El desarrollo español de videojuegos se ha puesto las pilas en los últimos diez años. Desde las grandes producciones transnacionales a los desarrollos indies más inspirados, por toda la geografía española encontramos estudios progresando y alcanzando cotas de calidad excepcionales con una frecuencia inusitada.
Una de las historias de más éxito del panorama nacional, sin lugar a dudas, es el caso de The Game Kitchen, un estudio con orígenes sevillanos que hace un par de años abrió una nueva sede en las islas Canarias, aprovechando el fuerte impulso que desde el archipiélago se están dando a las industrias digitales.
Tras saltar al estrellato mundial con los dos Blasphemous (un par de metroidvanias imprescindibles para cualquier aficionado del género), se las han ingeniado para convencer a los japoneses de Koei Tecmo para que confíen en ellos con su franquicia estrella: Ninja Gaiden.
Un fotograma de 'Ninja Gaiden Ragebound'.
Después de muchos años en la sombra, este 2025 está significando un retorno por todo lo alto para la saga de acción desaforada inaugurada en el ya lejano 1988.
En enero recibimos el remake de Ninja Gaiden II (2008), ahora nos llega este Ragebound y para finales de octubre está previsto el lanzamiento de Ninja Gaiden 4 de la mano de Platinum Games.
Puede que los más cínicos consideren este lanzamiento de pretensiones indies como un mero tentempié entre las dos grandes superproducciones, pero estarían muy equivocados.
Ragebound es una colaboración entre The Game Kitchen y los franceses de Dotemu (artífices, entre otros, del magistral Streets of Rage 4) y su alegato no podría ser más ambicioso.
Un retorno a la línea estética y la jugabilidad de la trilogía clásica (lanzada entre 1988 y 1991), pero con todo el potencial tecnológico de las máquinas modernas.
En Ninja Gaiden Ragebound encarnamos a Kenji Mozu, un aspirante a Ninja que entrena bajo la exigente mirada del mítico Ryu Hayabusha.
Cuando a su maestro le reclaman en América, Kenji debe hacer frente a una invasión demoníaca del pueblo.
Un fotograma de 'Ninja Gaiden Ragebound'.
Ninja Gaiden nunca se ha preocupado en exceso por establecer una línea narrativa y en Ragebound tampoco han decidido complicarse mucho la vida, abrazando el simplismo de la época a la que hacen referencia sin ambages.
Todos los diálogos están enfocados a presentar las mecánicas y a dar unas meras pinceladas sobre los escenarios y las motivaciones de los personajes principales, pero el foco está completamente centrado en la acción.
Lo que comienza como una propuesta sencilla de hack n slash en la que simplemente tenemos que ir de izquierda a derecha acabando con los enemigos que nos salen al paso, va evolucionando con rapidez para incorporar proyectiles y unas fases de plataformas bastante endiabladas.
El factor característico aquí es la dificultad. La mayoría de enemigos cae ante un mero corte de la katana de Kenji, pero el asalto es constante.
Ragebound es un juego frenético. La acción no se detiene en ningún momento, poniendo a prueba nuestros reflejos y nuestro proceso de toma de decisiones, obligándonos a priorizar unos objetivos sobre otros a gran velocidad para sobrevivir a las acometidas de los demonios.
Por suerte, The Game Kitchen ha sido bastante generoso con los puntos de control, por lo que una muerte intempestiva no nos hará perder mucho progreso.
Los sevillanos llevan casi una década refinando su interpretación preciosista del pixel art, pero aquí han conseguido superarse una vez más.
Es cierto que Ragebound no cuenta con el sustento tan poderoso que supone la inspiración de las pinturas negras de Goya como en Blasphemous, optando más por una línea de colores vibrantes, mucho más ochentera y kitsch, pero esto no es óbice para que nos hayan deparado una factura visual de auténtico lujo.
Es un arte muy detallado, con unas animaciones muy trabajadas y una multitud de efectos que consiguen vendernos la fantasía retro.
Un fotograma de 'Ninja Gaiden Ragebound'.
Es decir, creemos que los juegos de principios de los 90 lucían así, pero la realidad dista mucho de esta exuberancia estética.
Las capas que aportan profundidad a los escenarios, los efectos visuales, la fluidez con la que se desarrolla la acción a pesar de la afluencia de elementos, las breves pero expresivas cinemáticas...
Es un verdadero portento digno de admiración sincera al que hay sumar una música sensacional de Sergio de Prado, repleta de temas pegadizos, con contribuciones de los compositores de la trilogía original.
Ninja Gaiden Ragebound supone el doctorado cum laude de The Game Kitchen en la esfera de la acción bidimensional. Lleva con orgullo su sensibilidad retro, pero todo el planteamiento jugable y las ideas que aporta se perciben muy modernas.
Puede que sus dimensiones formales se antojen reducidas a los jugadores que no recuerden la longitud de los juegos hace 35 años, pero está cargado hasta las trancas de desafíos opcionales, niveles secretos, coleccionables y armas diferentes que incrementan la rejugabilidad hasta la estratosfera.
Es un juego muy desafiante (mención especial merecen unos jefes desabridos que nos pondrán al límite) que sin embargo nos invita a perfeccionar nuestra técnica con paciencia hasta el dominio absoluto de todos los movimientos de Kenji y Kumori. Un nuevo motivo de orgullo para el desarrollo patrio.
Ninja Gaiden Ragebound
Estudio: The Game Kitchen
Editora: Dotemu
Director creativo: David Jaumandreu
País: España
Plataformas: PC, Nintendo Switch, PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series
