Para esta cuarta entrega de la reconocida franquicia, en Relic Entertainment, desarrolladores del juego junto a Xbox, han optado por centrar la atención en las dinastías, ampliando de manera dramática el marco temporal de las cuatro campañas: la conquista de Inglaterra por los normandos, la guerra de los Cien Años desde el lado francés, la expansión del imperio mongol por el este de Europa y China y, por último, la consolidación de Moscú como líder de los principados Rus.

En vez de seguir las andanzas de un personaje concreto, como Juana de Arco o Federico Barbarroja en Age of Empires II (1999), las campañas incluyen a varios de estos líderes que entran y salen del relato con rapidez en historias que llegan a abarcar siglos. Son unidades con habilidades especiales que ayudan a contextualizar las contiendas que el juego recrea, pero el juego está mucho más preocupado por mostrar el progreso de pueblos enteros. El núcleo jugable consiste en construir una economía lo suficientemente fuerte como para sustentar un ejército variado pertrechado con los últimos avances tecnológicos disponibles en la época.

Nomadismo mongol

Para ello es necesario explotar los recursos naturales con diligencia, cultivar la tierra y establecer rutas comerciales. Cada civilización tiene sus particularidades. Por ejemplo, los mongoles no cultivan, sino que obtienen la comida del pastoreo y todas sus edificaciones se pueden mover a voluntad, incidiendo en su aspecto nómada. De la misma forma, el arco largo de los ingleses les permite controlar el campo de batalla y el pavés francés ofrece a sus ballesteros protección contra la infantería. Los diseñadores de Relic han hecho un gran trabajo a la hora de utilizar el esquema jugable para plantear escenarios diferentes que cambian los objetivos y las reglas sobre la marcha. No todos los niveles implican levantar un asentamiento. En la batalla de Kulikovo (1380), Dmitri Donskói debe hacer frente a los tártaros de la Horda Dorada en las llanuras del río Don. En el asedio de Dover (1216), las guerrillas comandadas por Willikin of the Weald resultan fundamentales para emboscar las máquinas de asedio francesas. Sin embargo, las contiendas más brutales son los asedios, especialmente el de Kazán (1552), el triunfo incontestable de Iván el Terrible. Los muros de piedra ofrecen una gran ventaja al defensor, por lo que el asalto se convierte en una trituradora de carne donde la balanza se decanta por la economía más poderosa.

El enfoque documental permea todo el juego. No solo por los vídeos entre niveles que explican el desarrollo de los acontecimientos, sino por la omnipresencia de la voz narradora incluso durante las partidas, que va anunciando la evolución de las batallas. Es lo más parecido a un documental de la BBC interactivo que vuelve a traer a colación el rol que los videojuegos pueden tener en el aula. La Universidad de Arizona ya ha anunciado una colaboración con Microsoft para conceder un crédito académico a sus estudiantes en un módulo especial creado por su departamento de historia. Al igual que ocurre en las representaciones de otros medios, el mandato lúdico y la condensación narrativa entran en conflicto en ocasiones con el rigor histórico, pero nunca desluce el resultado: digno sucesor de Age of Empires II, uno de los mejores juegos de estrategia.

@borjavserrano