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En plan serie por Enric Albero

'Undone'. Estados alterados

La serie animada de Amazon, que utiliza la rotoscopia, supera los límites de la realidad para crear otra nueva en la que todo puede suceder

11 octubre, 2019 10:36

Existe una corriente de pensamiento que vincula la esquizofrenia con el chamanismo, línea de investigación en la que profundiza el profesor Jacob Winograd (Bob Odenkirk), quien, después de realizar diversas tomografías a pacientes diagnosticados con la citada patología y compararlas con otras tomadas a sanadores de tribus mesoamericanas detecta que los dos grupos comparten una estructura cerebral diferente a la del resto de los seres humanos, con una cavidad craneal mayor. El interés de Winograd por esta enfermedad mental se debe, principalmente, al sufrimiento padecido por su más inmediata antecesora: su madre, que terminó sus días medicada y encerrada en un sanatorio mental.

Pero cuando Undone, la serie de animación producida por Amazon Studios y que puede verse a través de su plataforma, arranca, el doctor Winograd ya no forma parte de ESTE mundo. La protagonista de la historia será Alma (Rosa Salazar), su hija. Hagámosle un retrato: 28 años, mestiza (su madre es de origen mexicano), sorda (lleva audífono), maestra en una escuela infantil, mantiene una relación con Sam (Siddharth Dhananjay) aunque afirma que “no quiere sentar la cabeza” y tiene una hermana, Becca (Angelique Cabral), que está a punto de casarse.

Alma no se lleva bien con su existencia. Tiene serios problemas con las personas que conforman su entorno -madre, hermana, pareja- y hay pocos momentos a lo largo del día en los que se soporte a sí misma. Le cuesta un mundo socializar y su sinceridad descarnada unida a su incontinencia verbal forman una combinación letal, como darle una ametralladora a un mono colocado de speed. No tiene piedad con los demás porque tampoco la tiene consigo misma. Es alguien a la que la vida que le ha tocado se le queda pequeña, como una camiseta de Zara después de un par de lavados: te venía bien el primer día, pero ahora parece que se la hayas robado a un niño de parvulario y lo peor es que no la puedes devolver. Así que a Alma no le queda otra que romperle las costuras. Una borrachera en un bar, su hermana engañando a su futuro esposo con el camarero, una misa con una resaca como una catedral y una discusión fraternal -porque claro, ella lo jode todo- que terminará en el accidente de coche con el que, prolepsis mediante, arranca el piloto.

Alma, los ojos llorosos como si las lágrimas fueran las cuentas de un ábaco con las que ponerle número a la pena, se estampa con su turismo porque ha visto a su padre muerto. No será una visión puntual. Jacob visitará a su hija durante su convalecencia en el hospital y le mostrará otra manera de enfocar la realidad. Para el doctor Winograd “el tiempo es una forma limitada de experiencia” que puede ser superada por personas como Alma o como su abuela. Efectivamente, ella también es esquizofrénica. El padre adopta el papel de mediador e instruye a su hija en el manejo de lo que la ciencia ha determinado como una enfermedad, pero él entiende como una herramienta de conocimiento superior.

Undone propone una mirada sobre unos hechos concretos -la muerte del padre de Alma- desde un punto de vista que contradice la versión oficial -fue un accidente-, una estrategia que no solo se referirá a esta trama detectivesca, sino que contaminará toda la teleserie. Los ejemplos son múltiples, desde la reinterpretación de El mago de Oz (¿cómo va a preferir Dorothy volver a su aburrida existencia en Kansas antes que experimentar todas las posibilidades que le ofrece el nuevo mundo en el que acaba de entrar?), a la lectura desmitificadora de la batalla de El Álamo, pasando por la opinión contestataria que Alma tiene sobre el vello púbico femenino.

