Exposiciones

Cerith Wyn Evans... estar en el lenguaje

...Visibleinvisible

6 marzo, 2008 01:00

'Aquí el espacio se transforma en tiempo. Aquí el tiempo se transforma en espacio', 2007

Comisario: Octavio Zaya. MUSAC. Reyes Leoneses, s/n. León. Hasta el 4 de mayo.

En apenas tres años, el MUSAC se ha convertido en uno de los referentes del circuito nacional, si bien es cierto que ese objetivo lo cumplió casi de inmediato. No son pocas las conclusiones positivas. El público español debe agradecerle a la institución leonesa la organización de las premieres españolas de un buen puñado de artistas internacionales de primera fila. Así,en este tiempo se ha tenido la oportunidad de ver piezas ya míticas del arte de hoy, las más de las veces en unas condiciones óptimas, de artistas como Shirin Neshat, Pipilotti Rist, Candice Breitz o Pierre Huyghe. Pero no siempre ha acertado en los planteamientos a la hora de montar algunas exposiciones. ésta de Cerith Wyn Evans (Llanelli, Gales, 1959) da buena fe del trabajo del artista, reúne muchos de sus trabajos más aplaudidos, pero pese a tener una pieza de nueva producción (más bien una nueva contextualización de un texto luminoso anterior) y haberse publicado un catálogo-libro, no aporta gran cosa a las muestras que sobre el artista galés se han organizado en Europa en los últimos años. La muestra, creo, se queda corta. Empiezan a ser frecuentes en los circuitos internacionales de exposiciones las miradas excesivamente rígidas al conjunto de la obra de los artistas, lecturas envasadas al vacío que rara vez admiten novedad. Es un dèjá vu que ya experimenté en la exposición de Pierre Huyghe y que vuelvo a sentir mientras paseo entre las lámparas de Wyn Evans, estupendamente montadas en las frías salas del MUSAC. La exposición está compuesta por cinco piezas, sus Greatest hits, y un buen número de sus conocidas lámparas.

El trabajo de Cerith Wyn Evans es complejo. Circula inmerso entre densas tramas filosóficas y perceptivas, pero tras una mirada atenta descubrimos un fascinante mundo de sensaciones y significados entreverados. Al terminar sus estudios en Londres, el artista trabajó como asistente del cineasta Derek Jarman, a quien se recuerda estos días. Se ha referido muchas veces a su interés por las películas francesas, fundamentalmente de Godard, que veía en versión original, y a cómo le fascinaban las brechas del lenguaje, el espacio entre el francés, para él entonces incomprensible, y los subtítulos en inglés. Estas fracturas se encuentran en el centro de su trabajo y son visibles en las lámparas que pueblan la primera parte de esta exposición. Estos chandeliers, de muy diferentes estilos, son una oda al significante, emiten luces siguiendo las intermitencias del extinto lenguaje de Morse y la traducción al castellano puede verse en pequeños monitores. Ni las lámparas ni los monitores ofrecen lecturas cerradas como tampoco lo hacen, por sí mismos, los subtítulos de una película, ni sus imágenes si uno no entiende el idioma. En estos intersticios, afloran cálidos los significados.

Cerith Wyn Evans suele advertir al visitante a la entrada de sus exposiciones con un guiño a Lacan. Si en el MUSAC plantea, por medio de un luminoso, una cinta de Moebius, en otras muestras ha situado el espejo Perverse,Inverse, Reverse. Desde que nos vemos reflejados en él, nos dice el artista, estamos inscritos en el lenguaje. Y es que la exposición muestra diferentes formas de estar en el lenguaje. En este sentido, el título …visibleinvisible no puede resultar más ilustrativo. Sitúa al espectador en el umbral de las cosas, a punto de entrar en los dominios del significado.

Dreamachine, otra de sus piezas más conocidas, es la reproducción del artefacto estroboscópico inventado en los sesenta por Brion Gysin con el que se experimentaba, siempre con los ojos cerrados, la ilusión de imágenes a partir de estímulos en el nervio óptico. La experiencia del Dreamachine acaba al abrir los ojos, paradoja también lacaniana, y es entonces cuando el espectador encara, aún en estado de zozobra, el gran texto luminoso Coloured chinese lanterns, de 2007, concebido como un párrafo exento, flotante en la penumbra de la sala, una narración fragmentaria y de final abierto, que deleita e inquieta a un tiempo, abstracta pero inmensamente poética. El lenguaje como signo poderoso, incierto su significado cuando no vacío. Pieza rotunda que guarda relación con el efímero texto de Lorca que deslumbró en la inauguración de la muestra. Eso sí, sólo durante unos segundos, como no podía ser de otro modo.