De entre los tesoros escondidos en la plataforma Amazon Prime Video conviene no perderse el filme Pass Over, de Spike LeeAl tratarse de la grabación de una producción teatral tiene el aspecto de ser una obra menor en la filmografía del autor de Haz lo que debas (1989), pero lo cierto es que el cineasta aborda el proyecto con un sentido plenamente cinemático. La obra se representó en Chicago y Spike Lee, la voz del cine americano más asociada con la defensa de la comunidad afroamericana (hizo esta adaptación antes de que se estrenara Infiltrado en el KKKlan en Cannes), pareció encontrar en ella una pieza de denuncia social que se adapta como un guante a los intereses que recorren su filmografía. Por un lado, tiene un aire experimental que introduce memorables dosis de lirismo para ilustrar la actualidad xenófoba de Estados Unidos; por otro lado, no deja de tener un enfoque vintage cinemático-teatral que nos traslada al teatro de denuncia profundamente político de los años cincuenta y sesenta y las producciones televisivas de teatro en directo que vivieron su esplendor en los años setenta. Como es habitual en el prolífico cineasta norteamericano, la estética y la ética del filme (de la obra) hunde sus raíces en el arte entendido como un gesto de activísimo político y social.

Escrita por la debutante dramaturga Antoinette Nwandu, la obra Pass Over se inspira directamente en Esperando a Godot de Samuel Beckett y en los asesinatos de afroamericanos por parte de la Policía en la América de Trump. Con mínimos elementos escénicos –apenas una farola en el cruce de la avenida Martin Luther King Jr. y la calle 64– y dos personajes principales, el texto desprende humor, poesía, humanismo y tragedia a partes iguales, excepcionalmente dialogado y con un componente alegórico que no deja lugar a dudas sobre el carácter existencial de la obra, que sin embargo no se aparta de la actualidad xenófoba y políticamente polarizada en la que vive Estados Unidos. Moses (Jon Michael Hill) y Kitch (Julian Parker) son dos indigentes del vecindario que no se mueven de ese cruce en la ciudad, esperando a que algo suceda, debatiéndose entre “cruzar al otro lado”, es decir, a la tierra prometida, en una obra que también contiene varios elementos parabíblicos y de carácter espiritual. El enérgico texto de Nwandu introduce un afilado diagnóstico social al tiempo que un sentido de angustia existencial realmente poético.

Obviamente, gran parte de los méritos del filme le corresponden al magnífico libreto –en el que aparecen otros dos personajes, representantes de la supremacía blanca– y a la dirección escénica de Danya Taymor (que no en vano está acreditada como co-directora del filme), si bien el cineasta no se limita a mover algunas cámaras alrededor del escenario para registrar el montaje escénico. Con un sentido muy preciso, Lee introduce verdaderos elementos cinemáticos que requieren de una intervención absoluta del lenguaje cinematográfico en la puesta en escena teatral, con planos cenitales y expresivos cortes de montaje. Empleando numerosos ángulos de cámara, generalmente estáticos, las decisiones de director subrayan la emoción contenida en las páginas del texto, como los abruptos cortes de Moses y Kitch tumbándose violentamente en el suelo cuando se oyen disparos. Los contados primeros planos también tienen un sentido preciso en la propuesta, que nos recuerdan los monólogos de los personajes de Lee en otros filmes suyos, cuando rompen la cuarta pared. 

Pass Over - Official Trailer | Amazon Studios

Hay un elemento mayor en el filme que trasciende el registro del montaje escénico, y es que Lee se preocupa, quizá por encima de todo, por transmitir la experiencia de ver la obra de teatro antes que embalsamarla en vídeo. Como es habitual en el director de La marcha del millón de hombres (1996) y del impresionante documental sobre la catástrofe del Katrina When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts (2006-2007), lo que le interesa especialmente es documentar gente, es decir, introducir una verdad social en todas sus películas, sean ficciones o documentales. En este caso, Lee filma a hombres y mujeres, todos afroamericanos, viajando en autobús desde los suburbios para asistir a la representación de la obra. Una vez allí, algunos planos filmados desde el backstage nos muestra al público al fondo contemplando la representación, como si formaran parte del drama en escena, y además ofrece varios primeros planos del público durante la representación, como si fuera un silencioso coro griego cuyas reacciones no necesitan de ninguna palabra para expresar el modo en que la obra les está afectando interiormente. Este brillante híbrido de teatro y cine tampoco dejará indiferente a ninguno de nosotros.

@carlosreviriego