Tetsuta Takahashi es uno de los nombres propios del rol japonés. Empezó su carrera en Nihon Falcom a finales de los 80 antes de pasar a Squaresoft en los 90, donde participó de forma muy activa en títulos inmortales como Final Fantasy VI (1994) y Chrono Trigger (1995). Luego escribió junto a su mujer, Kaori Tanaka, una de las obras más arriesgadas y extrañas que se recuerdan. Xenogears (1998) abrazaba las ideas y los escritos de Jung, Nietzsche y Freud para componer un complejísimo y ambicioso relato sobre religión, psicología y existencialismo.

A los mandamases de Square les pareció una historia demasiado oscura y que abordaba temas demasiado sensibles (el traductor Richard Honeywood lo considera el título más problemático de su carrera) como para darle continuidad, prefiriendo centrarse en su franquicia estrella: Final Fantasy. Viendo el panorama, Takahashi se independizó y optó por fundar su propio sello, Monolith Soft, donde ha conseguido completar dos trilogías. Primero, Xenosaga, y luego Xenoblade Chronicles, cuyo final ahora nos ocupa.

Xenoblade Chronicles 3 fue uno de los mejores juegos del año pasado. Una épica aventura de rol a través de un mundo en permanente conflicto, con personajes carismáticos, una meritoria ponderación sobre la muerte y la función de los ritos funerarios, una banda sonora prodigiosa y estos momentos de intenso melodrama que definen la mejor narrativa japonesa. El final de la historia, tan agridulce y a la vez tan poderoso, resolvía las cosas de manera salomónica pero también concluyente.

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Future Redeemed cronológicamente se sitúa varios siglos antes del periplo de Noah y Myo, pero debido al enrevesado hilo conductor de la trilogía, también funciona a modo de epílogo de los tres juegos. Juegos que, en un principio, parecían del todo independientes, y cuya tenue conexión no se hacía patente hasta los compases finales. Esta expansión está dirigida principalmente a quienes han perseverado en el camino durante todo este tiempo.

Shulk (protagonista del primer Xenoblade Chronicles) y Rex (protagonista del segundo) vuelven al grupo de personajes jugables, pero ya talludos y enarbolando su posición de mentores. ¿Quiere decir esto que los que no han jugado a las dos primeras entregas se quedan completamente fuera? No, pero la comprensión de los acontecimientos al nivel más superior de su particular mitología variará enormemente dependiendo de la familiaridad con los dos juegos.

Un fotograma del videojuego 'Future Reedemed'

A pesar de que no ha pasado ni un año desde el lanzamiento del juego principal, sorprende lo mucho que Monolith Soft ha conseguido refinar la experiencia, experimentado con tino un esquema ya de por sí muy sólido para ofrecer una experiencia brillante. El combate se ha vuelto más sencillo al eliminar el cambio de clases entre personajes, pero otros añadidos lo siguen haciendo interesante. Si hay una faceta que ha recibido una atención especial es la exploración.

El nuevo escenario sigue siendo enorme, pero los diseñadores han puesto esta vez el foco en la densidad, con muchos secretos y recompensas por descubrir los lugares más recónditos. Han implementado una nueva mecánica de construcción de escaleras y otros dispositivos que permiten abrir nuevos caminos por una geografía tan alienígena y monumental como siempre. Son cambios sutiles que realmente incentivan un examen cuidadoso de cada bioma, con múltiples vericuetos que generan momentos de súbita maravilla y honda satisfacción al comprender cómo lo han hilvanado todo.

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En cuanto a los personajes que componen el grupo de aventureros principal, el cambio es sustancial. El protagonista, Matthew, a pesar de su parecido con Noah (que tiene una explicación más que evidente), hace gala de un carácter mucho más impulsivo y directo. Es un arquetipo bastante manido y se echa de menos el carácter reservado y afable de su homólogo del juego principal, pero su peculiar lugar en la historia y en el vértice de las relaciones de varios personajes enfrentados le permite disfrutar de una posición privilegiada en el devenir de los acontecimientos.

Shulk, con el pelo largo y un cierto porte monacal, dista mucho del muchacho inexperto que una vez fue y Rex, con sus espadas gemelas y su galopante asertividad, encarna un contrapunto emocional que añade dinamismo a las relaciones de grupo. Los otros tres a priori resultan más ramplones, pero alguno guarda sorpresas y una evolución respetable en el marco de la aventura.

Un fotograma del videojuego 'Future Reedemed'

Future Reedemed es el broche de oro a una trilogía algo irregular (el segundo capítulo fue ciertamente discutido) pero que terminó con una entrega absolutamente magistral. Este epílogo constata, sin embargo, que ni Tetsuya Takahashi ni Monolith Soft se dan por satisfechos. Que están dispuestos a seguir experimentando con mecánicas que actualicen el género y amplíen horizontes, que siempre hay elementos que mejorar en el diseño mientras siguen contando historias arrebatadoras.

La localización británica que ha llevado a cabo Nintendo of Europe sigue siendo excelente, como es habitual, y nos lleva a pensar por qué demonios no se han encargado ellos de dar vida a los personajes de Zelda, en vez de esos acentos afectados que hacen los americanos y que dan al traste con cualquier conato de inmersión.

Los intérpretes cumplen su función con mucho oficio, superando con su actuación las carencias en la animación devenidas de las limitaciones tecnológicas de una consola ya tan veterana como la Switch. Ardo en deseos ya de descubrir lo que es capaz de hacer este estudio virtuoso con la próxima consola de Nintendo que, si todo va como debiera, aterrizará el año que viene para abrir una nueva etapa.