Vista de la exposición en la galería

Galería Heinrich Ehrhardt. San Lorenzo, 10. Madrid. Hasta el 18 de julio. De 1.800 a 9.000€

El título de esta exposición suena a país lejano, como poco a Kuala Lumpur, aunque el destino que tiene en mente Kiko Pérez (Vigo, 1982) es mucho más próximo, pegado a las paredes de su estudio. Porque Makulatur es el nombre de uno de los papeles con los que habitualmente trabaja, una hoja de baja calidad, que suele utilizarse para manchar antes de pintar y hacer pruebas. Un papel de descarte, al que no le preceden decisiones. Y ojo con esa idea, porque es importante en esta exposición. Además hay otro dato: el Makulatur es un papel que también se utiliza a modo de soporte en las paredes que van empapeladas. Primero se pega el Makulatur y luego el "bueno", para que se adhiera mejor. Un papel intermedio, pues, silencioso pero fundamental, presente pero oculto. Y atención con esa idea también.



Si leemos el trabajo de este artista desde ahí, desde el lado afectivo que esconde el hecho de trabajar sobre elementos cotidianos utilizados como fuentes artísticas (por poner un ejemplo: escritores volcados en la temática de la escritura misma), entendemos cómo sus pinturas de corte geométrico, abstracciones cercanas al minimal y el constructivismo, resultan absolutamente cálidas. La aparente frialdad se queda en el limbo. Ayuda, sin duda, ese pulso que Kiko Pérez le toma a lo que es pintura y lo que no, a los límites de lo pictórico y lo escultórico: su motor de trabajo.



Es, sin duda, uno de los artistas más sobresalientes en este campo. Maderas, papel, aquaplast, barnices... juegos tonales, cinéticos y ópticos, texturas artesanales, factura manual... Papeles que son "casi" objetos. Aunque más allá de lo formal, lo interesante de esta exposición es cómo el artista le da un giro, también, a la propia idea de exposición, que tiene mucho que ver con algo siempre latente en su trabajo: la desaparición de normas y categorías. Me explico. El modo en que la obra se dispone en la galería, de la misma manera que lo hace Kiko Pérez en su estudio, construye unas lógicas de relación y contraste que son, digamos, marginales a la hora de pensar lo que es una exposición convencional.



Desde hace años, el artista traza en sus obras un recorrido en el cual todo se ve, no esconde prácticamente nada. El error y el accidente encuentran precisión; el azar deriva en un gesto metódico y lo rutinario desaparece. Todo es una cadena de paradojas. O, como dice el artista, "mecanismos alterados de la lógica de la pintura". Hay algo primitivo aquí, una pulsión que se remonta al origen de las cosas. Un viaje donde todo está por suceder. Enrólense.



@bea_espejo