de que me propusieran la traducción de su primer libro publicado, Honey and Milk (Otras maneras de usar la boca, ed. Espasa). Me gustaría añadir, en este punto, que en cuestión de días sale a la venta el segundo, The sun and her flowers, todavía sin fecha de salida en España. Kaur es, quizá, la más conocida de todas ellas en nuestro idioma. Al introducirme en sus poemas, descubrí una voz distinta a todo lo que había leído hasta entonces. Su voz es poderosa, no tiembla y no se entrecorta al tratar temas tan estremecedores como la violación, la violencia de género, la migración o el dolor generacional de las mujeres de su familia. Al ser preguntada por el origen de esos temas en su escritura, Kaur responde que nació siendo superviviente, ya que en la cultura hindú muchas niñas son asesinadas o abandonadas por su condición de género. Sin embargo, también celebra y defiende sus orígenes, su idioma materno y su historia. Sin ir más lejos, su estilo a la hora de escribir, sin mayúsculas y con el punto como único símbolo ortográfico, responde a un respeto absoluto hacia el idioma punjabi, en el cual sólo existe el punto y todas las palabras se escriben en minúsculas. Rupi se esfuerza por incluir esa herencia y esa igualdad metafórica en su trabajo. Es algo que la autora ha aprendido con los años, aunque sólo roce el cuarto de siglo. Tuve la suerte de coincidir con ella en su única lectura en España, conocer su dulzura y su fortaleza, y me contó, no sin cierto arrepentimiento, que de pequeña se avergonzaba de la manera de hablar en inglés de su madre por su acento, que es muy marcado. Tiempo después, convirtió esa vergüenza en motivo de honra "porque en su acento está nuestra historia". En su obra podemos descubrir varios poemas que hacen referencia a este arraigo.

 

mi problema con lo que se considera bello

es que su concepto de belleza

se centra en excluir a gente

encuentro belleza en el pelo

cuando una mujer lo tiene

como un jardín en su piel

ésa es la definición de belleza

narices corvas y grandes

señalando al cielo

como si se levantaran

para la ocasión

piel del color de la tierra

en la que mis antepasados plantaron maíz

para alimentar a un linaje de mujeres con

muslos gruesos como los troncos de los árboles

ojos como almendras

cubiertos de profunda convicción

los ríos del Punyab

corriendo a través de mi sangre así que

no me digas que mis mujeres

no son tan preciosas

como las que hay

en tu país

 

[caption id="attachment_393" width="560"] Una de las fotografías de la serie period. Foto: prabh kaur & rupi kaur[/caption]

No sorprende la denuncia social y la defensa de la libertad de la mujer en su escritura. En 2009, hizo un reportaje gráfico para un trabajo de la universidad sobre la menstruación para desafiar los tabúes sociales sobre la misma. En una de las imágenes, que posteriormente subiría a las redes sociales, aparecía una chica tumbada en la cama con las bragas manchadas de sangre. Instagram la borró y Kaur protestó en Facebook contra una sociedad misógina que permite las fotos que sexualizan a la mujer, pero no las que la retratan de una manera natural. La denuncia se hizo viral, ocupó titulares de todo el mundo e Instagram se disculpó y excusó públicamente, permitiendo de nuevo la publicación de la foto.

Como decía, en sus trabajos también podemos encontrar numerosas referencias, explícitas todas ellas, a la violencia de género y al feminismo. Son poemas muy necesarios en los que una de las autoras más leídas actualmente pone el punto de mira en temas complicados, comúnmente ocultos o pasados por alto.

 

el sexo supone el consentimiento de dos

si una persona está tumbada sin hacer nada

porque no está preparada

o no está de humor

o simplemente no quiere

y aun así la otra está teniendo sexo

con su cuerpo no es amor

es violación

 

cuando mi madre abre la boca

para tener una conversación durante la cena

mi padre mete la palabra silencio

entre sus labios y le dice que

no hable con la boca llena

así es como las mujeres de mi familia

aprendieron a vivir con la boca cerrada

 

Si la poesía es una llamada a la conciencia, si la poesía es educación sentimental, si la poesía es la antesala del cambio, Kaur lo consigue con sus poemas: el despertar de la primera, el interés por la segunda y la realidad del último.

 

[caption id="attachment_392" width="560"] Warsan Shire[/caption]

Warsan Shire, de padres somalíes, nació en Kenia en 1988 y se crio en Londres, donde reside. La conexión de Shire con sus raíces africanas es el leitmotiv de su obra. A pesar de haber tardado muchos años en volver a Kenia, de donde se marchó siendo muy pequeña, la autora no ha superado el desarraigo y, tal y como cuenta en una de las pocas entrevistas que ha concedido, la poesía le sirve para conectar con sus raíces.

