Image: Ribera, tenebrismo sostenido

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Exposiciones

Ribera, tenebrismo sostenido

José de Ribera bajo el signo de Caravaggio (1613-1633)

14 abril, 2005 02:00

El martirio de San Lorenzo. The Azby Fund., Nueva Orleans

Sala San Eloy. Caja Duero. Plaza de San Boal, 1. Salamanca. Hasta el 5 de junio

Es muy loable el esfuerzo que Caja Duero ha realizado al reunir más de una treintena de pinturas y trece grabados de José de Ribera. Obras procedentes de colecciones europeas y americanas en su mayoría privadas con las que se pretende mostrar, como reza su título, la inmersión caravaggesca del pintor valenciano durante la primera mitad de su vida creativa. Las fechas elegidas para limitar ese período, 1613 y 1633, podrían haberse anticipado y retrasado en dos años, ya que en 1611 está documentada su presencia en Parma y 1635, fecha de la Inmaculada Concepción del Convento de las Agustinas de Salamanca, viene a encarnar un cambio formal relevante que podría definirse como apertura cromático-lumínica y que supondría el alejamiento de Caravaggio.

Aunque el tenebrismo caravaggesco de Ribera sea un tópico presente en la Historia del Arte desde que fuese instaurado por la crítica romántica, es indiscutible la asunción de algunos de los postulados esenciales del artista italiano, como el modo de iluminar las escenas, la plasticidad casi escultórica aplicada a figuras y objetos, y el uso de modelos populares para encarnar personajes alegóricos, históricos o religiosos. Esto último queda evidenciado por ejemplo en la serie de los filósofos de la antigöedad clásica, y que en esta muestra tienen una cabida importante: Pitágoras, Heráclito, Demócrito… Esta decidida orientación estética parecía obligada en un pintor llegado a Nápoles en 1616, pues la presencia de Caravaggio (1606-1607 y 1609-1610), y sobre todo de las obras que allí dejó, supusieron una inmediata sustitución del acento manierista por el naturalista en los pintores de la ciudad. Nápoles se convirtió en el foco caravaggesco más importante de Italia. Sin embargo, desde sus primeras obras Ribera había mostrado unas maneras naturalistas y una aproximación novedosa a géneros como la alegoría que apuntan, con independencia de su formación artística, hacia una sensibilidad cercana a Caravaggio. Así sucede en La vista, una de las obras tempranas más relevantes incluida en la serie de Los Sentidos que se halla aquí presente y que constituye una de las piezas capitales de la muestra.

Las obras que conforman esta exposición son en su mayor parte complementarias de las grandes tablas del artista, lo que no impide el acercamiento tanto a las formas como a los ejes temáticos de la obra de este período: apóstoles, santos, mártires, series alegóricas, pensadores. Pero sin duda la gran sorpresa reside en los grabados, habida cuenta de su escasez en la obra de Ribera. Porque, en efecto, casi todos fueron ejecutados entre 1620 y 1628 utilizando siempre la técnica del aguafuerte. Como es frecuente en la época, la mayoría están vinculados a dibujos o pinturas, pues eran utilizados como medio de difusión de la obra y, en algunos casos, como los estudios de ojos, orejas, narices y bocas, servían como cartillas de aprendizaje. Ribera forja en sus grabados unos cuerpos marmóreos que potencian a su vez la espacialidad del marco escénico.

La inclinación del pintor a mediados de los treinta hacia una obra de gestos más contenidos y mayor cromatismo se puede detectar en alguna de las obras más tardías de esta muestra como Apolo y Marsias. Con todo el influjo neoveneciano no llegará a eliminar por completo aquella veta naturalista y a lo largo de aquellas dos décadas se mostrará como un tenebrismo sostenido.