Estas otras maneras de ver concuerdan con las capacidades alucinatorias de Alma que, a través del aprendizaje y con la ayuda de su padre, logrará moverse por el espacio-tiempo. Esa ruptura de la línea cronológica propone un relato en el que pasado y presente son libres de solaparse, de interpelarse e incluso de interrumpirse. Y Raphael Bob-Waksberg y Kate Purdy, los creadores de la serie, no temen retorcer los límites de la narración aun a riesgo de espantar a la audiencia acostumbrada a que la lógica causal rija, ordenadamente, lo que se cuenta. Undone se desordena continuamente y la protagonista se desplaza a diferentes partes de su pasado para recordar aquello que había olvidado, pero también para tratar de repararse. En un sentido estructural, la serie es tan arriesgada que el capítulo segundo (‘The Hospital’) es prácticamente un loop en el que la misma situación se repite una y otra vez. Además de esos vaivenes espaciotemporales, la teleficción dirigida al completo por Hisko Hulsing entrevera, borrando cualquier tipo de frontera, situaciones propias de la cotidianeidad con las desviaciones oníricas y las proyecciones mentales de Alma. En Undone todo puede suceder (visualmente es un despiporre y lamento no tener más conocimientos sobre pintura para saber cuáles son las múltiples referencias que se manejan).

Undone Live Action Animation | Prime Video

Esa vida fuera del tiempo -o esa simultaneidad temporal que entronca con el concepto de ‘universo de bloque’- se aborda mediante el uso de la rotoscopia[1], un modelo de animación en el que, sin embargo, la figura humana (el actor) es imprescindible (se trata de redibujar, fotograma a fotograma, secuencias de imagen real). ¿Qué sentido tiene utilizar esta técnica? ¿Por qué no hicieron una serie de imagen real o una de animación? A mi modo de ver, existe una conexión entre un proceso fílmico que modifica, a través de la animación, un referente real (el cuerpo de un intérprete, los objetos, etcétera) y lo transforma en otra cosa y la propia naturaleza de la serie. Como Alma, que desde un presente aparentemente fijo e inmutable viaja a otras épocas y a otros lugares, Undone supera los límites de la realidad para crear otra nueva en la que todo puede suceder. La esencia híbrida de la rotoscopia concuerda con la personalidad escindida de una protagonista -que contamina narrativa y visualmente toda la propuesta- a la que la realidad se le queda pequeña.

Benditas excusas

Undone es un álbum de pretextos. La investigación místico-detectivesca que inicia Alma para saber si su padre sufrió un accidente o fue asesinado por una corporación que pretendía robarle sus avances en una teoría que trataba de conectar las capacidades extrasensoriales de pacientes esquizofrénicos con la posibilidad de viajar en el tiempo, no es sino una excusa para abordar las consecuencias de una enfermedad mental desde dos ópticas distintas: en tanto patología hereditaria y en tanto aproximación cultural. Jacob quiere utilizar a su hija para curar a su madre. Los tres comparten la dolencia y el eslabón intermedio, el padre, se niega a enfrentarla aplicando los métodos propios de la psicología occidental que han terminado con su progenitora encerrada en un sanatorio -veremos cómo la esquizofrenia afecta a Alma en su día a día: inestabilidad, agresividad, ruptura de relaciones, aislamiento… Según Jacob hay o debería haber otras maneras de afrontar la condena. Aquí entra en juego el factor cultural. La condición mestiza de Alma y el interés por las costumbres de las etnias indígenas que muestran tanto el cura de la parroquia a la que su familia asiste regularmente como el que se observa en los estudios realizados por su padre, alumbran una vía de aprendizaje en la que ciencia, creencia y tradición se funden en busca de una solución alternativa a la narcotización y el confinamiento de los pacientes, algo improbable desde una perspectiva primermundista pero con cierto arraigo en sociedades tradicionales (para no marearos con estos asuntos, aquí un link para los que quieran profundizar).

Sea como fuere, Undone no da respuesta a estas cuestiones (solo hace falta ver el último plano) y para ello maneja muy hábilmente el punto de vista. Cuando la focalización del relato se separa de Alma y todo se cuenta ‘desde fuera’ (en tercera persona) veremos que las alucinaciones son personales e intransferibles: mientras ella creerá atravesar un espejo y pasar a otro plano existencial, ‘en realidad’, se estará pegando un trompazo contra el cristal. Que esas alteraciones de la percepción sean irreales para el resto no las anula como experiencia individual: esos viajes mentales que para Alma también son físicos -aunque su cuerpo permanezca en ‘nuestra realidad’- no quedan invalidados por el hecho de que sean invisibles para el resto. Alma puede ir al pasado sin moverse de su casa y descubrir, por ejemplo, que el día en que murió su padre, su madre fue al laboratorio y tuvieron una discusión; hecho que, atónita, su madre le confirmará cuando ella se lo revele (¿cómo puede Alma saber eso si ella nunca estuvo allí?). En la teleficción de Bob-Waksberg y Purdy la ambigüedad lo es todo: ¿estamos ante las visiones de un ser enfermo? ¿sus distintas capacidades mentales le permiten ver cosas que al resto nos son negadas? ¿los cambios que supuestamente efectúa en el pasado, afectarán al presente? ¿y si en realidad sigue en el hospital y todo, incluso lo que entendemos que ha sido objetivado por el punto de vista, es una alucinación? ¿estamos viendo a un actor o a un dibujo animado? Puritita ontología transversal.