En sus poemas habla del cuerpo de la mujer negra, de los refugiados, de los inmigrantes y de otros grupos marginales, de la diáspora africana, de la mutilación genital femenina y de trastornos alimenticios como la bulimia, que ella misma sufrió. Uno de los poemas más conocidos y compartidos de la autora es Home (Hogar), un canto de defensa al drama de los refugiados que pone los pelos de punta e incluye versos como estos:

 

nadie abandona su hogar a menos que

su hogar sea la boca de un tiburón

(…)

sólo abandonas tu hogar

cuando el hogar no te permite quedarte

(…)

tienes que entender

que nadie pone a sus hijos en un barco

a menos que el agua sea más segura que la tierra

(…)

nadie abandona el hogar

hasta que el hogar es una voz sudorosa en tu oído diciendo:

ve,

corre lejos de mí ahora

no sé en qué me he convertido

pero sé que cualquier lugar

es más seguro que aquí

 

A pesar de haber sido declarada como una de las artistas de raza negra más influyentes del mundo, Shire no suele hacer muchas declaraciones. Sorprende que, después de que Beyoncé la catapultara a la fama de la cultura pop utilizando sus poemas en el álbum Lemonade, Shire apenas se pronunciara al respecto. Eso es, precisamente, lo que le diferencia de otros poetas de su edad que se valen de las redes sociales para compartir y difundir su trabajo, lo que les termina convirtiendo en estrellas cibernéticas aun sin pretenderlo. A Kaur, sin ir más lejos, con más de un millón de seguidores en su perfil de Instagram, le acompaña en todos sus recitales un grupo de profesionales formado por una asistente personal, una fotógrafa, un realizador y un cámara (están preparando un documental de su gira). La autora no puede tomar ninguna decisión, por mínima que sea, que no pase por su agente literaria o por su persona de confianza. Yo misma me encontré con ese problema de falta de comunicación a la hora de traducir su primer libro. Resulta inquietante, pues es algo que proyecta una imagen de ella que no corresponde con la realidad: Kaur es una chica normal, sociable e interesada por sus pares. Espero que no se salga del camino, pues cuando un poeta cambia, también lo hace la esencia de sus poemas.

Shire, por su parte, confiesa que las redes sociales le generan ansiedad. Su poesía, escurridiza, es difícil de encontrar, pero eso no le ha impedido ganar el premio de Poesía Africana de la Universidad de Brunel en 2013 y ser la primera Young Poet Laureate de Londres en 2014. De acuerdo con su editor, estos premios no le han librado de las críticas más fieras de los círculos poéticos de Londres, pero en internet sus lectores se cuentan por miles y el entusiasmo es mayúsculo.

En varios poemas, Shire, igual que Kaur, también se vale de las palabras para aconsejar a una audiencia presumiblemente femenina en sus relaciones de pareja a través de su propia experiencia, como es el caso de Preguntas para la mujer que fui anoche:

 

¿Hasta dónde has llegado por hombres que nunca han puesto tus pies sobre su regazo?

¿Cuántas veces has cambiado tus huesos por otros sólo para infravalorarte?

¿Por qué encuentras lo inalcanzable tan tentador?

¿Dónde empezó, qué fue mal, quién te hizo sentir que no valías para nada?

Si te quisieran, ¿no te habrían elegido?

Estuviste todo este tiempo suplicando amor en silencio, pensando que no podían oírte, pero lo olieron; ¿tenías que haber sabido que podían saborear la desesperación en tu piel?

¿Y qué pasa con esos que hubieran hecho cualquier cosa por ti? ¿Por qué les dejaste que te quisieran hasta que no pudiste soportarlo más?

¿Cómo puedes ser dos mujeres a la vez: una luchadora y otra dependiente?

¿Dónde aprendiste a querer lo que no te quiere?

¿Dónde aprendiste a dejar irse a aquellos que quieren quedarse?

 

El libro más conocido de Shire es Teaching my mother how to give birth, ed. Flipped Eye, del que todavía no contamos con su traducción aquí en España, pero lo recomiendo sin duda alguna para quien conozca el idioma. Este libro incluye un poema maravilloso con el que me he dado de bruces y me atrevo a traducir:

 

La última vez que vimos a tu padre

Estaba sentado en el aparcamiento del hospital

dentro de un coche prestado, contando las ventanas

del edificio, preguntándose en cuál de ellas

estaba brillando su error.

