Image: James Turrell: La mística de la luz

Image: James Turrell: La mística de la luz

Exposiciones

James Turrell: La mística de la luz

16 diciembre, 2004 01:00

Big Red, 2002

IVAM. Comisaria: Ana María Torres. Guillem de Castro, 118. Valencia. Hasta el 20 de febrero

Confesaré, para empezar, que James Turrell (Los ángeles, 1943) me parece uno de los creadores visuales más fascinantes de esta época. En Roden Crater, un volcán apagado o dormido en Arizona, ha trabajado desde hace treinta años en su gran obra, un fabuloso proyecto cuya culminación está prevista para el año 2006. Desde los túneles y las cámaras elípticas excavados en el interior del cráter, se podrán observar los ciclos solares y lunares, ver capturada la luz de los astros y un fragmento del cielo enmarcado formando una bóveda ilusoria. Este observatorio, que suscita al mismo tiempo el recuerdo de Stonehenge y de Abu Simbel, implicaría al espectador en una relación íntima con el cosmos.

Todo comenzó hacia 1965, cuando Turrell alteró los espacios del Mendota Hotel de Los ángeles para que en ellos pudiera percibirse la luz sin ningún marco de referencia. Turrell es un místico de la luz. Sostiene que la luz es nuestro medio físico: vivimos en la luz y nos la bebemos ("We"re light eaters. We drink light as vitamin D"). La luz es arquitectura y atmósfera, espacio y tiempo. La luz es un símbolo de lo espiritual, como sabemos por las vidrieras de las catedrales góticas y por los resplandores que contemplamos cuando cerramos los ojos. "Ve adentro y saluda a la luz" ("Go inside and greet the light"): James Turrell siempre recuerda estas palabras que le dijo su abuela para invitarle a los encuentros religiosos cuáqueros. (En los últimos años, Turrell ha regresado al seno de la comunidad cuáquera y recientemente ha diseñado un templo para ellos en Houston.)

La vasta obra de Turrell, que ya fue objeto de una retrospectiva en Madrid, en La Caixa, en 1992, vuelve ahora con esta exposición que si no puede ser en absoluto completa, sí representa un espléndido modelo reducido. La comisaria de la exposición, Ana Mª Torres, trabajando en estrecha colaboración con el artista, ha reunido dos piezas tempranas y cuatro instalaciones recientes. Las dos piezas pertenecen a una serie de poliedros de luz datados en 1968: se trata de una pirámide azul (Alta, blue) y un prisma rojo (Juke, red) creados mediante un haz de luz que desde dentro de una pared se proyecta en el rincón opuesto de la sala. El fluido luminoso se congela, se coagula en una masa sólida y casi podemos palpar sus superficies, sus aristas. A Turrell le gusta hablar de sí mismo como un "escultor de luz" y lo cierto es que en estas piezas la luz parece tallada como si fuera mármol.

Un oscuro pasillo nos conduce a las instalaciones que ocupan la mayor parte de la exposición. En ellas reaparece la solidificación de la luz, pero combinada con otros procedimientos que tienden más bien a desmaterializar, a disolver todo lo sólido en una neblina. Porteville (2004), por ejemplo, consta de una serie de pantallas de luz enmarcadas con los colores complementarios que van cambiando de color lentamente en ciclos de seis minutos. El muro rojo del fondo, aparentemente sólido, no es en realidad sino el resplandor de un espacio contiguo saturado de luz. En otra de las instalaciones, Catching breath (2004) distinguimos en una pared lo que parece una pintura o un bloque azul incrustado y en realidad es un vano iluminado. Al acercar la cabeza, descubrimos con sorpresa nuestra capacidad de atravesar los muros como auténticos fantasmas. En la dialéctica barroca de Turrell, la arquitectura sostiene y enmarca la luz, pero ésta, por su parte, puede destruir la arquitectura real y remplazarla por otra ilusoria. En estas instalaciones, el secreto ya no reside en lo que pasa ahí, ante nosotros, sino en lo que le sucede a nuestro cuerpo. La supresión de cualquier objeto, cualquier imagen, cualquier punto de referencia, trastorna nuestro sentido del emplazamiento y nos deja como suspendidos en el aire por arte de magia. El procedimiento se basa en un fenómeno óptico conocido como el efecto Ganzfeld.

Los primeros exploradores del ártico describieron la extraña pérdida de la visión que sufrían recorriendo la extensión blanca, uniforme y vacía del paisaje polar. Los buceadores que descienden sin la referencia de una pendiente submarina o los aviadores que avanzan en la niebla se ven abocados a la misma suerte. En 1930, Wolfgang Metzger reconstruyó en un laboratorio el efecto Ganzfeld: situados ante una pared blanca y curva que abarcaba todo su campo visual, los sujetos dejaban de percibir la pared y se encontraban sumidos en una niebla sin límites. Turrell descubrió ese efecto en 1968, trabajando con el científico Edward Wortz, que investigaba las alteraciones perceptivas que sufrían los astronautas. El Ganzfeld es un campo visual de color e intensidad luminosa uniforme, un campo que carece de singularidades, de irregularidades hasta tal punto que el ojo no es capaz de enfocar ningún punto.

Las otras dos instalaciones pertenecen a una serie titulada precisamente Ganzfeld. Para entrar en ellas hay que descalzarse. La primera, bajo el título Pneuma (2004) (que será adquirida por el IVAM) consiste en un Ganzfeld encajado dentro de otro; atravesamos una especie de puente como colgado sobre la nada para llegar a una sala circular oval blanca donde los ecos nos perturban. Aural (2004) nos conduce por una rampa hasta el umbral del vacío -un espacio azulado, vagoroso, indefinido, un verdadero balcón al Nirvana. El propio Turrell evoca a propósito de estas instalaciones las clásicas vivencias de los que han estado cerca de la muerte. Pero no es necesario ser cuáquero, ni californiano, ni creer la reencarnación (como el propio Turrell) para experimentar un leve temblor ante estas escenografías de lo inmaterial. Al suprimir los objetos, las imágenes y el foco de la visión, el espectador se enfrenta a la realidad de su propia percepción y se encuentra por así decir mirando su propio mirar, atrapado en una gama hipnótica de sensaciones que están más allá de todo intento de descripción verbal.