Las excusas temáticas que la serie plantea y que le sirven para hurgar en las tensiones propias de nuestro tiempo van más allá de lo genérico (¿es esto ciencia-ficción, una fuga psicogénica, una tragicomedia patológica?) y de lo filosófico. Pensemos en los preparativos de la boda de Becca que son, a su vez, otro subterfugio para indagar en la crisis existencial que afecta a los treintañeros de hoy en día. Las dificultades para fijar compromisos a largo plazo, la eterna lucha entre lo conveniente y lo deseado, la estabilidad y la monotonía que proporciona una relación duradera frente al placer culpable de los encuentros sexuales esporádicos, el empeoramiento de las relaciones paternofiliales, el estancamiento profesional, los brotes depresivos… De todas esas cosas habla, también y sin ablandarlas, la nueva teleserie de los perpetradores de BoJack Horseman. Al final, toda esta sucesión de situaciones queda sintetizada en una pregunta metafísica que Alma se formula al principio y al final de esta primera temporada: ¿es esto todo lo que hay? Una cuestión que se atomiza en otras muchas: si esto, ‘la vida real’, es todo lo que hay, ¿es suficiente (para mí)? En función de mis experiencias recientes, se dice Alma, ¿no es evidente que hay algo más? Si cuando me colocaron el implante coclear accedí a una parte de la realidad que me era ajena, ¿no será que lo que los otros perciben como enfermedad es, en realidad, un don que me permite llegar a un lugar que a los otros les está vedado? ¿Acaso mi esquizofrenia no es, o no puede ser, como el audífono? ¿Es que no lo veis?

Esa búsqueda de otro plano existencial conecta Undone con obras como El mago de Oz o Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo. Las referencias a la novela L. Frank Baum y a la película que Victor Fleming dirigió en 1939, son directas. El día de la desaparición de su padre, Alma va vestida como Dorothy y ambos mantienen la ya citada conversación sobre lo absurdo que es abandonar el camino de baldosas amarillas para regresar a la gris y aburrida Kansas. Esa charla, que se produce durante la noche de Halloween (noche en la que vivos y muertos conviven: nada aquí es gratuito), expone el punto de vista de dos personajes hermanados por una misma manera de pensar: ellos prefieren experimentar las posibilidades que les brinda un mundo como el de Oz antes que refugiarse en una realidad que no colma sus expectativas y que no puede resolver sus problemas. Lewis Carroll es otra referencia insoslayable. Los espejos como ventanas a otros mundos, las persecuciones físicas que esconden búsquedas de sentido, la desorientación de la protagonista y sus alteraciones físicas y psicológicas, remiten a los dos títulos clave de la bibliografía del autor británico.

Pero además de estas conexiones literarias, Undone también se mira en clásicos de los viajes espacio-temporales (¿no se autodefine como la versión tex-mex de Regreso al futuro?), en sus antecedentes linklaterianos (Waking Life y A Scanner Darkly), en true stories esquizo-paranoicas que van desde Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001) -el científico y la (falsa) conspiración- hasta Wormwood (Errol Morris, 2017), e incluso en ficciones que abogan directamente por la coexistencia multidimensional, léase gran parte de la obra de David Lynch e incluso Paranoid Agent (Satoshi Kon, 2004). A eso súmenle que el post se titula ‘Estados alterados’ -guiño, guiño, codazo, codazo- así que no sé que más decirles para que le vean. Bueno sí, son 8 episodios de 23 minutos cada uno. Hay bloques de anuncios que duran más. Denle al play.

[1] Como se observa el link, la rotoscopia es solo una de las técnicas empleadas, junto a la animación 2-D y 3-D e incluso la pintura al óleo.

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