Dislocación, 2011

Galeria Àngels Barcelona. Pintor Fortuny, 27. Barcelona. Hasta el 21 de septiembre.

Cualquiera que entre en la segunda exposición de Pep Agut (Terrasa, Barcelona, 1961) en su galería de Barcelona si mide más de 1,80 tendrá que agacharse un poquito, si es más bajo, no estará a la altura. A la altura del artista, que es la medida a la que el techo del primer espacio ha sido bajado. La instalación se titula Dislocación y va acompañada de una doble banda sonora: golpes en las paredes y una serie de órdenes enfáticas de Agut. Un artista que muestra una vez más su preocupación por el estatus de la cultura y del arte, por el papel del artista en la sociedad y por su dimensión pública y expuesta. Una exposición literal en Broca: cuatro proyectores de diapositivas que van mostrando partes de su cuerpo rotando (cabeza, torso, sexo, piernas) con palabras sobreimpresionadas que hacen referencia a estados emocionales.



Así que esa insistencia en una dimensión pública de la cultura y del trabajo del artista siendo política no lo es explícitamente, sino que busca urgar en la subjetividad, en la importancia del sujeto como medida y, por lo tanto, en la recuperación del individuo. Un esfuerzo hercúleo (Hércules se titulaba su anterior propuesta en la galería) que se cierra con una obra más abierta en su interpretación pero voluntariamente imponente. Sinapsis, la fotografía de un paisaje con un puente de cemento armado, hace referencia a las conexiones entre las neuronas; pero también a los caminos que se bifurcan, a los puentes que se cruzan o que se levantan como un muro de hormigón que impide ver el paisaje.