 

La autora también ha producido un álbum, warsan versus melancholy (the seven stages of being lonely), en el que recita siete de sus poemas, y es editora del magacín poético Spook.

 

[caption id="attachment_394" width="560"] Malika Booker[/caption]

Por otra parte, Malika Booker (Reino Unido, 1970) es pionera del spoken word (espectáculo poético que utiliza elementos musicales y teatrales) que se está dando en Reino Unido en la actualidad. De padre guyanés y madre granadina (del país caribeño), creció en Guyana y volvió a Reino Unido cuando cumplió trece años.

Aunque sea de una generación anterior a Shire y a Kaur, quiero incluirla en esta lista porque lo que Booker tiene en común con ellas son los temas de su poesía y el público que las lee. A mí particularmente me gusta comprobar cómo estas tres poetas se valen del empoderamiento de la mujer y de la fuerza de la raza para escribir versos duros e incómodos que calan en el lector y, como podemos comprobar, en las poetas venideras.

Acostumbrada desde pequeña a una disciplina férrea y cruel por parte de su abuela, Booker muestra una obsesión por la anatomía femenina a través de los abusos a los que es sometida ella y las mujeres de su alrededor de manera recurrente. El deseo de su abuela por tener nietos varones y el rechazo a su nieta marca la infancia de Booker.

 

Me contaron que ató a esa chica al cabecero de la cama,

la encadenó desnuda, como si estuviera en un crucifijo.

Me contaron que la estiró y después dijo:

voy a enseñarte a robarme, señorita.

Me contaron que sacó una cucharada de salsa de pimienta de un tazón blanco

y la metió hasta el fondo del coño de su nieta.

 

La autora, que también es testigo desde pequeña de la violencia de género en las calles de Guyana, utiliza sus experiencias para aconsejar a las generaciones venideras en sus poemas, como en Warning:   

 

Nunca dejes que un hombre te pegue y se duerma,

echa pimienta a la comida, hierve agua caliente y tírasela,

coge un cuchillo y haz un corte limpio ahí abajo,

coge un sable, hazle trozos y después ve a la policía.

 

La poeta también homenajea a sus raíces africanas a través de las generaciones, como en el poema Faith:

 Quiero escribir un himno para vosotros

donde las voces se levanten y los coros góspel sureños suenen.

 

Quiero escribir un himno clásico lleno de arpas y armónicas,

un himno con el que nuestras abuelas esclavas levanten los largos vestidos

y pisoteen la tierra al ritmo de las panderetas.

 

Quiero escribir un himno calipso, un himno folk,

un himno reggae, un himno alegre.

Quiero escribir himnos bonitos para vosotros.

 

Booker ha publicado dos libros, Pepper Seed (ed. Peepal Tree Press, 2013) y Breadfruit (Flipped Eye, 2007) y aparece en varias antologías. Ha sido jurado de varios premios de poesía y en uno de ellos aprovechó para criticar el criterio tan rígido de los poetas tradicionales sobre lo que es la poesía y apoyar la experimentación de los poetas menos reconocidos por la crítica. Ganó el premio Seamus Heaney Centre por Pepper Seed en 2014 y el premio a Mejor Poema 2017 por Nine nights. La poeta también ha fundado Malika’s Poetry Kitchen, un espacio diseñado para dar apoyo a los nuevos poetas.

¿Qué tienen en común, por tanto, Kaur, Shire y Booker? Las tres forman parte de una generación de poetas mujeres, de raza, premiadas y reconocidas por el público y con un marcado discurso feminista. En sus obras destacan la presencia en su obra de la herencia de sus antepasados y la conciencia sobre la libertad de la mujer. En un mundo predominantemente masculino como es el de la literatura y, en especial, el de la poesía, da esperanza que las poetas se estén haciendo hueco con poemas que reivindican el propio papel de la mujer en la sociedad. Además, con las oleadas xenófobas que atacan el mundo de un tiempo a esta parte, reconforta que clamen en voz alta sus raíces extranjeras y nos enseñen a respetarlas.

Uno podría llegar a pensar, también, que sus poemas están dirigidos a lectoras jóvenes para aconsejarles sobre sus relaciones personales y ayudarlas a alzar la voz, pero yo creo que el discurso que defienden debe ser leído por todos, pues la realidad forma parte de un todo y las generaciones no deben dividirse en cuanto a conciencia y valores. ¿El fenómeno pop que las rodea? Dejémoslo a un lado. No miremos sus redes para averiguar qué cenaron anoche, no analicemos sus imágenes con lupa, no esperemos de ellas nada que no sean palabras. Cojamos sus libros y leamos sus poemas. Es el mejor agradecimiento que podemos hacerles.