Hace tres años, Tatiana Delgado y su equipo de Out of the Blue irrumpieron en la escena independiente con Call of the Sea, un magnífico relato ambientado en la Polinesia Francesa durante los años 30 del siglo pasado que abordaba el cosmicismo lovecraftiano a través del prisma del cine romántico de la época. Tras su éxito sobrevenido y con el apoyo del sello sueco Raw Fury, ampliaron sus horizontes y se embarcaron en un proyecto mucho más ambicioso.



Desde el primer momento queda patente que American Arcadia es un proyecto con un presupuesto mucho más abultado, con una línea estética mucho más definida y una mayor ambición que se desprende en cada uno de sus apartados. La predilección del estudio por obras cinematográficas sigue intacta. La influencia tanto de El Show de Truman (1998) como de La Fuga de Logan (1976), dos películas atemporales, no es solo tangible, sino que cimientan todo el proyecto. ¿Consigue American Arcadia trascender sus obvios referentes para encontrar su propia voz?



Trevor Hills es el hombre más aburrido del mundo y no podría estar más contento con ello. Su pacífica e idílica existencia en la megalopólis de Arcadia satisface todas sus necesidades. Vive en una casa decente en un buen barrio, cuida de su tortuga Kovacs, trabaja como oficinista para una gran corporación y mira la tele por las noches, rehuyendo cualquier atisbo de vida social alocada. Está encantado con su rutina y no espera nada más de la vida. Sin embargo, cuando su nombre aparece como el ganador de un viaje tropical en una lotería y le piden acudir al despacho de los directivos, todo su mundo entero da un vuelco copernicano.

Ángela Solano le contacta a través de un auricular y le arroja de bruces contra la verdad. Toda su vida es una mentira. Es un mero personaje en un reality gigantesco que engloba toda la ciudad y sus números de engagement son tan malos que se ha convertido en un verdadero sumidero para la corporación que gestiona toda la macroproducción, por lo que han resuelto liquidarlo para ahorrar costes. ¿Su única posibilidad de supervivencia? Confiar en Ángela y emprender una huida desesperada a través de una urbe que ha movilizado a todos sus efectivos para impedir que la verdad salga a la luz.



American Arcadia bascula entre las perspectivas de Trevor y Ángela, definiendo dos estilos y formatos de juego diferentes pero que se complementan a la perfección. Las secuencias de Trevor están muy inspiradas en el icónico Inside (2016), con un desplazamiento lateral en dos dimensiones por escenarios completamente tridimensionales. Estas secciones priorizan las persecuciones, el sigilo y los saltos entre plataformas. Aunque hay múltiples puzles, suelen ser más sencillos y solo están concernidos con sortear obstáculos para poder seguir adelante. Las secuencias de Ángela son muy diferentes. Se juegan en primera persona y sus puzles giran en torno a hackear máquinas y sistemas de todo tipo, un aspecto mucho más cerebral.



Las dos sensibilidades producen un tempo sincopado que el juego sabe aprovechar al máximo. A diferencia de Call of the Sea, que tenía una atmósfera más reflexiva e intimista, American Arcadia se mueve a ritmo de thriller. Tras la apacible introducción, todo se vuelve de urgente y peligroso. Constantemente están pasando cosas, con personajes entrando y saliendo de la trama y conversaciones a velocidad de crucero. Hay mucho en juego y los personajes no dejan de remarcarlo. Las amenazas a Trevor son obvias, pero Ángela tiene que sortear las pesquisas de la corporación y las sospechas de su jefa. Todo el mundo sabe que hay un topo y algunas secuencias evocan el cine de espías de los 70, algo que tiene mucho sentido considerando la ambientación el reality en el que vive Trevor.

Fotograma del videojuego American Arcadia.



Para ser un título indie, los valores de producción están por las nubes. Con un juego con tantísimos diálogos, los actores acarrean buena parte del peso de la aventura y la verdad es que el estudio ha contado con un reparto espectacular. A Cissy Jones (que vuelve tras interpretar a la protagonista de Call of the Sea) se le suma Yuri Lowenthal como Trevor, actor versátil como pocos y que acaba de ser nominado en The Game Awards por su Peter Parker de Marvel’s Spider-Man 2, y Krizia Bajos como Ángela Solano, que se permite ciertas florituras idiomáticas con la herencia cubana del personaje.



El juego sigue optando por esa estética low-poly para reducir costes, pero un uso inteligente del color y la iluminación hace auténticas virguerías y define una línea artística muy consistente, sobre todo en las fases de Trevor. Las partes de Ángela sí se acaban resistiendo de la ausencia de detalle, sobre todo cuando no queda muy claro qué elementos del escenario son interactivos.



Esto me lleva a comentar el único error garrafal de diseño que he encontrado en toda la aventura. Como antes comentaba, los puzles de Trevor en general son sencillos y los de Ángela más elaborados, pero hay uno que concierne detener una atracción de feria que es un verdadero despropósito. El juego parece plantear un desafío donde hay que averiguar un código de cuatro cifras. Te ofrecen la mitad del código y otros dos completos, por lo que lo lógico es suponer que todos los números guardan algún tipo de relación que hay que descubrir. Y no. La respuesta está en un papel tirado a una papelera aleatoria en un rincón de un escenario enorme.

Fotograma del videojuego American Arcadia.

Es un auténtica despropósito y me parece increíble que haya superado un proceso de play-testing mínimamente riguroso. Es como si en algún momento hubieran arrojado la toalla, hubieran parcheado una solución poco elegante y se hubieran desentendido. Pero si desentona tanto es porque el resto de rompecabezas sí cumplen de sobra con su cometido.



Con American Arcadia, Out of the Blue Games se gradúa con honores y pasa a formar parte de un grupo selecto de estudios patrios que están apuntalando la industria del videojuego en España. Es un thriller que exhibe sin pudor sus claras referencias, pero que se atreve a enunciar un comentario interesante sobre la obsesión de la sociedad con todo la celebrity culture o el famoseo de postín, las relaciones parasociales que se establecen en el mundo del streaming, el vivir la vida a través de experiencias vicarias, los abusos de poder de las megacorporaciones para las que trabajamos, la esclavitud de unas métricas que se han inmiscuido en cada aspecto de nuestras vidas e incluso la imposibilidad de evadir dinámicas capitalistas, establecidas por actores cuya astucia les permiten gestionar una disidencia controlada.



Toda la fase final es sensacional y permite vislumbrar un futuro brillante para el estudio. La duda ahora es saber si van a querer seguir creciendo o han encontrado un equilibrio sostenible en el mundo indie, porque está claro que los límites los van a poner ellos.