Frame del vídeo Soldadera, (1998/2001)

MACBA. Plaza dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 4 de septiembre.

En una lección dedicada a los museos de arte contemporáneo, una de mis alumnas, de una manera espontánea y no exenta de cierto candor, manifestó que se sentía excluida de aquel mundo. Decía que la vida, las cosas que le interesaban, habían desertado de aquellos espacios y se debían buscar en otros lugares. Esta estudiante de arte -se supone que interesada por el arte- expresaba un malestar, un sentimiento de extrañeza ante todo aquello que representa el museo.



Pues bien, la presente exposición del MACBA trata, precisamente, de esta incomodidad hacia el arte y los museos. A pesar de que el gran público abarrota ciertos centros y hace colas para entrar en las exposiciones mediáticas, lo hace siempre desde una posición reverencial -como si se tratara de un lugar de culto religioso-, lo que le impide contemplar realmente lo que tiene delante de sus ojos. Las contradicciones saltan. Dicha alumna las percibía precisamente por su alejamiento de ciertos hábitos y prácticas asociadas a los usuarios de los museos, lo que le posibilitaba una perspectiva ajena a los códigos del sistema.



La artista denuncia las implicaciones económicas, el vacío de los museos y cuestiona la noción de arte

El núcleo de buena parte del trabajo de Andrea Fraser (Billings, Montana, 1965) gira en torno a lo que podemos denominar vagamente como el sistema del arte, es decir, aquellas prácticas y agentes culturales (instituciones, fórmulas de mediación, coleccionismo, poderes públicos o privados, mercado) que constituyen el ecosistema del arte contemporáneo. La artista denuncia las implicaciones económicas, la instrumentalización política del arte, el vacío de las instituciones, el absurdo de los rituales asociados a ciertas prácticas artísticas... Lo que se cuestiona en realidad es la misma noción de arte. Pero explicarlo de esta manera resulta insuficiente. Andrea Fraser cuestiona el valor "prestigio", el principio de "aura", algo que tiene una entidad frágil pero que está irremediablemente asociado a la idea de arte. Cuando desaparece el glamour queda el artificio, el vacío, el absurdo, y aparece el otro lado, ese lado oculto del sistema del arte. Así, uno de sus vídeos, Lo más interesante del museo: Visita guiada (1989), consiste en un recorrido no convencional por el Philadelphia Museum of Art. En este caso, la visita no sólo incluye las colecciones, sino especialmente la guardarropía, los aseos, la tienda del museo... todo ello aliñado por los jugosos cometarios de la guía -interpretada en clave de parodia por la misma Andrea Fraser.



La exposición, que incluye básicamente instalaciones, documentación y vídeos, en su mayoría interpretados por la misma artista, consiste en una panorámica de los treinta años de trabajo de Andrea Fraser, que se complementa con la publicación de un libro de textos de distinta naturaleza -descripción de proyectos, guiones y ensayos, estos últimos de una gran lucidez- escritos por la misma artista titulado De la crítica institucional a la institución de la crítica.



Ahora bien, ¿qué sentido posee está reflexión crítica sobre el museo y el arte, cuando es promovida por la misma institución? Más aún cuando el centro que la acoge, el MACBA, ha pasado recientemente por una crisis -motivada precisamente por los contenidos polémicos de una muestra- que significó la decapitación de sus responsables... Me temo que se trata de una banalización o una instrumentalización de la crítica. Que la institución promueva la crítica desde el propio estamento es, cuanto menos, sospechoso. La crítica a la institución desde la institución demuestra, al contrario, la buena salud de esta última, su capacidad de neutralización, su función de limpiar las malas conciencias.



Esta exposición, que contiene un vídeo pretendidamente crítico, pero calificado por la prensa de porno, puede acabar resultando un divertimento. Lo más preocupante es el mensaje de fastidio que transmite una persona joven ante el vacío y el absurdo del sistema del arte contemporáneo, sistema del que ella misma participa.