Image: Luis González Palma: el artista melancólico

Image: Luis González Palma: el artista melancólico

Exposiciones

Luis González Palma: el artista melancólico

Constelaciones de lo intangible

19 junio, 2015 02:00

Detallde de Como un secreto que seduce a sí mismo, 2005

Fundación Telefónica. Fuencarral, 3. Madrid. Hasta el 18 de octubre.

Se diría que las obras de esta sugestiva y potente muestra retrospectiva de Luis González Palma (Guatemala, 1957) proyectan su luminosidad en una penumbra tan asfixiante como litúrgica, en la que conviven una estática belleza antropológica y una desbordante melancolía por un presente inmerso en el inevitable pasado. El propio artista afirma que no le interesa la fotografía como formato sino como imagen, el poder evocador de las imágenes (lo que explica que a lo largo de años pueda servirse de los mismos rostros o los mismos objetos), y también, de manera aún más rotunda, sostiene que desde sus inicios su trabajo ha sido una reflexión sobre la mirada.

La exposición que ahora vemos en el Espacio Fundación Telefónica comisariada por Alejandro Castellote bajo el título Constelaciones de lo intangible, recoge 25 años de su carrera, es decir, prescinde sólo de las obras de los primeros años 80 en las que, comprometido en contra del terrible destino de las poblaciones indígenas, retrataba a algunos de sus miembros de manera ufrontal, cara a cara con el espectador. Tienen como objetivo entender la diversidad étnica y cultural latente en su país que, a través del rostro y su mirada, explora aspectos inmateriales como el trauma o el dolor, sentimientos derivados de la violencia vivida en Guatemala durante más de cinco siglos. El uso de virados da a las imágenes un rasgo de antigüedad, como si nos llegaran testimonios válidos del presente desde un ayer siempre actual.

Inmediatamente posteriores son las piezas más antiguas de la muestra, Lotería I y Lotería II (1989) mosaicos que agrupan a retratados que exhiben, portan y usan objetos (máscaras, alas de ángel, rosas) en una mezcla simbólica de elementos etnográficos y emblemas cristianos que constituyen una iconografía de la realidad más allá de la situación coyuntural para ser una introspección en las bases tanto de la belleza (esa palabra denostada por la contemporaneidad y a la que Luis González Palma no ha querido jamás sustraerse) como de la violencia, la opresión y el miedo.

El conjunto más numeroso de obras, realizadas entre el 2000 y el 2007, corresponde con aquellas que realiza después de su traslado a la Argentina, de formar una nueva pareja y del nacimiento de un hijo, datos biográficos que menciono porque resultan necesarios para entender que cambie los temas hasta entonces políticos y sociales por los que podría llamarse "política sentimental interna". En colaboración con Graciela De Oliveira, que titula las obras y escribe textos y poemas, realiza el conjunto de series que se agrupan bajo la denominación común de "Jerarquías de intimidad". Aquí coinciden las técnicas usadas por el artista, que remiten siempre a la fotografía antigua, al uso de materiales como las resinas o las imprimaciones con platino, también al uso del pan de oro y las historias que cada fotografía cuenta.

Son imágenes misteriosas, inquietantes, cargadas de paz y a la vez desazonadoras; una cuna en una habitación llena de armarios y vitrinas con aves disecadas ("Mientras esperaba pensaba en el sueño"); una silla pegada de frente a la pared y con el asiento lleno de espinas ("Para no hablar de ella"); una figura enmascarada camina por un sendero y se refleja en las aguas de un lago ("En el instante que nada pasaba")... Las decenas de tomas constituyen la narración de una separación dolorosa y de lo doloroso en la anatomía mental del amor.

Destacan series como La Anunciación (2007), un ambiguo juego entre las manos pintadas por maestros como Botticelli, Reni y Murillo y su aplicación por Luis González Palma a otros gestos banales, y La luz de la mente (2005), que recoge los paños de pureza de Cristo crucificado pintados por artistas como Rubens, Velázquez, Zurbarán sostenidos por hilos desde sus propios pliegues. Por su modo de actuar quizás resulte reveladora la serie Tu mirada me distorsiona sin saberlo (2009), que retrata a los guardaespaldas de una rica familia guatemalteca, ataviados con una impoluta gorguera blanca. Impresas con platino sobre papel gampi, se muestran en una vitrina accesible por todos los costados, aunque los pliegues y dobleces efectuados en ellas por Palma hacen que la visión sea distinta desde un lado y el otro del mueble. El mensaje está claro: no hay dos miradas iguales, no hay posibilidad de ver dos veces las cosas del mismo modo.

Una experiencia aún más intensa es la que provoca la serie de catrópticas, aparato que muestra los objetos por medio de la luz refleja. De nuevo, rostros humanos, el tema preferido de este artista, imposibles de ver tal cual, deformes sobre el plano, y reconstruidos efímeramente en el deambular en círculo del espectador. Las catóptricas se incluyen en el más reciente de los proyectos del artista, como el titulado Möbius (2013-2014), en el que entrecruza, de manera esteticista, la figuración de los rostros y las abstracciones de otros artistas brasileños y argentinos en un sólo cuadro.

"Hablo de la mirada como poder"

-¿Cuál diría que es su motor creativo?
-Desde el inicio, mi trabajo ha sido una reflexión sobre la mirada. ¿Cómo se construyen, en nuestra experiencia interna, unos ojos que nos miran fijamente? Si nuestra forma de ver se confecciona desde lo social y lo cultural, podemos decir que toda mirada es política y que toda producción artística está sujeta a este juicio. La mirada como poder.

-¿De ahí su fijación por el rostro?
-Sí. He intentado crear imágenes que inviten a ser examinadas a través de lo que llamo "contemplación emocional". Con los años he construído escenarios y modificado ciertos rostros para crear imágenes que permitan otras percepciones del mundo, otras formas de comprenderlo.

-¿Y si lo reduce todo a unas líneas?
-Es una reflexión sobre la belleza como fragilidad, la memoria como dolor y el tiempo como caída, la fotografía presenta la muerte con los ojos abiertos.